Por Bertha Chávez
El Salvador ha pasado por diferentes contextos históricos, políticos, sociales; los cuales han marcado nuestra construcción individual, colectiva, democrática, representativa, etc. A partir del siglo XIX, en nuestro país se inicia la conformación lenta de un modelo económico-social y político, marcando una época de auge cafetalera que beneficiaba a unas pocas familias.
A partir de 1931 a 1979 se instauró una fuerte, agresiva y grotesca “dictadura militar”, esta época precisamente se caracteriza por el control total del Estado por la Fuerza Armada, período donde la bota militar era puesta sobre la mayoría de la población salvadoreña y resultó en el estallido de la guerra civil que posteriormente terminó con la firma de Los Acuerdo de Paz el 16 de enero de 1992. Nuestra historia nos ha demostrado que nos hemos construido como seres presidencialistas, acostumbrados a que nos resuelvan, nos premien o castiguen por nuestro comportamiento diario.
Para muchos es motivo de alegría el hecho de que, en un país tercermundista se está gestando un cambio en la forma de gobernar, de comunicar, de profesar la democracia y la defensa del orgullo por ser salvadoreño; pero tras ese discurso populista-cercano, lo que se está orquestando es tener el control total de los Órganos de Estado. Cuando en el buscador de internet tecleamos 9 de febrero 2020 El Salvador, lo primero que aparece son titulares del Golpe de Estado fallido. Y es que, no es un secreto la invasión político-militar, realizada a la Asamblea Legislativa por cuerpos militares comandados por el presidente, exigiendo la aprobación de 109 millones de dólares para el refuerzo de la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada; esto justificado por la necesidad de atender la pandemia COVID-19.
Este Golpe de Estado fallido del 9 de febrero nos da una muestra de todas las atribuciones que la Fuerza Armada está tomando a su cargo, sin tener justificación alguna para hacerlo. La Asamblea Legislativa es un Órgano independiente, con garantías constitucionales establecidas claramente en la Carta Magna, siendo el de mayor representación del pueblo.
La utilización de la Fuerza Armada como instrumento de represión el día 9 de febrero de 2020 llamó la atención de organismos y organizaciones nacionales e internacionales, las cuales emitieron pronunciamientos haciendo un llamado al diálogo, a la concertación, pero sobre todo a respetar la independencia de poderes, respetar la Constitución y velar por el pleno cumplimiento de ésta. Lo asombroso de este día oscuro y del golpe a la democracia de nuestro país es que el presidente terminó su grotesco acto expresando que el “señor le había dicho que tuviera paciencia”; termina pareciendo una especie de intercesor divino entre lo celestial y lo terrenal, esto con el ánimo de ganar adeptos en la mayoría de la población por nuestra construcción conservadora religiosa.
Aunque la fuerza Armada tiene determinada su actuación dentro de la Constitución de la República y de su propio reglamento interno, durante este gobierno ha sido utilizada para múltiples “actividades de combate a la pandemia”, entendiendo la situación de país, de emergencia que vivimos, no es extraño de su colaboración en actividades de ayuda a la población.
Pero ¿Qué está pasando con el rumbo de la FAES?
Al inicio de la cuarentena por parte del Ejecutivo se decretó que toda persona que estuviera fuera de su casa sin tener ninguna razón válida para poder salir fuera retenida y llevada a centro de contención. Los encargados de hacer esto eran la Fuerza Armada y Policía Nacional Civil, llevando a cientos de salvadoreños a centros de contención, espacios que no estaban adecuados y que se convirtieron en principales centros de contagio porque no existía ningún protocolo que velara por el cuidado de las personas retenidas.
En respuesta a esta medida se presentó una demanda ante la Sala de lo Constitucional velando por la defensa de los Derechos Humanos de muchos salvadoreños que fueron maltratados por cuerpos policiales o militares; la Sala falló a favor y emitió resolución disolviendo estas medidas e invitando a la Asamblea Legislativa a emitir un decreto que cuidara la salud de la población sin violar sus derechos, dejando claro en Hábeas Corpus 148-2020 que “dicha forma de internamiento debe estar prevista en una ley formal y no puede ser establecida autónomamente por el Órgano Ejecutivo”.
La campaña electoral es otro punto a tomar en cuenta, es el contexto actual en el que nos encontramos. El Art. 211 de la Constitución establece que: “LA FUERZA ARMADA ES UNA INSTITUCION PERMANENTE AL SERVICIO DE LA NACIÓN. ES OBEDIENTE, PROFESIONAL, APOLÍTICA Y NO DELIBERANTE “. Este artículo ha quedado totalmente obsoleto con el nuevo rol que desde el Ejecutivo se está dando a la Fuerza Armada, ya que la FAES ha cumplido labores de entrega de paquetes alimenticios para la población, pero estas entregas están llenas de propaganda electoral.
Hemos sido testigos de cómo estos instrumentos de poder están acuerpando cada una de las decisiones de este gobierno. La Fuerza Armada de hoy ha dado y continúa dando acompañamiento a inscripciones, caravanas, mítines que el partido Nuevas Ideas ha realizado. La principal misión de la Fuerza Armada según Art.212 de la Constitución: “La Fuerza Armada tiene por misión la defensa de la soberanía del Estado y de la integridad del territorio. El presidente de la república podrá disponer excepcionalmente de la Fuerza Armada para el mantenimiento de la paz interna, de acuerdo con lo dispuesto por esta constitución“, en este momento su principal objetivo es a servir y proteger a funcionarios del gobierno de turno.
También la Policía Nacional Civil no queda alejada de este proceder, pues recordaremos el día en que militantes, afiliados, simpatizantes, y hasta funcionarios se hicieron presentes a las instalaciones del Tribunal Supremo Electoral a cerrar los portones violentando su libre movilidad; la Policía Nacional Civil se convirtió en observador y cómplice.
La propaganda partidista ha avanzado, se escucha y se vende en medios televisivos, radiales y medios virtuales la intención de fraude electoral que podría suceder el 28 de febrero durante las elecciones, preparando a la población, candidatos, pero sobre todo a la Fuerza Armada y Policía Nacional Civil, para defender lo que “los mismos de siempre” podrían hacer el día de las elecciones; pero es que esto únicamente sirve para ir preparando las condiciones, de manera que si las encuestas arrojaran un resultado diferente a donde posesionan a Nuevas Ideas en este contexto, ese día podrían desarrollarse actos violentos, de los cuales ya hemos sido testigos el pasado 31 de enero cuando miembros de la seguridad del Ministro de salud asesinaron a dos personas pertenecientes al FMLN.
Nos hemos acostumbrado a tener la bota militar en la “nuca”, en los tiempos donde las elecciones eran falsas, donde el presidente tenía que ser un militar, donde ser anti-gobierno era motivo de represión, desaparición, asesinato. Esa época es la que se está viviendo en este momento solo que disfrazada de verdadera “democracia”. Este momento oscuro que vive nuestro país solo puede compararse con el momento histórico de antes de la firma de los Acuerdos de Paz; esos que el mismo presidente ha dicho que no sirven para gobernar y garantizar la paz de toda una nación.
El miedo es el que gobierna a nuestro país, miedo a organizarse libremente en un partido de izquierda porque puedes ser asesinado por simpatizantes del actual gobierno, movidos precisamente por el discurso de odio que se emite a diario, que es el pan de cada día; no el pan que le hace falta en su mesa cada vez más a la gente que está sumergida en la pobreza.
La instauración del poder total-militar ha iniciado, solo que para algunos es una versión romántica de dictadura; principalmente aquellos que no conocen nuestra historia y el sufrimiento de nuestro pueblo; estos que dicen “que hermosa dictadura”, los que niegan su historia, son los que ahora están entregando nuestra paz, nuestra democracia, nuestra libertad.
Bertha Chávez es feminista de izquierda, educadora popular y activista.
Excelente análisis de la triste, dura y decepcionante realidad de nuestro país estimada Bertha, un abrazo.
Esta muy bueno así es la realidad de nuestro pequeño país