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Por Edith Elizondo, feminista
Como siempre son las mujeres las que cargan con los cuidados, los cierres de las escuelas, colegios y guarderías, observo a muchas de mis amigas, compañeras de trabajo con sus hijos e hijas acompañándolas. Otras vueltas locas dejando almuerzos y cenas, corriendo de un lado para otro porque no pueden dejar de ir a trabajar y sus hijos e hijas están en casa sol@s.
¿Qué se les ofrece a estas mujeres como opción cuando todo recae fundamentalmente sobre ellas?, sin agregar la carga de la educación en el hogar con todas las guías enviadas por los maestros y maestras, este tipo de pandemias pone en evidencia la desigualdad que existe históricamente que quien se encarga de los cuidados, del trabajo gratuito son las mujeres.
La “economía del cuidado” se refiere al trabajo no pagado realizado en la esfera doméstica que mantiene la fuerza de trabajo actual. Esta área de la producción incluye el cuidado de niñ@s, viej@s y enferm@s, el mantenimiento diario del bienestar en el hogar, el trabajo voluntario en la comunidad y la producción de subsistencia es de fundamental importancia económica. A esta situación le sumamos que las mujeres ganan menos que los hombres en El salvador.
Por otro lado, son las mujeres las que más trabajan en el sector informal donde no cuentan con beneficios como la seguridad social. Muchas de ellas tienen que salir a diario a ganar dinero para comer el día a día y sobrevivir ellas y sus familias.
¿Qué pasa con estas mujeres? Un plan de contingencia que no se ve desde la perspectiva de género pone en una situación de vulnerabilidad a las mujeres, generalmente como resultado de posición de género en la sociedad, es decir, la sinergia del sistema patriarcal y capitalista repercutirá directamente en la economía y la violencia hacia mujeres haciendo más profunda la brecha de desigualdad.
Es necesario asumir las tareas dentro del hogar de formas más equitativas cualquiera sea el tipo de familia. Por ejemplo, entre los padres y las madres para el cuidado de los hijos e hijas, en familias heterosexuales o homoparentales, entre hermanos y hermanas en las tareas domésticas en familias monoparentales o en el cuidado de los enfermos o padres mayores en familias extensas.
Es importante repensar otras formas de cuido más colectivas desde las mujeres feministas para resistir y ayudarnos entre nosotras.
Es fundamental poner al centro la vida, pero es fundamental también pensar en las mujeres y familias que viven en la extrema pobreza en El salvador.
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