¿Tenemos las Amorales motivaciones para fabricar un caso de acoso y agresión sexual?

Fotografía/Cortesía

Por Keyla Cáceres

La audiencia de sentencia de las Amorales se desarrolla durante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que tiene entre sus prioridades revisar la violación de derechos humanos que se ejerce contra las mujeres en El Salvador, y precisamente nos encontramos en medio de un caso de violación a derechos: la Colectiva Amorales está siendo criminalizada.

El responsable de la denuncia es Ricardo Mendoza, director y profesor del Diplomado Superior en Teatro de la Universidad de El Salvador. Él nos persigue por los supuestos delitos de “difamación y daños al honor”. ¿Bajo qué argumentos? sinceramente no hay razones de peso, solo el legítimo derecho que tenemos las mujeres de actuar cuando las instituciones nos fallan, es decir, la condena pública. Si, nosotras le hemos gritado y señalado de acosador y violador, así ha sido, nunca lo hemos negado, ni mucho menos lo hemos dejado de hacer, porque nuestras acciones no son únicamente por Mendoza. La campaña #OjosEnLaUes la hicimos porque en la UES no hay mecanismos de denuncias para las mujeres.

El miércoles 3 de diciembre lo comprobamos, vimos (lastimosamente) a mujeres víctimas de agresiones sexuales y acoso sexual de parte de Mendoza comparecer ante un abogado misógeno, me refiero a Miguel Ángel Flores Durel, que las revictimizó a ellas, que valientemente se acercaron a decirnos “No es justo que Mendoza, siendo un acosador y violador, las esté denunciando a ustedes que han expuesto los abusos de él». Para las Amorales ha sido doloroso este momento, sabemos que las mujeres sobrevivientes de acoso y abuso sexual no deberían ser expuestas de esta forma, es decir, probar ante su agresor que fueron víctimas, eso es degradante.

En el juicio sonó mucho la palabra «prefabricado», según el abogado de la parte acusadora, nosotras, las Amorales, hemos prefabricado el caso. Sin embargo, las estadísticas muestran el alza en casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes. Los datos de una encuesta reflejan que el 13.5% de las niñas experimentaron violencia sexual antes de los 18 años, en un país que considera que tocar una niña no es un delito, sino más bien una falta “leve”; en un país donde cada día se reportan 11 violaciones sexuales para las niñas; donde de enero a abril del 2019 el Instituto de Medicina Legal reportó 822 casos de violencia sexual, de los cuales, el 88.3% fueron contra mujeres.

«Las cifran comprueban que los casos de agresiones sexuales no los hemos prefabricado, son parte de las luchas cotidianas para la mayoría de mujeres en El Salvador».

Cómo un hombre que se dedica al derecho puede alegar que «hemos prefabricado tres testimonios de acosos y agresiones sexuales», pero las tres mujeres presentan una similitud en los actos de violencia: Mendoza tiene una forma de operar desde el 2005 y no son solo tres casos, ha hecho del Diplomado Superior en Teatro su lugar de cazar víctimas, muchas mujeres de las que llegan a ese diplomado son menores de edad, prefabricar relatos de agresiones sexuales y acoso sería burlarnos de nosotras mismas.

«A las Amorales nos unen muchas cosas, pero una de ellas es la que destaco en este caso: Nosotras mismas hemos enfrentado violencia sexual y nadie estuvo con nosotras en ese momento».

Ha quedado claro que en la universidad no existen mecanismos de denuncia cuando las estudiantes se enfrentan a violencia sexual, acoso sexual o violencia de género, ha quedado claro que las mujeres víctimas de Mendoza no denunciaron porque no sabían dónde hacerlo, cuando pusieron una queja en la Secretaría de Arte y Cultura de la UES, perdió la nota que presentaron.

Además, quedó claro el 3 de diciembre que a Mendoza lo asesoraron desde la Fiscalía General Universitaria y la Defensoría de Derechos Universitarios para que pusiera una denuncia contra las Amorales, dos instancias que se supone que responden a los derechos estudiantiles, pero que cuando se presentan las víctimas de violencia sexual lo primero que hacen es informar al agresor, dejando claro que no responde al acceso de la justicia para las mujeres.

Este viernes pedimos la absolución de los supuestos delitos de “difamación y daños al honor” contra Mendoza porque quedó demostrado el 3 de diciembre que nunca cometimos un delito, nunca fue mentira lo que dijimos. Le exigimos a Roger Arias que despida de manera inmediata a Ricardo Mendoza por ser un atentado contra las mujeres universitarias, le requerimos una investigación seria de los casos de abuso sexual y acoso sexual denunciados dentro del campus y demandamos a la Asamblea Legislativa la reforma al Código Penal para que los delitos sexuales no prescriban.

Finalmente, invitamos al movimiento feminista y de mujeres a que por un momento analicen ¿Qué pasará si las Amorales somos condenadas por “calumnia» y dañar el honor de Ricardo Mendoza? Esa es la puerta a la impunidad, al silencio, es cerrar la oportunidad para tener justicia social. Si el 6 de diciembre las Amorales somos condenadas el movimiento feminista corre riesgo de ser silenciado.

Keyla Cáceres es defensora de los derechos humanos de las mujeres jóveves, activista feminista, estudiante de la licenciatura en historia de la Universidad de El Salvador.

Es parte de la Agrupación Ciudadana por la despenalización del aborto, milita en la colectiva de mujeres jóvenes de artistas feministas, Amorales; pertenece a la Asociación de Mujeres Ixchel y a la Red Nacional de Colectivas Feministas. También es columnista de esta revista con énfasis en temas de violencia hacia las mujeres, juventudes, derechos sexuales y reproductivos, uniones tempranas y contraloría social a políticas públicas de las juventudes.