
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la pandemia y el inicio del régimen?
¿Y aún no existe seguridad alguna para las mujeres?
Por Guadalupe Hernández
Demostramos que las mujeres no estamos seguras en nuestras casas; seguimos siendo asesinadas porque nos creen propiedad y no personas sujetas de derechos.
Para los medios oficialistas, somos una noticia guardada bajo la manga, una excusa para decir que el Gobierno hace su trabajo y justificar el incremento de presupuesto en una seguridad que no está diseñada para nosotras; mientras enfrentamos una de las peores crisis de cuidados, inflación económica, de salud y educación.
Si buscan, encontrarán noticias donde una mujer es salvada heroicamente ante X hecho; lo hacen público. Pero, ¿Dónde están los datos?¿Por qué llegar a ese punto? ¿Por qué no prevenir con educación? Somos socorridas a punta de violencia, cuando ya es tarde o desaparecen nuestros cuerpos.
Pero a la hora de poner su cartelito «cero homicidios», les falta la F de feminicidio, siendo incapaces de reconocer la LEIV, porque entonces tendrían que reconocer que la estructura actual no está hecha para cuidar la vida, sino para justificar la violencia y el desamparo. Contradictoriamente, cuando nos pronunciamos contra la violencia, minimizan nuestra legítima protesta.
Dicen que vivimos en libertad, pero exigir justicia es medianamente aceptable solo si no se señala la institucionalidad y sus responsabilidades. No, no es coincidencia, es lo permitido por sociedades alimentadas por la misoginia, más aún cuando la primera agresión es del Estado y este permite que cualquiera lo haga.
Detrás de esto, observemos las redes sociales, las estrategias de miedo y silencio que solo sirven al control social.
Esto no es nuevo. Como no es nuevo que, en los casos en los que existe denuncia, la justicia no llega. El sistema autoritario nos deja en shock. Nuestras corporalidades seguirán siendo sacrificables si no colectivizamos la denuncia. La historia no se equivoca al decir que nada dura para siempre. Como ejemplo, un pueblo que está despertando (tarde, jeje), porque la realidad es evidente.
Sabemos que la violencia se cambia con educación, no con miedo.