Bordadoras a domicilio: el trabajo invisible

Las bordadoras a domicilio realizan jornadas hasta de 16 horas de trabajo en sus casas, ellas asumen los costos y las herramientas de trabajo, se encuentra bajo en sistema de desprotección de leyes, no cuentan el salario mínimo, padecen molestias en sus manos y carecen de beneficios médicos. Esta es la historia de Mirna quien desde hace 29 años es bordadora en una zona de San Salvador. 

El nombre de la bordadora fue cambiado para proteger su identidad 

Llega la noche y, con manos ligeras entre hilo e hilo, Mirna (nombre ficticio) borda las piezas que tiene que entregar al final de la semana para ganar unos 20 dólares. Ya lleva 16 horas trabajando y sus hijas también le ayudan para terminar. Este es el trabajo que realiza desde hace 29 años en su casa.

Mirna es una mujer de 58 años de edad, es bordadora a domicilio de la zona de San Marcos, San Salvador. Comenzó este oficio cosiendo cable y panal hace 29 años, bordando algunas piezas que eran pagadas a 1.25 centavos de colón.

El Convenio 177 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) explica que el trabajo a domicilio es el que realiza una persona en su domicilio y presta un servicio a cambio de una remuneración económica como es el caso de las bordadoras a domicilio.

Las bordadoras a domicilio también son trabajadoras de maquila, sin embargo existen diferencias en el trabajo que realizan, por ejemplo no cuentan con los mismos beneficios, no tienen contratos, ni prestaciones. Este es un trabajo invisible que tiene repercusiones en las bordadoras a domicilio al realizar su labor en casa, no tienen beneficios de las empresas ni leyes que las protejan, padecen problemas de salud y no hay horarios fijos, puesto que ellas regulan su tiempo.

El proceso del bordado en un arduo trabajo para las mujeres, éste comprende ocho pasos que se realizan en un lapso de 9 y 15 horas, estos pasos comprenden la limpieza de la pieza de tela plisada o del vestido, centrado de pliegues, centrado del primer cable o línea sujetadora, cablear; bordado de figura central, bordado de todas las figuras, decoración final de la pieza y limpieza final de la pieza.

El cable es hacer una puntada para fijar la pieza, el inserto. El inserto es de siete hilvanes como de unos siete o nueve centímetros de ancho. Un centímetro es cada hilván y para fijar esa pieza que lleva cada figura, puede ser carritos, trenes, se hace el cable del lado del revés explica Mirna. Mientras que el panal va adelante con vestiditos pero eso lleva florecitas de rococó, florcitas de cable. Eso lleva adelante el panal con flores.

Mirna aprendió a coser cable y panal, desde 29 años trabaja como bordadora a domicilio. Foto La Brújula/Reina Ponce.

Mirna, debido a las necesidades de su familia, decidió aprender este oficio con una vecina quien hacía los dibujos ella y otra amiga realizaban las pasadas.

“Yo me acuerdo que antes cosía con candela, ponía dos candelas y así cosía, era un sufrimiento el día de entregar porque a veces una se equivocaba en los colores de los hilos, le ponía otro color parecido y ya en el día se miraba lo que se hacía mal en la noche, entonces había que repetirlo” Cuenta Mirna.

Mirna relata que su vecina las tuvo aprendiendo varias semanas y nunca les pagó. “Ella se benefició de nosotras porque solo hacía la figura y nosotras hacíamos los cables gratis. Entonces, decidimos no ir porque no nos pagaba y nos quedaba bastante lejos (el lugar)”.

A pesar de dicha situación, continuó aprendiendo. Le comentó a su mamá que quería coser panal por lo que otra vecina le enseñó y con ella comenzó a ganar dinero, le daba trabajo y le pagaba las piezas.

Mirna inició ganando 1.25 de colón, “ahora la pieza es bien barata a $1.50, a $1.40, es raro que la paguen a $1.85 o a $2.00. Se sufre mucho ahí porque si una pieza tiene mancha o se equivocó en algo una la debe arreglar, y no pagan esa pieza manchada o sucia”, comenta Mirna.

“Una hace el sacrificio de agarrar bastante porque lo pagan barato. Si agarro bastante, se sale ganando poquito pero ahorita no hay trabajo”.

Datos de una investigación realizada por Mujeres Transformando sobre la Vivencia de la cuarentena de mujeres que laboran como bordadoras a domicilio, trabajadoras del hogar y trabajadoras independientes en los municipios de trabajo de la organización, refleja que los grupos de mujeres que acompañan, integrados entre 2 a 15 personas, presentaron diferentes problemas, los principales fueron la falta de dinero y de trabajo como impacto de la cuarentena.

Elaboración propia con datos de Mujeres Transformando.

Mirna cuenta que años atrás su jefa les revisaba las piezas y, si estaban sucias o manchadas las mandaba a lavar. “Íbamos a lavar las piezas al río y las poníamos a secar en las pitas de la casa, algunas veces las manchas no salían, así una pierde también, pero una va luchando por la misma necesidad y tiene que seguir cosiendo.”

En la zona donde trabaja Mirna tienen una jefa que es la encargada de recoger las piezas y llevarlas a la empresa, por lo que las bordadoras a domicilio no poseen contacto con los dueños de las empresas, tampoco tienen contrato ni cuentan con prestaciones de ley.

“En la empresa tienen químicos para lavar las piezas pero no lo hacen, por el contrario son las bordadoras que tienen que hacerlo”, dice Mirna. “Antes, si tenía mala la pieza y manchada no se la pagaban y le regresaban la pieza, pero hoy la regañan a una, le dicen que está mal el trabajo. Si está mal hecho, se puede volver a arreglar pero al hacerlo se va desnivelando el trabajo por lo que en ocasiones no queda igual y no se puede vender” expresa Mirna.

Las bordadoras a domicilio asumen los costos de la producción. Ellas tienen que comprar sus propias herramientas de trabajo. Además, las mujeres trabajan generando gastos en su hogares como el pago de luz y también tienen que realizar trabajo de cuidado con sus hijas, hijos o familia y son, en gran parte, las únicas que generan ingresos en sus hogares. El trabajo las obliga a tener largas jornadas y , en ocasiones, involucrar a familiares para terminar el trabajo de la semana.

“En la investigación nos dimos cuenta que las empresas se ahorran casi todos los costos de producción, pues se los trasladan a ellas y las enormes injusticias con el tema del salario, con las prestaciones de ley y al mismo tiempo veíamos en el registro de comercio las utilidades que  reportaban, y a veces reportaban 3 millones de dólares, entonces decíamos: ‘tienen dinero, ¿por qué no les pagan como debe de ser?”, comenta la directora de Mujeres Transformando, Montserrat Arévalo.

Las mujeres bordan entre una y dos piezas al día, entregan entre 10 y 20 piezas a la semana para lograr mayores ingresos económicos; pero para entregar 20 piezas tienen que hacer jornadas hasta de 16 horas diarias, revela la investigación de Mujeres Transformando “Haciendo visible lo invisible: la realidad de las bordadoras a domicilio”. Esto significa que tendrían un salario mensual de entre $88.40 y $90.80 si elaboran 40 piezas al mes y de entre $168.8 y $181.6 si elaborarán 80 piezas al mes, es decir, que no ganarían ni el salario mínimo, además de generar problemas de salud.

Mirna cose en el patio de su casa algunas piezas para vestidos. Foto La Brújula/Reina Ponce.

El trabajo del bordado ha ocasionado a Mirna algunos problemas de salud “No miro todos los hilvanes, veo todo empañado. No tengo mucha fuerza en la mano en la mano derecha que es con la que agarro la aguja”. 

Elaboración propia con datos de Mujeres Transformando.

 

Mirna desea mejores oportunidades de estudio para sus hijas

A las 8:30 de la mañana y luego de preparar el desayuno Mirna inicia a bordar “Trabajamos hasta 16 horas. A veces son las 11 de la noche y una está apurándose para terminar, pero cuando hay trabajo es tiempo de ganar esas fichitas.”

Debido a las necesidades económicas, las dos hijas de Mirna también le ayudan con su trabajo ‘agarremos mamita, agarremos, aprendan a hacer cable’. Ellas solo con mirar aprendieron a hacer panal” comenta.

“La niña pequeña pasa aquí haciendo todos los deberes que le dejan como no está yendo a la escuela, pero a veces la ponemos a sacar hilitos de tres porque la hebra trae seis hilos, entonces hay que dividirlo para poder hacer el bordado. Ella ayuda a enhebrar las agujas. Yo les digo que agarremos bastante aunque algunas veces nos desvelamos, pero hay que aprovechar para ganar unos centavitos” comenta Mirna mientras borda una de las piezas que tiene que entregar al final de la semana. 

Mirna trabaja arduamente todas las semanas, quiere que sus hijas terminen de estudiar y que tengan otras oportunidades. La tasa de asistencia escolar a nivel nacional de la población de 4 años en adelante, en el caso de los hombres es de 27.9% y de las mujeres de 24.4%. En el área urbana, la asistencia escolar es del 26.6%, mientras que en el área rural es de 25.3%, y en la zona metropolitana de San Salvador es de 26.4%, según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de la DIGESTYC de 2019.

La investigación de Mujeres Transformando con trabajadoras a domicilio antes y durante el periodo de cuarentena indica que el 95% sabe leer y escribir y el 5% está en condiciones de analfabetismo. Los grupos acompañados por la organización reflejan los años de escolaridad; el 24.4% completaron el bachillerato mientras que solo el 0.8% terminó la universidad, la mayoría de las trabajadoras a domicilio aprobaron entre 7° y 9° grado (32.8%), son algunos datos de las estadísticas.

Las mujeres son, en muchos casos, la única fuente de ingreso en los hogares, según los hallazgos de Mujeres Transformando sobre la inserción económica de las trabajadoras de maquila, bordadoras a domicilio y trabajadoras por cuenta propia antes y durante la cuarentena por la Covid-19.

Elaboración propia con datos de Mujeres Transformando.

 

Las bordadoras a domicilio carecen de protección, no cuentan con prestaciones de ley y continúan en la lucha por el salario mínimo

El Convenio 177 (1996) y la Recomendación 184 (1996) establecen una política nacional en materia de trabajo a domicilio que busca homologar derechos entre las personas trabajadoras a domicilio como el resto de trabajadoras asalariadas. Sin embargo, en El Salvador carece por completo de una política nacional en materia de trabajo a domicilio, cuyo fin sea mejorar progresivamente las condiciones laborales de las personas que trabajan bajo esta modalidad.

Montserrat Arévalo, directora de Mujeres Transformando, comenta que como organización lograron inscribir en El Salvador el Convenio 175 sobre el trabajo a domicilio además de establecer, a través de un amparo de la Corte Suprema de Justicia, una tarifa salarial pero ésta no se cumple así como el Convenio no está ratificado.

La Recomendación 184 de la OIT sobre el trabajo a domicilio en el apartado VI, artículo 13 dice que debería fijarse tasas salariales mí­nimas para el trabajo a domicilio, de conformidad con la legislación y la práctica nacional. Asimismo en su apartado VII recomienda fijar horas laborales, días de descanso y licencias.

Para Karen Rivas, abogada, el Código de Trabajo como normativa secundaria es débil “en el caso de las bordadoras a domicilio, estos (los derechos) están desarrollados desde el artículo 71 y siguientes en el mismo Código de Trabajo donde existe una debilidad, poca responsabilidad a nivel patronal para garantizar las prestaciones y las comisiones mínimas para las mujeres que se dedican al bordador a domicilio”

Organizaciones como Mujeres Transformando han llevado una lucha ante el Ministerio de Trabajo para que a las bordadoras a domicilio se les reconozca con el salario mínimo y las prestaciones de ley. A pesar de que se aprobó el salario mínimo en 2018 no se ha cumplido.

“Una vez dijeron que teníamos que hacer 40 piezas para que nos dieran el sueldo mínimo ¿Cómo vamos a hacer 40 piezas a la semana? No se puede. No nos dan nada ni prestaciones de ley. Nosotras no tenemos nada, galán que dijeran que tienen más de 20 años les vamos a dar reconocimiento” expresa Mirna.

El trabajo de las bordadoras carece de un marco legal que las proteja, las empresas obtienen grandes ganancias y las bordadoras no reciben ni el salario mínimo, pues ellas no son registradas como empleadas.

El art. 72 del Código de Trabajo establece “Todo patrono que ocupe los servicios de trabajadores a domicilio deberá inscribirse en el registro que al efecto llevará la Dirección General de Inspección de Trabajo.”

Esta revista solicitó vía acceso a la información pública al Ministerio de Trabajo los nombres de empresas que laboran bajo la modalidad del trabajo a domicilio, estadísticas de mujeres que ejercen trabajo a domicilio y mujeres que han laborado como bordadoras a domicilio entre los años 2018 y 2020, sin embargo la información es inexistente de acuerdo con el informe rendido por Director General de Inspección de Trabajo de la Dirección General de  Inspección de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Previsión Social.

Mujeres Transformando exige al Ministerio de Trabajo que vele por el cumplimiento del salario mínimo y reabran las unidades de inspecciòn especial del trabajo a domicilio, así como la unidad especializada de actos discriminatorios para disminuir la discriminación de género en el ámbito laboral y para trabajar con aquellos sectores más precarizados del mercado laboral como las trabajadoras del hogar y las bordoras a domicilio. Además exigen al Ministerio de Economía no autorizar exportación cuando la producción de la empresa esté violentando derechos laborales.

Uno de los avances de las mujeres trabajadoras a domicilio es la organización, ellas siguen reivindicando, articulando y capacitándose a nivel regional e internacional sobre sus derechos y haciendo incidencia desde sus lugares de trabajo. Mirna está organizada en uno de los grupos de Mujeres Transformando el cual le ha servido para conocer sobre sus derechos y exigir mejores condiciones, menciona.