“Y la palabra (de Nayib) se hizo carne…”

Fotografía tomada de internet

Por Saria Montesino

«En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios […] Y la Palabra se hizo carne.»

Evangelio según San Juan, 1, 1 & 14.

Ahhh, las palabras. Tan poderosas que son. Me gustaría que en El Salvador emergieran más entusiastas emprendedorxs del estudio y análisis de las palabras (así como emergen youtubers y diseñadorxs gráficxs cada 2×3). Analistas y críticxs de todas las palabras que escuchamos, leemos y pronunciamos; ciudadanxs de bien que examinen minuciosamente la forma en que acomodamos cada frase en nuestro discurso cotidiano y también las narrativas a las que nos remitimos y así descubrir quién sabe qué maravillas (o atrocidades, por supuesto).

Un buen comienzo para esta millonaria propuesta podría ser el escrutamiento de todo lo comunicado por el presidente Nayib Bukele en la cadena nacional de las 8:15 p.m. del día miércoles 18 de marzo. ¿Por qué? Pues bien, una clase rápida de teoría de la comunicación socio-, neuro- y antropología lingüística pueden darnos pistas.

Algunos paradigmas de estas ciencias proponen que lxs hablantes (entiéndase por estxs como, sencillamente, quienes hablamos, quienes tenemos la doble articulación del lenguaje -o sea, no los animales, ni los virus, ni las computadoras; exclusivamente lxs seres humanxs-), al llevar a cabo el acto del habla, no reproducimos pasiva y mecánicamente lo que comunicamos. Tampoco nos limitamos a reproducir estructuras socioeconómicas ni solamente los segmentos culturales a los cuales estamos adscritxs.

El lenguaje no se limita llanamente a reproducir o recrear la realidad (haciendo uso, para tal función, de todo el acervo lingüístico acumulado a lo largo del pasado por una comunidad de hablantes y transmitido de generación en generación), también la crea. Y este acto de creación e invención puede intervenir materialmente las realidad (sí, como los hechizos de lxs brujxs en la cultura popular occidental, o el mismo Dios judeocristiano en el Génesis al crear el mundo simplemente nombrándolo).

Además, las neurociencias han descubierto muchas de las cosas asombrosas que le ocurren a nuestro cerebro cuando usamos determinadas palabras con cierta entonación y contexto. Este hecho podría ilustrarse en la imagen de que el cuerpo escucha. Las palabras nos hacen sentir cosas, no solo pensarlas, y además nos llevan a hacer cosas. Y el marketing conoce este hecho como la palma de su propia mano (¿invisible?).

¿Cómo se relaciona todo? Ese día se anunció el primer caso de COVID-19 en el país. El presidente anunció las medidas que serían implementadas a partir del trágico suceso. Voy a omitir varios objetos interesantes al análisis de su discurso (como por ejemplo cuando dijo que él mismo metería presxs a sus funcionarios del mal) y voy a centrarme en el vídeo retransmitido del segmento de un noticiero español en donde se lleva a cabo una videollamada con el polémico médico español y youtuber Spiriman.

En el segmento del video podía observarse al médico de Granada en un evidente estado de pánico y desesperación narrando el caos y las condiciones alarmantes en las que se encontraban lxs portadorxs del virus en los hospitales locales. La intención de la retransmisión del video era un “llamado de atención” para “concientizar” a la población acerca del peligro de no tomar medidas sanitarias preventivas y estrictas respecto de la pandemia… ¿o no? Aquí nuestrx entusiasta de la palabra llegaría a la cúspide de su análisis y nos entregaría la pieza faltante del rompecabezas: la intención no era la de hacer conciencia (lo cual implica un complejo y largo proceso que inicia y culmina en un periodo de largo plazo y que en las sociedades modernas globales se deja en manos de instituciones educativas) sino la de provocar un estado masivo de shock. La retransmisión de ese video no tenía el propósito de hacernos entrar en razón sino todo lo contrario: derribar nuestros mecanismos de defensa cognitivos y centrarse solamente en la manipulación emocional.

La alarma social y el pánico fueron inmediatos. Muchxs salvadoreñxs estaban completamente convencidxs de que el COVID-19 significa la extinción de la especie humana. ¿Es esto realmente estar conciente? ¿Qué recreó pero también creó Nayib Bukele con las palabras ahí vertidas? ¿Qué efecto quería crear en nuestros cuerpos y psique, considerando que nos ha quedado más que claro que el tipo es un gurú del marketing comercial y político, que sabe perfectamente que la nuestra es una sociedad cansada, explotada, desmotivada, empobrecida e indefensa a casi todos los niveles de existencia?

(La opinión continuará en una segunda parte).

 

5 Comments

    • Jajajaja no dijiste nada de lo que ya sabíamos desde hace tanto tiempo, además de ser un artículo vacuo, lamentable para alguien que ostente semejante «conocimiento»

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