En el marco del Día Mundial del Teatro, Revista La Brújula rinde homenaje a cuatro actrices que crean este arte desde lugares distintos, su teatro trasciende al feminismo, a la denuncia y a mostrar otras realidades. Para celebrar el arte del teatro, ellas interpretarán en este mes de marzo la obra “Los monólogos de la vagina”. Conoce sobre ellas, sobre sus creaciones, reflexiones acerca de la pieza y cómo han trascendido a hacer un teatro distinto.
Fotografías y texto por Reiny Ponce
Cada 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro, fecha instaurada desde 1961 por el Instituto Internacional del Teatro con el apoyo de la UNESCO con el objetivo de que sea una fecha para reflexionar sobre la importancia y el impacto del teatro en la cultura de la paz.
Pero el teatro como espacio para transformar, para la denuncia y la muestra de las realidades también se convierte en un lugar cargado de prejuicios, de élite, donde pareciera que siguen predominando las cargas para las mujeres en relación a los temas de los cuerpos, la identidad, la edad y las violencias.
Para Axul, al identificarse como lesbiana los escenarios se han vuelto espacios difíciles de trabajar, “en grupos de hombres me han intentado tratar como un hombre y eso es incómodo, también le han restado importancia a temáticas que me pasan por el cuerpo como mujer. Lamentablemente hay directores que tienden a violentar a las mujeres mencionando cosas gordofóbicas, transfóbicas y lesbofóbicas hasta sexualizar escenas que solo se le asignan a mujeres”.
Bessie, quien define el teatro como liberador y sueña con contar historias desde el teatro, considera que se puede mostrar las diferentes realidades desde otra perspectiva.
Otras actrices como Edith reivindican el tema de los cuerpos en el teatro. “Habitando mi cuerpo y poniéndolo en las tablas, en los espacios artísticos donde no se ven representadas las mujeres gordas”, dice.
El teatro también sigue siendo un espacio con un componente educativo, desde donde se pueden transformar las realidades de las personas y donde hay actrices que siguen creando este tipo de teatro transformador y feminista.
Los monólogos de la vagina
En esta fecha que se celebra al arte del teatro, las actrices Edith, Bessie, Axul y Magyta presentarán el 22 y 27 de marzo en la Casa de Safo “Los monólogos de la vagina”. Para Edith la producción de esta obra ha significado “una aventura que me ha permitido coincidir con mujeres super fuertes y con un gran talento”.
Esta obra fue escrita por la feminista estadounidense Eve Ensler y es considerada como “una biblia por las nuevas generaciones de mujeres”, celebra a las vaginas, tema que sigue siendo tabú para muchas.
Bessie comenta sobre la importancia de abordar el tema en esta obra. “Significa hablar con libertad de eso que mi mamá, mi hermana y otras mujeres no pudieron hablar en su momento, significa quitar el tabú, demostrar que no es un tema del cual debamos de sentir vergüenza al mencionarlo, y sobre todo, demostrar que las mujeres estamos rompiendo los estigmas creados por la sociedad”.
El texto ha sido traducido a 45 idiomas y fue producto de más de 200 conversaciones con mujeres acerca del sexo, las relaciones amorosas y la violencia.
“Además de ser una oportunidad de crear en colectividad con otras compañeras, ha sido una introspección, un viaje a mis propias historias, conocimiento, a enfrentarme al miedo que en algún momento sentía de mencionar la palabra vagina, placer y orgasmo. Ha sido el proceso de aceptación y de amor con mi ser y mi centro, de amor con esta parte de mi cuerpo que por mucho tiempo estuvo desconectada de mi y de mi propia esencia”, comenta Axul, quien forma parte de la puesta en escena.
Actrices de teatro
Un teatro feminista y transformador
Edith Elizondo, actriz, mujer bisexual, descubrió sus habilidades para el teatro desde la escuela, donde realizaba dramatizaciones. Inició formalmente a los 18 años de edad en el teatro de Cámara Roque Dalton. El primer personaje que interpretó fue Rosa de la obra “El Principito”. En este camino ha participado en otras áreas de la producción teatral como producción, dirección, realizando algunos guiones para campañas de obras sociales y colectivas. El teatro que realiza lo define como feminista y transformador.
Comenta que entre sus mayores retos está la formación y profesionalización del teatro, pero a esto se le suma la exclusión de las mujeres que no responden a la belleza hegemónica, además de los recursos para el financiamiento de una producción teatral.
La actriz reivindica el tema de los cuerpos en los escenarios.
“Habitando mi cuerpo y poniéndolo en las tablas, en los espacios artísticos donde no se ven representadas las mujeres gordas”.
Edith es fundadora de Amorales Teatro donde trabajó en la producción de diferentes piezas teatrales y performance. También ha tenido otras participaciones destacadas como en 2018 en El mundo de los gigantes; 2016, Las muchachas; 2015, Mujeres de sal; 2014, Soy una mujer con derecho y “liberen a barbie”. Además, ha participado en el Grupo de teatro mal camino teatro, con la obra “El sueño del ángel”; en 2009 en «El país de los sinceros» con la compañía de teatro de la Alcaldía de San Salvador. Además, ha sido actriz invitada de la compañía de Ariel Zuria en la obra “La caperucita lola” y “Colón agarra viaje a toda costa”.
“El teatro puede salvar muchas vidas y acompañar a otras”
Bessie Zacarias es una joven de 21 años que comenzó a hacer teatro desde el año pasado. Inspirada por expresarse libremente y aprender de nuevos mundos realizó un proceso de formación con el Azoro para iniciarse en las tablas. Ha realizado teatro de empoderamiento y ha participado en un performance que abordaba la violencia contra las mujeres. Uno de sus grandes retos ha sido quitarse el miedo a los escenarios y establecer contacto visual con el público.
El teatro que hace lo define como liberador al poder hablar sobre temas que considera difíciles de conversar o que son tabú.
“Para mi el teatro no es solamente para entretener si no para denunciar, hablar, concientizar sobre diferentes temas, porque el teatro puede salvar muchas vidas y acompañar a otras”, dice Bessie.
Pero la actriz también sueña con abordar otros temas desde los escenarios.
“Me gustaría hablar sobre las injusticias que madres y padres están viviendo día con día aquí en El Salvador, también de los derechos violentados a las personas que tienen ventas ambulantes. Me gustaría hablar de todo lo que duele y de todo lo que hasta este momento las personas callan”.
Hacer un teatro de denuncia que llegue a las comunidades
Ana Rivera, conocida en las artes con el seudónimo de Axul, es una mujer afro indígena. Inició en teatro en el 2014 motivada por transformar sus letras de poesía a las tablas, encontró también en el teatro otro espacio para denunciar.
“A través del teatro sabía que podía denunciar, sensibilizar e incidir para un cuestionamiento de las violencias que vivimos las mujeres, y en mi caso, también las mujeres lesbianas”.
La actriz ha participado en los performance “Suciedad”, “Ego. Ilusión o Realidad”, Fuego. Además, ha creado los performance “Sujeción y rescate”, “Silencio”, “Re Naciendo juntas”, “El grito” y otras improvisaciones. También en la parte de producción apoya en el área técnica (en efectos sonoros) y con la toma de fotografía. Comenta que ha comenzado a explorar la escritura de dramaturgia con la ópera “Lisonja Divina” y otra obra que tiene el proceso.
El teatro que realiza lo define como de denuncia y espera que pueda llegar a las comunidades, pueblos y plazas. Cuenta que sus retos han sido encontrar espacios de formación donde haya libertad para “crear desde mi ser como mujer lesbiana afro indígena” y espacios que no sean exclusivos.
“Para hacer teatro no hay edad”
En el año 2009 Margarita Ventura, quien tiene el seudónimo de Magyta, inició a actuar en teatro. La actriz cuenta que le gusta actuar y que, al ser el teatro un espacio para denunciar y sensibilizar, se sintió motivada a hacerlo. La actriz ha participado en obras con temas educativos y también en otras como “Rita una historia jamás contada”, obra que aborda la violencia, feminicidios y desaparición de mujeres, además de “La olla”, “Bodas de sangre”, “Popol Vuh”, “A puerta cerrada” y “Se vende una mula”.
“Para hacer teatro no hay edad”.
Magyta
La actriz que actualmente tiene 54 años menciona que muchas personas desde su niñez muestran talento y habilidades para el teatro y que se puede hacer siempre que se visibilicen las problemáticas de la sociedad.
A través del teatro le gustaría visibilizar las problemáticas que les pasan a las mujeres como la carga de culpas, las violencias como los feminicidios y desapariciones.