Por Eugenia Olan
Romper un vínculo amoroso es de las cosas más difíciles a las que nos podemos enfrentar, puede ser muy parecida al duelo que tenemos cuando perdemos un ser querido, la muerte y la separación son procesos muy complicados, difíciles y duros porque como seres humanos nos cuesta decir “adiós”, nadie nos enseña las transiciones entre las etapas del duelo.
El proceso del duelo romántico, es un ajuste emocional al que todos nos enfrentamos cuando cerramos vínculos en una relación, esto incluye diferentes fases o etapas donde no existe una duración estándar, pues según estudios puede durar desde tres meses hasta tres años.
En primer lugar debemos saber que es normal sentir las emociones por las que se está pasando, independientemente del porque concluyó la relación o el tipo de ruptura que enfrentamos. Algunas emociones pueden impactar menos que otras.
Etapas del duelo
Las etapas del duelo pueden ser lineales o no, no existe un orden y esto depende mucho de la persona y su personalidad.
Para ello, Andrea Escamilla, Psicóloga Clínica, nos comentó sobre estas etapas:
La primera de ellas es la negación esta se caracteriza en que nos negamos a la realidad, cuesta asimilar el porqué de la ruptura, se presentan dudas cómo: ¿Por qué me pasa a mí?, ¿Estábamos tan bien?¿ No sé qué pasó? Entre otras.
Esta etapa según Escamilla es un mecanismo de defensa ante el impacto de las emociones.
“La negación es la fase más común en la mayoría de los casos de duelo, cuesta aceptar que esa persona ya no está con nosotros, buscamos y pensamos cual sería el motivo por el que la relación terminó, y es aún más difícil si el fin de la relación fue por la otra persona, porque no dudamos de ellas, dudamos de nosotras”. dijo.
La ira se caracteriza por la rabia o enojo hacia la persona que nos ha abandonado, incluso tenemos enojo por la nueva pareja de la persona. Parte de esto se encuentra también en la frustración de lo que ocurrió y con uno mismo donde nos cuestionamos porque permitimos que la relación terminara.
“La ira es otro de los mecanismos de defensa para protegernos del dolor, en ella buscamos culpables, ya que es más fácil ensañarse en alguien antes que sentir el dolor o la tristeza”. explicó.
Otra de las etapas, es la de negociación donde creamos escenarios alternos como podemos ser amigos, podemos regresar, podemos cambiar o podemos mejorar. Esta fase puede resultar un poco peligrosa si no gestionamos bien nuestras emociones o no hemos procesado muy bien el motivo de la ruptura, puede tornarse en una relación que termina y regresa que a lo largo se vuelve un ciclo, que causa daños en confundir a las personas y un retroceso de superación del duelo romántico.
La cuarta etapa es la depresión, donde podemos entender o asimilar lo que ya pasó, nos podemos dar cuenta de que no se puede recuperar lo que ya se perdió, en ella podemos tener emociones de vacío, de tristeza, nostalgia, y en algunos casos de vergüenza porque en algún momento insistimos. Sentimos el daño en nuestra autoestima, sin embargo en esta fase podemos tener la ayuda de nuestras amistades.
La última etapa es la aceptación, donde aprendemos a visualizar los errores de la relación que acabamos de pasar. En ella ya tenemos las capacidades de no repetir patrones en una nueva relación, aprendemos también a saber qué tan listas estamos para una nueva.
En la etapa de aceptación podemos reintegrarnos y construir mejores vínculos para el futuro.
El problema del amor como proyecto de vida, la idealización de la pareja.
El pensar que alguien va a complementar nuestra vida, que nos va a generar un futuro, que debemos seguir el modelo de amor para nuestras vidas, es parte del problema de la idealización que hacemos en nuestras parejas.
La psicóloga Escamilla explicó que la idealización de la pareja es donde incrementamos las cualidades de las personas.
“Hacemos una visión distorsionada de la cualidad de la persona y creemos que es eso, idealizamos la etapa del enamoramiento que es donde mostramos nuestra mejor faceta, con el tiempo se va acabando esa cualidad porque vamos conociendo a profundidad a esa persona”.
Agregó que el idealizar a una pareja viene acompañada de muchos mitos: “el amor todo lo puede”, “cambiará sí se lo pido a Dios”, porque amor no es perdonar un maltrato, amor no es brindar claves de redes sociales para hacer creer que eso es confianza.
Las parejas no deben verse como una entidad fusionada, son dos seres individuales que merecen también su propio espacio.
Hemos olvidado nuestro propio deseo, sobreponemos la idea de una relación perfecta, cambiamos nuestros gustos, forma de vestir y ser, por querer encajar en el mundo de las parejas. El éxito de las relaciones depende de quién eres y cómo quieres que te quieran, limitarse a ser quien realmente somos es el problema mayor dentro del amor.
Invisibilizar nuestro deseo de amar y ser amadas nos encarcela en el molde social del que no estamos obligadas a encajar.
Superar una ruptura desde el feminismo
Rodearnos de personas, sabemos que las amistades alivian la soledad y no sentirse sola es fundamental. Por ello, el feminismo es una herramienta crucial y elemental ante cualquier estado social y también cuenta con mecanismos ante las angustias amorosas.
Durante este proceso, el feminismo y nuestras amigas nos hacen recordar que el amor romántico está idealizado, que la monogamia y el amor “para toda la vida” son imposiciones que no garantizan la felicidad de nadie.
Ileana Merino, Psicóloga feminista, habla sobre la subjetividad femenina, para entender las desigualdades profundas en las mujeres y que impactan en sus proyectos de vida. Esto quiere decir, en la forma de como asimilamos las ideas, como moldeamos los valores que rigen la visión del mundo, que nos permitan posicionar a las mujeres en una autonomía social.
“Las mujeres necesitamos construirnos como sujetas, dónde estamos atentas a cuáles son nuestros deseos, necesidades y desalojamos a los hombres del lugar que ocupan en nuestro psiquismo, rompemos ese modelo de complacencia y obtención de ser amadas. Es necesario que socialicemos que el amor romántico no tiene que ver sólo con la individualidad, porque está condicionado por causas estructurales de dominación”.
Para Merino, la subjetividad femenina puede ser uno de los mecanismos que podríamos abordar desde el feminismo para superar un duelo romántico, ya que permite la construcción social y la búsqueda de la autonomía de nuestras decisiones, desplazando aquellas ideas destinadas estrictamente al amor tradicional.
Estamos inmersas en esta compleja parte del amor tradicional, por una parte, la sociedad que lucha por salvaguardar valores que van perdiendo vigencia porque ya no responden a las relaciones y, por la otra, el impulso a una transformación.
Desde el feminismo podemos construir otra idea del amor, el “despecho” puede ser esa revolución de cerrar vínculos y sobre todo de no permitirnos seguir con el patrón de “hay alguien que te llenara de todo”, las expectativas sociales nos limitan a conocernos a nosotras mismas, a disfrutar el amor que no necesariamente precisa de una validación social. Romper esa idea no es fácil, pero puede ser liberador.
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