¡En las calles ya es ley! Aborto seguro

Foto/ Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto

Por Lissania Zalaya

Estaba en sexto grado cuando por primera vez vi una  película donde el protagonista es un embrión con capacidad de emitir palabras, fue todo un evento, incluso había palomitas de maíz. La segunda vez estaba en bachillerato, no recuerdo que haya existido una discusión o exposición de otras posturas acerca del tema, nadie nos indujo a la reflexión, a cuestionar la realidad que mediante una película con discurso repetitivo se instalaba como única verdad en nuestros cerebros.

Mi profesora de “Orientación” era una señora que leía la biblia, en la unidad de “Sexualidad” compramos cromos y los pagamos en el cuaderno, el profesor de “matemática” era un señor asqueroso que nos decía “Anoooote”, haciendo un juego de doble sentido (yo sé que usted entiende). En la universidad tuve un catedrático que en clase de derecho laboral hablaba de cómo obligaba a “Marillita” a sostener relaciones sexocoitales, al momento de mi tesis, me encontré con dos hombres con pensamiento fundamentalista, hice mi proceso de forma individual, la investigación coincidió con las fechas en que “Beatriz” estaba solicitando al Estado salvadoreño que le permitiera interrumpir su embarazo, pues su vida corría peligro y el producto que llevaba en su vientre era inviable.

En ese entonces entrevisté a la jueza, “Gladis Margarita Salgado”, misma que años despues vendria a emitir una sentencia en mi contra, criminalizando mi trabajo como defensora de derechos humanos y beneficiando a un agresor sexual que todas las mujeres que hemos estudiado o hemos estado en el ámbito teatral artístico salvadoreño conocemos, en ese entonces la “honorable juez” haciendo referencia a la forma en que toma sus decisiones expresó que “como juez valora tal como lo planteó el legislador y el legislador no tomó en cuenta la teoría o un análisis de género por eso ella tampoco lo hace”.

Yo me pregunto ¿Si las leyes no nos toman en cuenta, si no somos consideradas humanas, ciudadanas, por qué nosotras tendríamos que tomar en cuenta estas leyes ?

Estas son las leyes de los hombres, no las nuestras y algo que sí es cierto, pero que nunca nos dicen, es que las leyes no solo se hacen en la Asamblea Legislativa, también se hacen en la práctica cotidiana, en la escuela, en las iglesias, en el ciberespacio, en los hogares, en nuestros colectivos y “en la calle…”

“Cuando una ley es injusta, lo ético es la desobediencia” dijo Ghandi

Y la ley de los hombres es injusta para nuestros cuerpos, por eso ahora, para mí como para muchas otras mujeres y generaciones, es importante luchar por la  autonomía, gritar que no creemos en la legitimidad de sus leyes, que ya no creemos en sus películas, ahora sabemos que las ricas abortan y las pobres van a la cárcel por sufrir complicaciones obstétricas.

Ahora la palabra ABORTO está de vuelta en nuestro vocabulario y todas sabemos que lo único que necesitamos es una amiga feminista que nos acompañe.