Sentencia por caso de agresión sexual en la UES se conocerá en octubre

Luego de dos años de proceso judicial, se espera sentencia en el caso contra un ex representante estudiantil de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de El Salvador. Esta será emitida el próximo 10 de octubre. Mientras se desarrollaba la audiencia en el Centro Judicial “Isidro Menéndez”, organizaciones estudiantiles y feministas se concentraron para exigir justicia por este y otros casos de violencia sexual en las universidades. 

Hace dos años conversamos con la denunciante, cuando iniciaba su proceso judicial. Ahora, en una nueva entrevista, “Estela” nos habla sobre los impactos en su salud mental y física debido a este proceso.

Por: Krissia Girón

“A sus 21 años, Estela nunca se imaginó que en su primer año de estudios universitarios tendría que enfrentarse al acoso sexual y mucho menos que su agresor sería un representante estudiantil en Junta Directiva de esa Facultad”. Así iniciamos la historia de Estela en 2022, a través de un reportaje publicado en Revista La Brújula. En él, relatamos cómo una estudiante de la Universidad de El Salvador denunció a un representante estudiantil de ese entonces, por agresión sexual. 

En 2022, Estela nos dio su testimonio sobre los hechos y cómo decidió denunciar a Alejandro Ramírez ante las autoridades. “Debemos levantar la voz para que a ninguna otra compañera le suceda”, dijo en ese entonces. 

Han pasado dos años desde que sucedieron los hechos. Estela continuó sus estudios y ha logrado avanzar en su carrera. El proceso judicial también avanzó, con altos y bajos, con pausas prolongadas y una medida de reserva. Este 26 de septiembre se realizó la vista pública. 

En esta ocasión, organizaciones feministas y estudiantiles se concentraron afuera del Centro Judicial “Isidro Menéndez, mientras se desarrollaba la audiencia, en un acto de solidaridad y acuerpamiento con Estela y para denunciar la falta de atención en las universidades de los casos de violencia sexual contra las mujeres.

«La UES, no ha garantizado las aplicaciones de las medidas de protección a la estudiante, quién ha continuado enfrentándose a un ambiente hostil y peligroso para su salud emocional y física en la universidad. La situación que vive la estudiante no es un hecho aislado, sino un reflejo de cómo las estructuras de poder dentro de la UES perpetúan y encubren la violencia sexual. ALEJANDRO RAMÍREZ, a pesar de las denuncias, sigue contando con el respaldo de ciertas autoridades internas de la universidad», expresa el comunicado.

Una estudiante universitaria, que no quiso identificarse por seguridad, dijo que al conocerse el caso de Estela en 2022, el acusado tuvo el apoyo de autoridades y otros representantes de la UES de ese momento. “Tuvo el apoyo de directivos, administrativos y todos los que lo conocen, a pesar de haber hecho otros actos de violencia en la universidad”, dijo. 

“Muchas de nosotras pasamos más de 8 horas en el campus, se supone que deberíamos de sentirnos libres y seguras. Hay compañeras que incluso se van a las 8 de la noche para sus casas. No puede ser posible que una institución de prestigio continúe protegiendo a los agresores. Es necesario que de verdad nos hagan caso cuando denunciamos. Existe un Centro de Estudios de Género que realmente solo existe por existir, no nos da apoyo”.

Por su parte, Laura Morán, coordinadora del Centro de Atención “Elda Ramos”, preguntó qué acciones ejecuta la UES ante los casos de violencia sexual y de género hacia las mujeres dentro del campus. 

“¿Qué está haciendo la Universidad de El Salvador para evitar que se den más casos de acoso y de violencia? Eso es lo que estamos exigiendo este día, que la Universidad asegure medidas contundentes y herramientas para erradicar la violencia contra las mujeres dentro de sus instalaciones. Sin embargo, no se ha pronunciado al respecto. Hay ciertas autoridades de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales que tienen una protección hacia los agresores. Estas estructuras de poder no han permitido que los casos avancen”. expresó. 

En declaraciones a medios de comunicación, el actual decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades, Julio Grande, dijo no conocer el caso ya que su gestión inició recientemente. También expresó que “sea como sea, la justicia debe imperar».

Se conoce que la sentencia será emitida el próximo 10 de octubre.

En una nueva conversación con Revista La Brújula, Estela enlista los impactos en su salud debido no solamente a la agresión vivida, sino al proceso judicial.

“Se me subió el azúcar, tuve que iniciar un proceso por estrés post traumático. Tuve varios ataques de pánico en la universidad, uno de ellos me llevó casi tres horas tranquilizarme. He tenido pesadillas horribles, donde sueño con él. No hablaba, me daban miedo las personas y andar en la calle”.

Su vida universitaria no fue la misma debido a estas consecuencias en su salud y, además, al acoso constante de amigos y allegados de Alejandro. El año en que sucedieron los hechos, sus notas bajaron y le costó recuperarse. Estela relata que el denunciado y sus allegados han realizado diferentes acciones de seguimiento, acoso y burla, lo cual agravó su situación de salud. 

“En tres ocasiones tuve que bajarme del bus de camino a la U porque me lo encontraba y se reía de mi. Cuando puse la denuncia, me dieron medidas de protección, pero él no las cumplió. Los vigilantes de la universidad eran sus amigos, le avisaban cuando yo llegaba. No podía denunciar porque es complicado que la policía entre a la universidad, sentí que no se podía hacer nada. Me tocó hacer redes de apoyo”. 

En 2022, el juez del caso otorgó a Estela medidas cautelares. El denunciado no podía acercarse a la víctima. Sin embargo, ella asegura que no cumplió con dicho acuerdo. Para 2024, ella recibe nuevamente las medidas de protección. 

Sobre el proceso judicial, Estela expresa que ha sido revictimizantes las veces que ha relatado los hechos, sumado a que el sistema se ha tomado dos años en continuar con este. 

“A mí me hacen repetir las historias una y otra y otra vez, las veces que ellos quieran yo les repito y una de las cosas que a mí me ha favorecido es el hecho de que yo he mantenido mi historia porque yo sé todo lo que viví. Una hasta ya lo cuenta como un cuento, no es como al principio sí que me agarraban hasta ataques de pánico horribles”.

Cuando piensa en el proceso judicial, Estela siente “nervios”, miedo, pero no se arrepiente. Piensa en cómo su denuncia empujó las denuncias de otras mujeres dentro de la UES por diferentes expresiones de violencia. Espera que, esta vez, el sistema de justicia no le falle, como le falló la universidad. 

“Primero fui a la universidad, específicamente a la Unidad de Género. Me tomaron la declaración y no hicieron nada. También fui con una trabajadora social y una psicóloga dentro de la universidad. Es bien difícil que la universidad cambie, porque hay una estructura machista y patriarcal que va a costar quitar”. 

Sobre esto, la psicóloga del Centro de Atención “Elda Ramos”, María Rosa Cruz, explica que los procesos judiciales de este tipo suelen ser “dolorosos, denigrantes y cansados”, ante la falta de empatía de los funcionarios públicos que intervienen en cada paso y que hacen que las víctimas cuenten los hechos en reiteradas ocasiones. 

“Se siente juzgada la persona también porque preguntan ‘¿y usted provocó?, ¿pero usted le habrá dicho algo?, ¿y le bajó algo o la tocó?’ Entonces, en cada entrevista se cuestiona el contenido del testimonio de la persona. También depende si es hombre o mujer la persona que entrevista, la intensidad, el tiempo o lo acucioso de la entrevista, incluso el lenguaje no verbal de quienes te están interrogando. Las denunciantes se sienten vulnerables también con esto de insistir como para hacerle entrar en duda de su testimonio”. 

Por su parte, la abogada del caso, Delmy Guardado, explica que dentro de los procesos judiciales hay diferentes elementos que pueden impactar a las mujeres víctimas de este tipo de violencia, entre estas, la culpabilización y estigmatización de los operadores de justicia. Guardado explica que esta situación se vuelve más compleja cuando la víctima es mayor de 18 años. 

“Lamentablemente cuando las mujeres agredidas sexualmente son mayores de edad, es increíble la forma en cómo el sistema no les cree. Pareciera que ya está blindada y no vas a hacer víctima de  violencia sexual o de otros tipos de violencia. Hay mucha insistencia, preguntas que son hasta ofensivas. Siempre hay una duda con respecto a las mujeres y por eso nosotras tratamos de dar ese acompañamiento en todas las instancias para prevenir eso, pero es difícil”.

Tanto María Rosa como Delmy concuerdan con que las redes de apoyo de familiares y personas cercanas es fundamental para sobrellevar este tipo de procesos tanto en materia de seguridad como en cuanto a la salud mental de las víctimas.

 

*Estela es un nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente