Por Carolina Vásquez
La humanidad ha caminado históricamente motivada por propósitos, desafíos y metas; algunos tan primitivos como la sobrevivencia, otros más complejos y ambiciosos como las conquistas.
Estos propósitos serán diversos en cada individuo, marcados por el contexto histórico, político, económico, social y cultural; algunos abrazan propósitos colectivos poniéndolos por encima de los propios, por ejemplo los movimientos feministas, conformados por mujeres que la propia realidad las ha llevado a un nivel de consciencia social, en el cual han abrazado desafíos comunes , comprendiendo que las necesidades personales también son colectivas; pero también reconociendo que la voz de todas tiene más impacto que la de una sola.
Sin embargo, no deja de ser importante la lucha individual; de hecho sería un grave error invisibilizar como el día a día representa un importante tramo en la carrera de muchas para el alcance de sus metas personales.
No exentas de esta lucha diaria se encuentran las mujeres con discapacidad; quienes al igual que cualquier otro ser humano tienen metas y propósitos personales; lamentablemente el trayecto que deben recorrer tendrá más obstáculos, a estos obstáculos se les denomina “barreras”, de acuerdo a las Normas Internacionales reconocidas y ratificadas por nuestro país.
Estas barreras se clasifican en: Comunicacionales, Estructurales y Actitudinales; las cuales se describen a continuación:
- Barreras Comunicacionales: Son todas aquellas limitaciones que enfrentan las personas con discapacidad para el acceso a la información; por ejemplo rótulos, volantes o textos a los cuales no pueden acceder las mujeres ciegas, la falta de intérpretes de Lenguaje de Señas Salvadoreñas para las mujeres sordas o no utilizar un lenguaje sencillo para las mujeres con discapacidad intelectual o psicosocial.
- Barreras Estructurales: Son aquellos obstáculos de infraestructura o diseño que impiden el desplazamiento seguro y con autonomía a mujeres con discapacidad que buscan acceder a servicios básicos o esenciales, entre ellos educación, salud, empleo, recreación, justicia y otros.
- Barreras Actitudinales: Esta es sin duda la barrera más frecuente que enfrentamos las mujeres con discapacidad; sin embargo si lográramos erradicar esta, el efecto automático sería la reducción de las demás barreras; porque se encuentra en el ser humano, en una sociedad plagada por estigmas y creencias en torno a las personas con discapacidad, ideas erradas que impiden ver a las mujeres con discapacidad como lo que realmente somos, seres humanos, sujetas de derecho, madres, hermanas, hijas, emprendedoras y profesionales que buscan abrirse camino día a día para alcanzar sus metas.
Las mujeres con discapacidad no solo enfrentamos el reto cotidiano de colocarnos en un espacio laboral; sino que antes de acceder al mismo enfrentaremos el reto de acceder a la educación inclusiva, encontrar espacios de formación continua o de tecnificación que nos permita desarrollar las habilidades y competencias para ser candidatas a un empleo, hasta el desafío de abordar el transporte colectivo (que no es inclusivo en nuestro país) que nos lleve al lugar de la entrevista, donde seamos evaluadas sin anteponer a nuestra capacidad y experiencia nuestra discapacidad.
En ese sentido todos y todas tenemos luchas , pero recuerda que las mujeres con discapacidad encontramos doble o triple cantidad de obstáculos y no lo digo para que te sirva de consuelo o inspiración, sintiéndote privilegiado o privilegiada porque otros están en una situación más compleja que la tuya; lo digo para que puedas desarrollar mayor conciencia y te unas al reto de construir juntos y juntas una sociedad igualitaria e inclusiva.
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Carolina Vásquez es una mujer con discapacidad visual, estudiante de licenciatura en Ciencias Jurídicas, defensora de Derechos Humanos, especialmente a lo relacionado a equidad de género e inclusión, comprometida con el constante fortalecimiento de capacidades y dispuesta siempre a aprender de las demás.
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