No dejemos que el odio decida -Por Edith Elizondo-

El discurso de odio ya no está solo en las redes sociales, estos mensajes siempre han existido sobretodo en el período electoral. Las nuevas tecnologías y las diferentes plataformas digitales han reforzado su impacto en la vida cotidiana de las personas, los discursos de odio se basan en prejuicios y estereotipos que por su simplicidad y repetición calan en la población rápidamente.

En internet puedes publicar casi cualquier cosa, no hay un total control de los contenidos que se publican, no se puede saber a ciencia cierta si algo es verdadero o falso y muchas personas dan clic y comparten sin verificar la procedencia de los contenidos. Esto tiene como resultado la viralización de noticias, fotografías, videos y demás contenido que tienen como propósito desprestigiar a personajes públicos u organizaciones.

Lo sucedido el domingo 31 de enero de 2021, cuando dos integrantes del partido FMLN murieron y otras cinco personas resultaron heridas tras recibir disparos cuando se encontraban en una caravana política que recorría el centro de San Salvador, es un hecho lamentable. Es ejemplo de una sociedad llena de odio irracional, de estrategias de los mal llamados “políticos” que es utilizada para sus mezquinos intereses.

El presidente es un experto en la aplicación de la estrategia y ha difundo muchos mensajes de odio por distintos medios. “Si yo fuera Dictador ya los hubiera fusilado a todos”, expresó en un tuit el 9 de agosto de 2020.

Después de lo sucedido el domingo, las redes sociales se llenaron de “Me gusta”, “Me divierte”, entre otras reacciones y expresando que no les importaba “lo que les pase a ustedes y a su gente…”.

Entre las muchas expresiones de odio que retoman algunas de las ideas que el presidente lanza, este mensaje se quedó en mi cabeza “SU GENTE” … ¿No todos y todas somos gente?, ¿Acaso no somos personas con dignidad, quienes pensamos diferente? o ¿Por pensar distinto somos otro tipo de “gente”?.

El odio a las demás personas siempre tiene algo que ver con el odio hacia sí misma/o. Si queremos entender por qué las personas humillamos a otras personas, antes tenemos que analizar lo que detestamos de nosotras y nosotros.

Odiamos a quien nos recuerda quienes somos en realidad. Odiamos al empobrecido, porque nos recuerda que somos pobres, al indio (indígena) porque nos recuerda que somos indios e indias pata rajada.

¿Por qué tenemos que admirar a los ricos y creer que son los mesías?, creer que lo que dicen son verdades absolutas. El enemigo que vemos en los demás suele encontrarse originariamente en nuestro interior.

El odio rompe el vínculo entre las personas y nos divide, los discursos de odio emiten un mensaje social que fractura familias, comunidades y en nuestro caso un país, cada quien, por su lado, alegrándonos por el mal ajeno, divirtiéndonos con la muerte de dos personas.

Esta estrategia de miedo y odio del presidente se ha convertido en política comunicacional que ha cumplido su objetivo de atentar contra la vida y la dignidad de las personas que no piensan como él.

Esa falacia de la libertad de expresión utilizada para fines inescrupulosos, que se escuda en palabras que promueven e incitan a acciones violentas. No dejemos que el odio decida porque viendo desde ahí es imposible ver al otro y la otra con empatía.