Hacer periodismo feminista en un país que no garantiza la libertad de prensa

Por equipo de Revista La Brújula

 En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa. En medio de los discursos de odio  contra el periodismo por parte del oficialismo en El Salvador y las violencias machistas que día con día enfrentamos las mujeres periodistas, nosotras, en Revista La Brújula,  creemos importante decir que pese al miedo que hoy en día significa ejercer esta profesión seguimos resisitiendo. Porque la información es un derecho de todas las personas y ningún gobierno debería limitarlo. 

Cuando decidimos encaminarnos en el periodismo feminista hace dos años sabíamos que habrían retos. Pero, el tiempo ha sido corto para tantos obstáculos en medio de este ejercicio. Consideramos que el principal desafío que vimos fue plantarnos frente a los grandes medios con sus narrativas machistas y patriarcales. Sin embargo, lo hemos hecho, no solas sino acompañadas de todas nuestras columnistas y compañeras activistas feministas que son y hacen La Brújula. 

El Salvador ha cambiado en estos dos años. Hoy presenciamos a un gobierno que, desde que tomó el control en la Asamblea Legislativa y los otros poderes del Estado, lleva al país por un camino de autoritarismo. Y en ese camino, el periodismo independiente le estorba. Las y los periodistas le estorban. Cada día, el gobierno busca y piensa en formas de reducir el trabajo periodístico. Una de estas formas tiene que ver con las reformas a la Ley de Acceso a la Información Pública y la negación de entrevistas por parte del funcionariado público, a quienes solo tienen acceso los medios de propaganda o aliados. 

Desde el periodismo feminista interpretamos e interpelamos la realidad a partir de las diferentes interseccionalidades que nos atraviesan la vida y el cuerpo, género, clase, sexualidad, etnia y otras. Para ello, utilizamos datos, documentación y otras fuentes que permiten exigir respuestas a las personas e instituciones correspondientes. Pero cada día hay menos acceso a fuentes públicas y los responsables se desdibujan entre falacias y publicidad gubernamental. 

Desde que este gobierno asumió la conducción de las instituciones no ha sido posible entrevistar a ninguna de las tantas directoras que ha tenido el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU). La directora actual ni siquiera tiene twitter, uno de los canales oficiales de los y las funcionarias de gobierno. El ISDEMU, como se lee en su página web, “es la institución responsable de formular, dirigir, ejecutar y vigilar el cumplimiento de Política Nacional de la Mujer; promover el desarrollo integral de la mujer a través del cumplimento de las disposiciones legales y además promover anteproyectos Ley y Reformas a las mismas que mejoren la situación legal de la mujer, sobre todo en la legislación laboral.  Así como también, tiene el compromiso de propiciar la efectiva participación de las Organizaciones de Mujeres, de la comunidad y demás entidades de la sociedad civil”. 

El ISDEMU debe tener un papel activo, sobre todo, cuando en El Salvador, pese al Régimen de Excepción, siguen desapareciendo mujeres y siguen ocurriendo feminicidios. Para el periodismo feminista, cubrir estos hechos es fundamental pues, desde la generación de la información se contribuye a promover la sanción social para generar cambios culturales que conlleven a la disminución de la violencia contra las mujeres. 

En el Día de la Libertad de prensa, las periodistas feministas queremos recordar que ningún derecho nos ha sido dado, todos han sido conquistados, debemos seguir defendiendo nuestras libertades no solo desde el gremio periodístico sino toda la sociedad salvadoreña. A ningún gobierno, como lo demuestra la historia, le agrada el periodismo independiente. Y hacemos esta acotación -independiente- porque también hay medios que se han aliado al poder. A estos, también la historia les demandará. 

Nosotras seguiremos haciendo periodismo feminista como lo hemos hecho hasta ahora. Desde nuestra cuerpa, en redes con las otras, desde la ética feminista, desde el activismo feminista, porque nos asumimos como tal: periodistas feministas.