Morena Herrera: celebramos los Acuerdos de Paz y al mismo tiempo reclamamos visibilidad y reconocimiento para las mujeres

Especial: De la lucha armada al feminismo

El 16 de enero de 1992 es una fecha histórica en El Salvador, se firmaron los Acuerdos de Paz tras negociaciones entre el gobierno en turno y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Se estima que alrededor del 35 por ciento de la fuerza guerrillera estuvo conformada por mujeres. Sin embargo, en las negociaciones de la paz fueron invisibilizadas, no hubo una perspectiva de género, así lo reconoce Morena Herrera y Lorena Peña, exguerrilleras y fundadoras de las organizaciones feministas históricas del país.

En el marco del 28 aniversario de los Acuerdos de Paz, revista “La Brújula” entrevistó a mujeres que participaron en la Guerra Civil y transicionaron de la guerrilla al feminismo. Actualmente se dedican a la defensa de los derechos de las mujeres desde las organizaciones feministas. Con ellas se hace un recorrido sobre su participación en el conflicto y un análisis sobre la perspectiva de género en la guerra y en las negociaciones por la paz.

Fotografía/Clanci Rosa

Morena Herrera

Fue una de las pocas comandantas que hubo en el frente guerrillero, perteneció a la Resistencia Nacional (RN). En 1990 fue socia fundadora de la organización feminista “Las Dignas”. Actualmente es presidenta de la Agrupación Ciudadana por la despenalización del aborto y forma parte de La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local.

  1. ¿Por qué decidió integrarse a las filas guerrilleras y luchar en la Guerra Civil?

La decisión de integrarme a las filas guerrilleras no fue una decisión de un momento, yo me integro primero al movimiento estudiantil y a las comunidades eclesiales de base, desde ahí pude ver la enorme injusticia y desigualdad social que había en el país; y que todas las demandas, ya fueran económicas, de los trabajadores agrícolas, jornaleros en el campo o simplemente la demanda de que no subieran el pasaje del bus era respondida con represión, con violencia y asesinato. Aquí se desaparecía a la gente por protestar. Yo diría que es una decisión tomada en un contexto donde pensábamos que no quedaba otra alternativa.

  1. ¿De cuántos años se integró y cuáles fueron las actividades que asumió?

Me incorporo muy joven al movimiento estudiantil, de 15-16 años. Lo que sucedió es que la represión fue radicalizando a las organizaciones, la respuesta brutal de los cuerpos represivos y de la fuerza armada fue empujando a que no quedaran otras opciones. Empecé a colaborar con las milicias a los 18 años, más o menos, y me integro propiamente a la guerrilla rural cuando tenía 21 años.

Inicialmente llegué a Guazapa al frente guerrillero, ahí me asignaron la responsabilidad de la escuela política, de montar un proceso de escuela política y en 1982 me dieron la responsabilidad de coordinar el trabajo con la población civil, esto significaba la coordinación y la protección en la “guindas” ante las ofensivas de la Fuerza Armada, y cotidianamente organizar la producción, la salud, las escuelas, todas las asambleas comunitarias con la población civil.

Más o menos a mitad de la guerra, finales de 1984, asumo responsabilidades político-militares de dirección en una zona guerrillera en occidente, me integro como parte del mando de varias zonas guerrilleras, es decir que a mitad de la guerra si estaba asumiendo este tipo de responsabilidades que implicaba planificación de acciones militares.

  1. ¿Cómo fue para las mujeres integrase a un frente donde mayoritariamente habían hombres?

La integración de las mujeres a los frentes guerrillero tuvo distintos tipo de situaciones. Yo recuerdo que para algunas mujeres era un espacio donde vivían cierta libertad, habían salido de la tutela de sus familias, nos sentimos más libres, que podíamos participar, pero también eran ambientes muy masculinos, donde los códigos de comunicación, los símbolos eran masculinos y en muchas cosas, las necesidades de las mujeres no eran tomadas en cuenta.

Por ejemplo para las mujeres urbanas que no llevaran toallas sanitarias era un problema, habían dificultades prácticas como carecer de anticonceptivos, toallas sanitarias, pero también habían las dificultades derivadas de vivir en el campo, en condiciones limitantes en muchos momentos, riesgo de vida, muchas muertes cercanas, esas eran dificultades de mujeres y de hombre, pero en el caso de las mujeres se sumaba la discriminación y sexismo que si existía.

La mayoría de cocineras en los campamentos eran mujeres, la mayoría de sanitarias eran mujeres, éramos pocas (porque yo estaba ahí) mujeres incorporadas a las estructuras de mando.

Habían mujeres combatientes muy «arrojadas», radistas operativas que entraban al combate, pero también es cierto, como igual que la sociedad, no se pensaba que las mujeres teníamos capacidad para dirigir; constantemente teníamos que estar mostrando nuestra capacidad de conducir, habían compañeras que aportaron, trabajaron muchísimo y no tenían suficiente reconocimiento en la estructura guerrillera.

Negociaciones y firma de los Acuerdos de Paz

  1. ¿Qué significó para usted la firma de los Acuerdos de Paz?

Para mí los Acuerdos de Paz fueron como una gran contradicción, por una parte yo si quería que terminara la guerra, nunca nos imaginamos que sería tan larga, por lo menos yo no me lo imaginé. Pero los Acuerdos no eran las cosas por la que habíamos luchado: la justicia, superar los niveles de desigualdad en la sociedad. Era, digamos, contradictorio, celebramos los Acuerdos, y al mismo tiempo reclamamos visibilidad y reconocimiento para las mujeres. Yo sí creo que los acuerdos de paz fueron una reforma política que cambió el hecho de que por decir lo que pensábamos nos iban a matar. Quizá ese es el hecho político más importante, más allá de los espacios políticos partidario que se abrieron.

      5. ¿Cómo transiciona de la guerrilla al feminismo?

Mi transición de la guerrilla al feminismo también fue un proceso, yo ya tenía inquietudes feministas aunque no las nombrara y reconociera como tal; había organizado grupos de mujeres en el frente para que se incorporaran más a las tareas de defensa, pero también para que tuvieran mayor reconocimiento. Ya había identificado la manera en que se expresaba cierta discriminación, por ejemplo en la asignación del tipo de arma, en ocasiones  a las mujeres aunque fueran mejores combatientes no se le asignaban mejores armas, y eso yo ya lo había reclamado.

Yo me encuentro con el feminismo en el grupo con el que meses más tarde fundamos “Las Dignas” en 1990.

Ahí me doy cuenta que muchos de nuestros derechos, de nuestros sueños habían sido postergados, entonces mi primera decisión es no seguir luchando por cosas donde los derechos de las mujeres fueran postergados.

       6. En las negociaciones para excombatientes ¿fueron tomadas en cuenta las mujeres particularmente?

No. En las negociaciones las mujeres excombatientes, sus necesidades particulares específicas no fueron tomadas en cuenta, incluso nosotras señalamos que las necesidades de las mujeres que estaban lisiadas producto de la guerra no estaban siendo tomadas en cuenta, hicimos unas propuestas que están en el epílogo de “Mujeres montaña” donde planteamos la necesidad de revisar algunas cosas que era importante para cambiar esa situación

     7. ¿Cuál es su valoración de la situación actual de las mujeres, hay cambios, avances o retrocesos después de la Guerra Civil?

Yo creo que nos encontramos en un panorama donde no hay solo blancos y oscuros, sino que  en ciertos aspectos si se ha avanzado, hoy se reconoce que la discriminación y la desigual hacia las mujeres existe y sobre todo lo reconocen las mujeres y yo creo que es un avance muy importante.

Además, ha cambiado el sentido y la toma de conciencia de muchísimas  mujeres, sobre todo de las jóvenes, pero también de mujeres adultas que proyectan esos deseos de cambios y la posibilidad para sus hijas. Pero creo que estos cambios se han reflejado en la creación de una institucionalidad y de leyes que reconocen los derechos de las mujeres, el problema es que la institucionalidad y la aplicación de estas leyes es frágil y no avanza lo suficiente, falta voluntad política.

Donde creo que tenemos claros retrocesos en el tema de autonomía del cuerpo de las mujeres, de reconocimiento de que existen problemas como embarazos no deseados, como emergencias obstétricas, donde ha predominado una idea muy conservadora de que las mujeres solo debemos existir para ser madre y el castigo que se impone a las mujeres  cuando se considera que han incumplido ese mandato, que es lo que sucede con las Las 17 y más son castigos ejemplares frente a la posible, porque ni siquiera es efectiva, la posibilidad de que las mujeres no cumplan con el mandato de la maternidad.