Educación online, otros de los privilegios evidentes en medio del COVID19

Foto/Cortesía

Por Antonieta Coreas 

Con la suspensión de clases y la campaña de quedarse en casa dada la crisis del virus COVID19, quedan en evidencia las brechas de acceso a las tecnologías en el ámbito educativo, siendo para una parte de la población una oportunidad para “innovar”, utilizar herramientas y formación del tema, y para otrxs los obstáculos que hacen el camino de acceso al conocimiento aún más lejano. 

Desde el pasado miércoles 11 de marzo el Ministerio de Educación (MINED) emitió un comunicado oficial en el que se anunciaba que debido a la emergencia por COVID-19 se suspendían las clases y toda actividad educativa a partir del jueves 12 de marzo hasta el 1 de abril; causando una variedad colorida de comentarios y reacciones dentro del ámbito educativo y fuera de él, expresando el sentir de la población con miras a que la situación, en ese momento, aún no nos parecía tan apocalíptica.

En ese tiempo se trataba solamente de una suspensión de clases por 21 días para todos los centros que presten servicios educativos tanto públicos como privados, invitando a la planta docente a trabajar con los lineamientos colocados en el portal de la web del MINED o en sus respectivos correos electrónicos, dejando en libertad a las instituciones privadas de definir los mecanismos de trabajo desde casa así como de universidades y otros centros de estudios superiores.

En el caso de las y los docentes de los centros educativos públicos fue necesario asistir a las escuelas después de dicho comunicado, del 12 al 18 de marzo, para establecer con las madres, padres de familia o responsable la forma de trabajo según lo establecido por el MINED en las guías de trabajo y libros de texto con los que cuenta cada estudiante, además del trabajo administrativo necesario para ausentarse durante tantos días de la institución.

Hasta acá todo bien, la dinámica parece estar clara para fluir productivamente y obtener los resultados esperados; sin embargo, no todo el recorrido estaba marcado, faltaban algunos puntos y variantes del camino como el hecho de que en nuestro país no todas las personas tenemos acceso al internet, a redes sociales, luz eléctrica o un teléfono inteligente para “estar pendiente” como lo recomienda el MINED en su comunicado – por cierto- virtual.

Las maestras de la zona rural por ejemplo, tuvieron que viajar a las escuelas para entregar las guías de trabajo en físico que ellas mismas imprimieron y fotocopiaron en un ciber café para evitar que las madres, padres o responsables incurrieran en un costo económico, según los lineamientos recibidos por el MINED, atendiéndoles en grupos de diez en diez personas y explicándoles de manera personal el mecanismo de trabajo, incluso considerando que muchas de estas personas no saben leer ni escribir.

Luego en casa, mientras la maestra también es madre, esposa, y posible cuidadora de algún familiar enfermo, atiende a las madres (porque son ellas quienes en su mayoría desarrollan el trabajo escolar con sus hijas e hijos), por medio de llamadas o mensajes por Whatsapp de una parte de la población que tiene acceso a la aplicación, aunque con dificultades, ya que en algunos casos ni siquiera es posible descargar un Word o PDF y en los casos más graves no existe el acceso mínimo a tecnología, y por tanto, a la educación virtual, quedando fuera del sistema por la enorme brecha en el acceso a la tecnología.

La brecha digital es cualquier distribución desigual en el acceso, en el uso o en el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) entre grupos sociales.  La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de la Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Economía, asegura que en 2017 un 1.8 millones de salvadoreños tuvieron acceso a la Internet, un 22% más que en 2016. Ese mismo año 303,815 hogares tenía conexión a Internet, lo que equivale al 16.59% del total de hogares del país.

Pero esa no es la realidad de todas las personas en el país, solo de la mayoría, algunxs podemos disfrutar con menos culpa de una realidad de colores cálidos y aromas a casa limpia y comida caliente donde la niñez y la juventud incluso pueden ver a sus maestras y profesores, quienes cuentan con el material virtual y previamente recibieron la información adecuada sobre las tantas aplicaciones de reuniones virtuales en sus celulares, tablets o computadoras como si estuvieran ahí mismo en clase y todo esto no estuviera pasando.

Ivania Antonieta Coreas es feminista, educadora en parvularia y amante del teatro y el arte en general .

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