El Movimiento Ecofeminista Transfronterizo fue lanzado recientemente para unir las voces de las mujeres que defienden los derechos, cuerpos y territorios de El Salvador, Honduras y Guatemala. El movimiento busca denunciar las prácticas extractivistas que están destruyendo los territorios y ponen en peligro los bienes comunes. Una de las demandas principales es la garantía del derecho humano al agua.
Por: Ana Gómez
Fotografías: Reina Ponce
Lideresas y defensoras ambientales de la zona fronteriza de Honduras, Guatemala y El Salvador realizaron el lanzamiento del Movimiento Ecofeminista Transfronterizo. El objetivo es defender los derechos, cuerpos y territorios de los tres países frente a las amenazas a los bienes naturales.
El movimiento nace a partir del Primer Encuentro Ecofeminista Transfronterizo que se realizó el 19 y 20 de julio de 2024, donde las lideresas reflexionaron sobre los principales problemas que enfrentan sus territorios y sus exigencias a los estados centroamericanos.
“Fue una agenda política común en la que descubrimos que como mujeres centroamericanas, aparte de la violencia en nuestro primer territorio de defensa que es el cuerpo […], también está la violencia en el medio ambiente”, señaló Jessica González, de Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador (AMAES) y del Movimiento Ecofeminista de El Salvador.
En este primer encuentro, también señalaron el cierre de espacios para participar en decisiones ambientales, “cada vez más, el Estado es cómplice con las empresas transnacionales para ceder nuestros territorios sin informarnos”, agregó Jessica Gónzalez.
El Movimiento Ecofeminista Transfronterizo buscará visibilizar las demandas sobre las prácticas extractivistas que están destruyendo los territorios y ponen en peligro los bienes comunes. “Unimos nuestras voces y nuestras fuerzas para visibilizar y denunciar los atropellos cometidos contra nuestros territorios y nuestros cuerpos” afirmaron en su manifiesto.
El agua es uno de los problemas identificados en los tres países, donde los cuerpos de agua están perdiendo su caudal. Yaneth Valle, del municipio de Ocotepeque, Honduras, mencionó que la deforestación y las toneladas de basura que arrastra el río Motagua, que comparten con Guatemala, está acabando con la biodiversidad especialmente con la fauna marina.
También señaló la importancia de proteger los bienes naturales de la Reserva Biológica Gűisayote, que se encuentra en el departamento de Ocotepeque y zona fronteriza de El Salvador, ya que es una fuente natural de agua que abastece a ríos que desembocan en el Océano Pácifico y Atlántico, uno de ellos es el río Sumpul, de El Salvador.
La defensa del río Lempa es una de las luchas principales del Movimiento Ecofeminista Transfronterizo, debido a que la Mina Cerro Blanco amenaza al vital líquido afectando a la población de Honduras, Guatemala y El Salvador.
Nely Rivera, de AMAES, explicó que los estudios realizados de impactos ambientales de la Mina Cerro Blanco, en Asunción Mita, Guatemala, indican que la actividad minera provocaría el desplazamiento ambiental de las comunidades ante la falta de agua.
El Movimiento Ecofeminista Transfronterizo unirá la voces de las mujeres que defienden los territorios y alzarán sus demandas a los Estados para que tomen acciones. “Las fronteras no nos separan, nos unen y juntas pondremos nuestras energías para animar a otras en este caminar”, comentó Yaneth Valle.
Las fronteras que dividen los países no existen para las mujeres que protegen los territorios. Por medio del movimiento se enfocarán a denunciar las injusticias que enfrentan en común. “Vamos a seguir luchando por cada uno de nuestros países, sin fronteras, todas unidas”, dijo Veraliz Lemus, de Candelaria de la Frontera, de Santa Oeste, El Salvador.