Las heridas de la muerte de Fernanda siguen intactas

Foto/cortesía de la familia

Fernanda era la última de tres hermanas, estudió en Ahuachapán, hizo segundo año en la universidad, pero por problemas económicos no pudo seguir y se dedicó a trabajar, «era una joven luchadora”, recuerda su madre. A casi dos años del cruel asesinato las heridas de la familia siguen intactas. Su hijo sobreviviente aún tiene las marcas de las picadas de insectos en su piel, él tenía 1 año y seis meses cuando su padre mató a Fernanda y a él lo dejó perdido en un cerro, fue encontrado cuatro días después- “todavía no me explico cómo sobrevivió”- dice entre lágrimas su abuela. Él es lo único que le queda de Fernanda. 

Doña Mari (madre de Fernanda) viene dos veces al mes a atención psicológica, un apoyo brindado por la Colectiva Amorales que acompaña el caso. “Venir a las sesiones me ha ayudado, porque tengo mucha rabia y me duele mucho. Me hace bien hablar del tema”, expresa.

Ella y su nieto sobreviven de lo que genera una pequeña  tienda. No han recibido ningún apoyo del Estado para el cuido del menor, víctima y sobreviviente. 

“No se puede vivir en paz con esto. Hay noches que no puedo dormir. Hay días que amanezco llorando pensando si las cosas hubieran sido diferentes, si cualquier detalle pudiera haber cambiado las cosas y mi hija jamás se hubiera subido a ese carro y estuviera viva”.

Foto/ Cortesía de la familia de Fernanda. Doña Mari sostiene la foto de sus tres hijas, solo Fernanda vivía con ella. 

El jueves 31 de enero de 2019, Michael Alejandro Castillo Murga llegó a la casa de Fernanda para que fueran a ver una casa en Santa Ana, le había prometido pagar el alquiler para que se mudara ella y su hijo. Carmen, (nombre ficticio), familiar de Fernanda nunca vio a Murga en persona, de hecho la familia de Fernanda solo lo vio dos veces: el día que llegó a ver a su hijo en septiembre de 2018 y el 31 de enero de 2019  cuando llegó a traerla  para asesinarla. 

Desde que el proceso penal inició, doña Mari cuenta cada mes, temiendo que se cumplan dos años y el asesino de su hija quede libre. Ella reprocha al sistema de justicia porque permitió que el feminicida huyera y  porque los cómplices: Edith del Carmen Rivas de Murga (abuela del feminicida), Jacqueline Alejandra Martínez Herrera (novia de Murga), Donald Augusto Valdivieso López y Roberto Arturo Valdivieso López, acusados de fraude procesal en el caso quedaron libres.

En la audiencia preliminar del 8 de junio, el juez de Paz de Ataco dictaminó prisión preventiva para los implicados en el feminicidio, pero un mes después, el 9 de julio, la Cámara Especializada para una Vida libre de violencia y discriminación contra las mujeres de San Salvador declaró nula la orden de detención, bajo el argumento que no había suficiente “fundamentación”.

“Creo que al final todos se ponen de acuerdo para seguir con la impunidad. El juez tenía suficientes pruebas pero no pudo fundamentar, a lo mejor ya tenían acuerdos de hacerlo así porque sabía que saldrían libres, y la Cámara con esa resolución deja muchas dudas”, expresa doña Mari. 

La FGR giró orden de captura contra Michael pero él huyó. Doña Mari “presiente” que él puede estar cerca, lo que más le indigna-según expresa- es que no lo estén buscando, y en efecto el nombre de Michael Alejandro Castillo Murga no aparece en la base de datos de la Policía Internacional (INTERPOL).

Foto/ Cortesía de la familia. Fernanda había sido una joven muy activa en la escuela, le gustaba bailar, recuerda su madre. 

Un feminicidio en la familia te cambia la vida

La forma en que asesinaron a Fernanda no le ha dado paz a la familia. Doña Mari no ha podido normalizar su vida. “Yo varias veces me he ido a meter a la FGR, les noto la cara que están hartos de verme, pero no entienden que yo he perdido a mi hija y busco justicia”, expresa con enojo.

Desde el día que le confirmaron la muerte de Fernanda no ha parado en la búsqueda de justicia, al mismo tiempo libraba una batalla con el Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia (CONNA) porque también le querían quitar a su nieto, aludiendo que ella no mostraba interés por andar en “otras actividades”, estas actividades eran buscar justicia para su hija, aclara.

“Hasta tenían una familia que quería adoptar al niño, ahí porque una amiga me ayudó, sino me quedo también sin mi nieto” dice.

Los mejores planes siempre son con otras mujeres 

Carmen dice que nada vuelve hacer lo mismo cuando hay un feminicidio: “ya no puedes confiar en nadie. Sabes que nunca terminas de conocer a las personas, que el hombre que se supone te quiere te puede asesinar”. 

La relación entre Fernanda y Carmen era buena. Unos días antes del feminicidio ambas habían hablado de mudarse juntas, vieron una casa y habían hecho planes para alquilar entre las dos. “Ella me había dicho que iba a trabajar y que yo cuidara a los niños, ya teníamos todo bien pensado, pero sucedió esto”, recuerda Carmen. 

Son cinco personas las implicadas en el asesinato de Fernanda, entre éstos un médico y un exfiscal, ninguno guarda prisión, todos están libres.

“Cuando dejaron libre al doctor y a la muchacha que habían participado en cubrirlo yo fui a ver al juez, me dijo que tuviera fé, que nada se queda impune en esta vida, que esperará la justicia divina. Me dio una cólera. Yo sé que Dios siempre hace justicia, pero yo también quiero que el asesino pague aquí en la tierra. No es posible que un juez me diga eso”. Expresa Mari. 

La investigación en el caso ha sido lenta. Según familiares se debe al poder de la familia Murga Castillo en Ahuachapán: “es porque la familia del feminicida tiene pisto y ya ve que la justicia también se compra”, considera un familiar de Fernanda. La familia Murga se dedica al negocio de cable en Ahuachapán entre otras actividades económicas, de acuerdo a fuentes de la zona. 

Foto/ Cortesía de la familia. La comunidad donde vivía Fernanda se conmocionó con su muerte, hicieron una marcha exigiendo justicia

Un poco de esperanza con las feministas

En la búsqueda de justicia, doña Mari se contactó con la madre de Jocelyn Abarca (caso que finalizó con la condena de 50 años de prisión al feminicida), quien le dio los números de activistas feministas, así es como entró en comunicación con la Colectiva Amorales que ha dado seguimiento al proceso. Ellas, el pasado 22 de septiembre,  brindaron una conferencia de prensa para exigir justicia en el caso de Fernanda y Magalí, víctima también de feminicidio. 

Foto/ Clanci Rosa. Doña Mari se ha unido con otras mujeres madres y familiares de víctimas de feminicidio, dieron una conferencia exigiendo justicia.

Madres y familiares de víctimas de feminicidio se han unido en busca de justicia. El siguiente paso es presentar una carta al fiscal Raúl Melara, para explicarle lo que ha pasado con los casos y exigir diligencia de la FGR.

La familia de Fernanda sigue a la espera de audiencia, sin embargo ni Fiscalía, ni los Juzgados especializados le han informado al respecto. 

Desde que asesinaron a Fernanda el 31 de enero de 2019 solo ha habido una audiencia “los culpables han tenido más audiencias y hasta salieron, y mi hija aún no tiene justicia”, expresa doña Mari. 

En 2019, año en el que asesinaron a Fernanda, otras 229 mujeres fueron víctimas de feminicidio. En lo que va del 2020 más de 70 mujeres han sido asesinadas, de acuerdo con datos de ORMUSA. 

Foto/Clanci Rosa. Donde encontraron el cuerpo de Fernanda yace una cruz con flores, doña Mari cuenta que es difícil para ella transitar por el lugar, una de las hermanas de Fernanda tenía un año de no pasar por esa calle.