Las canchas vueltas patíbulos en El Salvador

Mujeres disidentes salvadoreñas narran sus experiencias tras someterse al escrutinio público por decidir patear balones, irrumpiendo en espacios “sagrados” para los hombres. Desde Metapán hasta San Miguel, todo será motivo de escarmiento.

Redacción La Brújula 

El sol quema fuerte a pleno mediodía en el estadio de Quelepa, ubicado en San Miguel, El Salvador. Una jugadora colapsa y es trasladada a la clínica Fosalud de la municipalidad. Recibió los primeros auxilios por parte de sus compañeras al no contar con cuerpo médico en el juego de vuelta de los cuartos de final de Primera División Femenina. Pero sobrevivió. No es noticia. 

La violencia y la discriminación están tan institucionalizadas en el fútbol femenino salvadoreño que si hechos como este pasan desapercibidos, qué importancia se le dará al caldo de cultivo de insultos en el que los aficionados han convertido las canchas desde Metapán hasta San Miguel, trascendiendo aún más con la transmisión de partidos en televisión. 

Algunos encuentros de la Liga Femenina que se juegan en estadios reconocidos fueron llevados este año a las pantallas de Canal 4, lo cual llenó de alegría a las jugadoras por el salto exponencial que ofrecía a sus carreras deportivas, sin imaginar que lo que se colocaría sobre la palestra eran sus cuerpos que pasaron de los los gritos e insultos en la grada al acoso en las redes sociales.

“Las críticas se intensificaron en el fútbol femenino cuando comenzaron a transmitir los partidos por la televisión, fue donde más la gente juzgaba el físico de las niñas”.

Fátima Contreras, volante de Santa Tecla FC.

“Tomaron capturas y comenzaron a hacer comentarios de burla con comparaciones”, manifiesta Joselin Rodríguez, jugadora que milita en Isidro Metapán, uno de los equipos que pudo verse a través de las pantallas. 

El punto era que, para muchos, los cuerpos de las jugadoras no eran televisables, por los contenidos que están acostumbrados a consumir en la pantalla chica. Les comenzaron a exigir cuerpos con perfecta condición fìsica, de futbolistas profesionales, cuando la Liga Femenina no llega ni a semiprofesional en El Salvador. Es amateur. Si bien equipos como Alianza, FAS y Santa Tecla han dado pasos, algunas jugadoras del resto de equipos no reciben absolutamente nada por jugar. Ni el pasaje del autobús. ¿Cómo se les puede exigir un cuerpo atlético esculpido cuando no perciben un salario digno que les garantice lo básico? Pero durante la transmisión los aficionados las mandaron a hacer dietas y al gimnasio, cuando muchos equipos no garantizan ni alimentación. 

“¡Saquen a esa gorda!”

Gloria Chicas, volante central de Metapán, se ha acostumbrado a limpiar la zona no reaccionando a los comentarios para no poblar de ruido innecesario el mediocampo. Pero sí grita cuando su balón silencia hasta a los aficionados más intrépidos mientras dirigen sus mirada al fondo de la red, donde les ha mandado a recoger muchos de sus insultos enfocados en su peso.   

“¿Para qué me voy a poner dime que te diré cuando lo puedo hacer en la cancha? O sea, puedo callarle la boca a la gente en la cancha”, esgrime la futbolista.

Optó por callar incluso cuando un miembro del cuerpo técnico de L.A. Firpo le gritó durante un partido en 2021: “¡Saquen a esa gorda!”.

“Yo peché la pelota y a darla iba cuando en eso el árbitro se metió y me dio un codazo en el pecho, yo creo que fue accidental, entonces yo me tiré porque me quedé sin respirar y escuché cuando el hombre dijo: ‘¡Saquen a esa gorda!’. Vine yo, me levanté, me dieron asistencia afuera de la cancha y les dije: ‘¡Ay déjenlo!’”, narra. 

Para Gloria no es así como se ganan los partidos. Ella tiene su propio sello. 

Fotografía Reiny Ponce

“Yo ya les había hecho un gol de tiro libre y después les hice el segundo, entonces me fui a poner en frente de él y le hice así (lleva el dedo índice hacia sus labios denotando silencio). Él se fue para atrás, se sentó y ya no habló más”.

Gloria Chicas, jugadora de Metapán.

Si no es por el peso, muchos de los aficionados que llegan a ver los partidos de fútbol femenino pueden criticar cualquier otro aspecto físico de las jugadoras, convirtiendo la cancha en patíbulo, lejos de disfrutar el juego. Con una soda o una cerveza en la mano y comida chatarra en la otra, yacen al otro lado de la valla los jueces que censuran los cuerpos de las mujeres, los cuales tienen que pasar varios escáneres domingo a domingo, que van desde cintas métricas, básculas y colorímetros hasta algunos ojos clínicos que llegan a determinar inclusive la edad de las futbolistas.   

“¡Saquen a ese niño!” 

Por la banda derecha del Santa Tecla FC, equipo que se reforzó bastante este torneo, se observa una jugadora talentosa y con mucho temple, que aporta llegada y gol, sumando 5 tantos en la presente campaña. 

Pero sus llegadas y anotaciones han tratado de ser cortadas por comentarios que se enfocan en su cabello y no lo que hace con su cabeza. 

“Cuando yo voy a partidos lo único que me gritan es: ‘¡Saquen a ese niño! ¡Saquen a ese hombre!’”, lamenta Contreras. 

Fotografía: Reiny Ponce

“La mayoría de tiempo son comentarios de parte de hombres criticando nuestra apariencia física. Escuchamos mucho que nosotras queremos aparentar ser hombres, por el pelo, cuando en realidad no es que queramos aparentar una masculinidad, sino que tenemos una expresión y un gusto diferente a las demás. No es que queramos imitar a un hombre”.

Fátima Contreras, jugadora de Santa Tecla.

Además, el corte le da soltura para maniobrar dentro del campo con menos dificultad que aquellas futbolistas que optan por conservar el cabello largo. Pero pareciera que la cancha también se vuelve patíbulo si la jugadora no se adapta a los estándares de belleza convencionales impuestos a las mujeres. Si usas el pelo corto en pleno siglo XXI también será motivo de escarmiento.

“Me dicen: ‘¡Negra!’. Me lo gritan”

¿Para quiénes es el fútbol? ¿Para hombres blancos heterosexuales fit? Todos los comentarios que se escuchan desde los tendidos populares reafirman que es así.

Gladis Ulloa (derecha) durante un entrenamiento de C.D. Águila. /Foto de C.D. Águila

Gladis Ulloa, es una jugadora de Chinameca, San Miguel, que juega para el C.D. Águila. Para el partido de ida por los cuartos de final del Apertura 2022 visitó hace poco el estadio “Calero” Suárez en la municipalidad de Metapán, denominada “ciudad blanca”, donde fue asediada con comentarios racistas.

“Por mi color de piel me dicen: ‘¡Negra!’. Me lo gritan”, expresa la jugadora, comentarios que suelen ir acompañados de otros asociados con las tareas domésticas.  

“Siempre me han estado gritando cosas racistas, pero también me han dicho que las mujeres no deberíamos estar jugando, sino que en la casa lavando trastes”, relata. 

Lo mismo dice Rosmery Saavedra, jugadora de Alianza Women: “Me han dicho malas palabras como ‘hija de puta’ y que debería estar lavando trastes en la casa”, reprocha.

Más filtros que Instagram

La censura a los cuerpos de las jugadoras pasa varios filtros, no solo el ojo de la grada. Las observan dirigentes y entrenadores que deciden si son aptas o no para estar en su equipo y también sus congéneres futbolistas.

A esas directivas, que son las mismas de los clubes de la Primera División masculina, muchas veces no les interesa el fútbol femenino. Lo sostienen únicamente porque la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut) lo estableció como requisito para concederles la Licencia de Clubes. 

Fotografía: Reiny Ponce

“Yo escuché decir a un dirigente de Once Deportivo que solo tenían la femenina por cumplir un requisito y que no le importaba que nos cayeran goleadas, pero que no les cayera una multa”.

Fátima Contreras, jugadora de Santa Tecla.

Esa misma dirigencia ha dejado sin almuerzo a sus jugadoras en más de una ocasión, como sucedió recientemente en este torneo para un partido entre FAS y Once Deportivo que se disputó en el estadio Óscar Alberto Quiteño.“Ese día solo les dieron una Salutaris y una galleta”, denuncia la exfutbolista del Tanque, que también escuchó a jugadores del equipo masculino referirse al femenino como una “pérdida de tiempo”.

Pero eso a nadie parece importarle. Los aficionados prefieren centrarse en mandar al gimnasio a Gloria o a la cocina a Gladis y a Rosmery, en vez de conocer qué pasó con Carolina Zeceña, la jugadora de Metapán que se desmayó durante el partido contra el Águila en la cancha de Quelepa, a la que sometieron a jugar a las deportistas en pleno mediodía. Bueno, algunos que sí se dieron cuenta. Y ya comenzaron a comentar en redes que posiblemente Carolina está “embarazada”.