Es tiempo de amar mi cuerpo: ¿Gorda yo? Sí

Fotografía/Cortesía

Por Mayra Ramos

Es tiempo de amar mi cuerpo, con cada marca en la piel, los rollos, las venas, los brazos anchos, la redondez de mis caderas y todo eso que es parte de mí. Es tiempo de valorarlo, de vestirlo o desvestirlo, sin importar los ojos «juzgones» que ve en otras, sus propios traumas y defectos.

Este es el cuerpo que me acompaña día con día a dar las verdades batallas, las de una sociedad con menos estereotipos, más equitativa, en la que cada una pueda decidir y ser feliz con la decisión que tome.

Después de recibir críticas, regaños, halagos y felicitaciones –por tomarme  fotos con poca ropa- me he cuestionado mucho qué significa ser gorda en mi entorno socio-cultural.

Y es que siempre he sido “gordita”, “hermosa”, “llenita” y demás adjetivos que la gente suele utilizar para describir a las personas con sobrepeso. Gorda es una palabra que pesa, que pesa en libras, en estigmas, en contradicciones y traumas.

El hecho que la gente se crea con derecho a opinar sobre los cuerpos de las mujeres y en este caso – por mi propio cuerpo- me ha resonado en la mente las restricciones propias y de las demás personas. He meditado entre lo «feo» versus lo «bello». Se me ha cuestionado que a mi edad y estado civil no es apto “mostrar mi cuerpo” y obviamente la forma y gordura de él.

Los estereotipos de “belleza” influyen en el malestar que podamos sentir las mujeres por nuestra apariencia física. Y es que, algunas de mis amigas delgadas tienen los mismos o más traumas por su cuerpo físico que yo, la eterna “gordita”.

Mi cuerpo se apega a los adjetivos, pero no me define como persona. Es tiempo de aceptar: Soy gorda, sí,  y también inteligente, espléndida, simpática, bella y sensual.

Mayra Ramos es comunicadora social.