La economía que no está en cuarentena: los cuidados para el sostenimiento de la vida -Por Alicia Álvarez-

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Por Alicia Álvarez

El mundo tal cual lo hemos concebido hasta ahora está enfrentando una transformación profunda, desde la manera de relacionarnos entre seres humanos y humanas y sobre todo la relación que se ha sostenido con la naturaleza. La actual crisis que enfrenta El Salvador es un fenómeno global, que está teniendo repercusiones en todos los ámbitos de la vida. Desde el mismo virus, pasando por la cuarentena obligatoria y todos los efectos que esta tiene en los diversos grupos poblacionales.

Existen muchos grupos en condición de vulnerabilidad, sin embargo, son las mujeres quienes son las más vulnerables entre los vulnerables. Aclarando que la vulnerabilidad no vista como un signo de debilidad, sino como el escaso o mínimo acceso a recursos y la limitación de sus capacidades. Ante el confinamiento obligatorio, muchas mujeres están en condiciones de riesgo, pues han perdido parte de su autonomía económica, y el derecho a una vida libre de violencia es uno de los más vulnerados.

Así mismo el trabajo reproductivo y de cuidados es el que no ha parado, más bien es el que está sosteniendo la economía nacional en tiempo de crisis. En este sentido, esta columna pretende establecer una reflexión crítica al aporte de las mujeres en tiempos de confinamiento y sobre todo a considerar nuevas manera de interrelacionarnos.

Uno de los efectos del coronavirus es el desempleo, muchos puestos de trabajo han sido eliminados, sectores como el comercio, el turismo o el trabajo doméstico que es en donde las mujeres se desempeñan, son los más afectados por la pandemia. Esto tiene repercusiones directas en su autonomía económica, pues como establece la CEPAL,  cuando los ingresos son escasos, se perpetúa la dependencia de otros miembros del hogar.

En este sentido, es fundamental lo que menciona Lucia Fragoso “La autonomía económica se refiere a la capacidad de las mujeres de ser proveedoras de su propio sustento, así como del de las personas que de ellas dependen, y decidir cuál es la mejor forma de hacerlo”.

No obstante, ante la pérdida del trabajo remunerado muchas mujeres están en una situación precaria ante la pandemia, por no contar con ingresos suficientes para el sustento diario y están nuevamente en una condición subordinada en sus hogares.

Sin embargo, el aporte que las mujeres están realizando para el sustento de la economía y de la vida misma aún sigue invisibilizado. Valeria Esquivel establece que es en tiempos de crisis cuando el trabajo de cuidados suple o compensa en alguna medida los menores ingresos de los hogares. Son las mujeres quienes están sosteniendo la vida, cuidando a niñez, adolescencia y población adulta mayor, además de estar en la primera línea de defensa durante la pandemia.

Las mujeres están asumiendo no solo las labores doméstica, sino que están siendo recargadas con labores de enseñanza, de atención médica y de protección a sus grupos familiares. Son las mujeres quienes asumen la sobrecarga del trabajo del hogar, y son las que están siendo más afectadas por el confinamiento, al estar expuestas a las distintas violencias.

La más peligrosa, la violencia feminicida, pues acorde a medios de comunicación como ARPAS, en El Salvador se han registrado 13 feminicidios durante la pandemia . Sumado a ello, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva se ve muy limitado, pues todo el sistema de salud está enfocado a la atención de casos del virus.

En este sentido, es necesario traer de nuevo al debate y la reflexión todo el aporte de las mujeres al sostenimiento de la vida, pues son ellas quienes están asumiendo todos los costos de la pandemia y de las medidas implementadas por el Estado. Es necesario transformar no solo el modelo de desarrollo actual, sino las relaciones entre hombres y mujeres, pues el desafío no solo es económico, político o social, es también de género.

En esta crisis ha quedado demostrado que, sin los cuidados, la vida no es posible. Es necesario que el cuidado sea visto como una actividad en especie, que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro “mundo” para que podamos vivir en él tan bien como sea posible.

Ese mundo incluye, nuestros cuerpos, nosotras y nosotros mismos y nuestro ambiente, todo lo cual buscamos entrelazar en una compleja red que sostenga la vida, como sostiene Fragoso.

Es necesario que se empiecen a establecer iniciativas desde todos los ámbitos de la sociedad para visibilizar y establecer mecanismos eficaces que distribuyan el cuidado y el trabajo reproductivo. Pues sin éste, es imposible concebir la vida como se ha hecho hasta ahora. Y es en ese punto donde es necesario distribuir la carga impuesta a las mujeres, pues son ellas quienes por mandatos históricos, culturales y sociales las designadas para realizar esta labor. Sin embargo, no debe continuar así, pues si se está hablando de la construcción de relaciones más equitativas es necesario empezar a disminuir las desigualdades, en especial las que se viven en el seno de los hogares.

Esta crisis y los efectos que está teniendo son un punto de quiebre para el mundo como lo hemos concebido hasta hoy. Está claro que los modelos de desarrollo no han llevado bien la crisis del virus y, sobre todo han dejado en claro que las desigualdades son las que están teniendo efectos más complejos incluso que el mismo virus. Por ello, es importante cambiar el modelo, los paradigmas, las acciones y las teorías en que se han construido estas sociedades.

Es necesario que se empiecen a implementar acciones desde una mirada interseccional, incorporando sobre todo las necesidades de los grupos más vulnerables, especialmente de las mujeres, pues es fundamental empezar desde lo individual, teniendo una conciencia crítica que desea cuestionar, pues como enfatiza Rosa Luxemburgo es necesario un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

Alicia Álvarez es educadora en Género y Derechos Sexuales y Reproductivos, Defensora de Derechos Humanos, estudiante de la Maestría en Desarrollo Territorial, estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de El Salvador y es parte de la Colectiva Feminista Akelarre.