Crónica de una Insurrección- por Franchesca Mata

Fotografía/Cortesía

Crónica de una insurrección

Por Franchesca Mata

Hace unos días militares irrumpieron en el congreso salvadoreño, en obediencia al presidente. Además, él hizo un llamado a la insurrección del pueblo, lo que consecuentemente rompería el orden constitucional si los diputados no asistían a una sesión plenaria con el fin de “apretar el botón” que diera lugar a un préstamo para seguridad, que entre otras cosas incluía la compra de un buque. Diversos juristas, con los que concuerdo, explicaron con detalles la inaplicabilidad del artículo Constitucional usado por el presidente para validar tal acción.

Un par de días después de semejante desorden de gobernabilidad, se nombró al comisionado que integraría el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAP). De nuevo, juristas a nivel nacional, explicaron los motivos de porqué el proceso de nombramiento de Juan Carlos Turcios había sido irregular, mientras que desde la sociedad civil se cuestionó fuertemente su legitimidad por encontrarse vinculado al partido de gobierno y por ende no ser una persona “independiente” de vínculos político partidarios.

Soy abogada pero en esta ocasión no quiero ahondar en las cuestiones jurídicas sobre la ilegalidad, ya fundada, de ambos hechos. Quiero hacer uso de lo que aprendí, siendo parte de la Red de Educadorxs Populares en Argentina: “pedagogía de la Esperanza”, tres palabras que cambiaron mi perspectiva de vida que hoy me llevan militar y reflexionar desde otro lugar. Así pues, este artículo es sobre cómo, aún en medio de una crisis institucional, gubernamental, social, económica y hasta cultural, en El Salvador hay esperanza. Quiero hablar de lo que las mujeres en #LaPrimeraLinea hicieron y hacen en un país donde vivir es un reto, en un país donde a sus habitantes expulsados, a los que queremos volver y todavía hayamos la fuerza para hacerlo, a los que no pueden, los no quieren volver, a los que adoptaron al país como propio, un país donde por sentirlo propio deberían de darnos la menos un premio a la resistencia, un premio por ser salvadoreñx.

Pese a que Roque señalaba que el premio era por ser salvadoreño, en esta ocasión el premio a la resistencia lo llevan las mujeres salvadoreñas y migrantes en El Salvador, que en la primera línea hicieron frente, como siempre, a los ataques del gobierno de turno.

Un día después de la dolorosa imagen de milicos en el congreso, las feministas y aliades lideraron una concentración en contra del militarismo. Fueran ellas las que alzaron la voz, las que en un país donde el presidente amenaza la democracia (y lo que esto implica) trayendo imágenes del más oscuro pasado salvadoreño, decidieron decir públicamente que al pasado no volvemos, que hay memoria, que hay resistencia, que ya dijimos nunca más.-

En un escenario completamente distinto, en las oficinas del IAP, dos mujeres hicieron frente a un funcionario que carecía de legitimidad. Con preguntas claras, necesarias y sobre todo sin uso de la policía o las fuerzas armadas la Comisionada Presidenta dejó en evidencia, a nivel nacional, que el nuevo Comisionado Turcios, lejos de ser independiente, respondía a un “jefe” al que no dudo en llamar y consultarle por detalles de su nombramiento cuando ya estaba en su nuevo lugar de trabajo.

Esto fue la punta de lanza para que grupos de periodistas y población civil organizada denunciaran masivamente que el nuevo comisionado carecía de idoneidad para el nombramiento. Finalmente, el recién Comisionado renunció a los dos días de su elección, 12 de febrero. En su cuenta de twitter @TurciosJK expresó que debido a los “ataques, difamaciones y bloqueos” de diferentes sectores tomó esa decisión.

A las mujeres de la primera línea en El Salvador, gracias. Son la esperanza. En un país donde según el presidente las opciones de gobernabilidad son “el maletín negro” o las fuerzas militares. Ustedes con su entereza, con su poner el cuerpo, con su valentía y con el deseo de cambiarlo todo nos enseñan en la práctica que otro mundo es posible.

Franchesca Mata es feminista y abogada, parte del Movimiento Centroamericano 2 de Marzo.