Las niñas son niñas, no son madres -Por Katherine García-

Foto/Cortesía

Por Katherine García

¿Alguna vez han escuchado a alguien decir tranquila con hijos/as se sale adelante?, pues esta frase se encuentra impregnada de la naturalización de que todas las mujeres pueden y deben ser madres sin problemas, sin embargo tienen que dejar de estudiar, buscar trabajo o dedicarse al trabajo reproductivo no remunerado y para superarse deben sacrificarse y auto explotarse. En este artículo hablaré desde mi experiencia de niñas embarazadas del país de las que fui parte.

Cuando tenía 15 años, con un peso de 98 libras, y mientras cursaba octavo grado fui madre de una niña. Para mi esto significó vivir la explotación laboral, aceptar pagos de 4 dólares al día y recibir maltratos por parte del progenitor de mi hija; pero a pesar de todos los problemas ahora soy estudiante de la Licenciatura de Trabajo Social y empleada en una organización donde trabajo con niñas privadas y ex privadas de libertad; resalto esta parte porque cuando las personas leen  o escuchan una historia similar, naturalmente piensas que es un logro o la historia romántica de superación personal.

La maternidad en niñas no significa obtener madurez emocional, ni afectiva y tampoco significa tomar mejores decisiones porque siendo mamás seguimos siendo niñas.

Los roles de género son un factor social que naturalizan los embarazos en las niñas y que tienen una relación estrecha con la normalización de la explotación reproductiva, y del desgaste emocional por una maternidad obligada a ejercerse, pero la paternidad es opcional para muchos como fue en el caso del “padre” de mi hija. 

Es importante resaltar que los problemas de salud y el precario sistema de salud están presentes. Mi hija nació pesando tres libras y con una infección en la sangre, y tres años después en una emergencia hospitalaria descubrieron que tenía solo un riñón, además de tener problemas renales graves, esto también se debió a que tuve un embarazo de alto riesgo y mi hija no desarrolló sus órganos con normalidad.

Mi realidad de ser madre fue diferente al recibir apoyo familiar, pero también fue dolorosa al ser obligada a ejercer una maternidad no deseada que me generó problemas de salud, económicos, familiares y sociales. Sin embargo, considero que no es un logro haber vivir esto, las madres jóvenes no somos un ejemplo de lucha, no somos un ejemplo de superación cuando de por medio hay dolor y traumas. La verdad es que ninguna niña debería ser mamá y ser aplaudida por esta maternidad años después.

En la celebración del día nacional de la niña recordemos que el Estado salvadoreño tiene una deuda pendiente en el sistema educativo para incorporar la educación sexual integral de manera laica y científica donde las niñas y los niños, de acuerdo a sus edades, aprendan a conocer su propio cuerpo, asumir valores y actitudes responsables relacionadas con la sexualidad, conocer y respetar el derecho a la identidad, la no discriminación y también a identificar todo tipo de abuso.

El acceso a información para el cuidado de la salud sexual y reproductiva es un derecho humano, por lo tanto Ejecutivo y el Ministerio de Educación tienen la obligación de garantizarla. Es por esta razón que no es necesaria la autorización de las familias y tampoco éstas u otros actores pueden oponerse a la implementación de estas políticas educativas en relación a este  tema. Sabemos que hay historias desgarradoras como un embarazo en una niña que a la vez es una carga de desigualdad para una mujer en un futuro. 

Katherine García es estudiante de la licenciatura en trabajo social, feminista, defensora de derechos humanos de las personas privadas y ex privadas de libertad, además es miembra de distintos espacios de incidencia social, política del país.

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