Fotografía tomada de internet
Por Saria Montesino
Esta columna es la segunda entrega de [ “y la palabra (de Nayib) se hizo carne…”, 2.0]
Nayib Bukele te envió un mensaje directo. «Hola Stella, ¿los servicios que están en tu bio son en broma o son reales? ¿En que trabajas? […] Sí, me refería a eso, aunque lo relevante no era eso en sí, sino si te interesaría participar en una campaña política. Asesorando al candidato en cosas que no asesora nadie». sáb., 12 may. 2018 21:26 [Twitter].
Recibí vía Twitter, hace dos años, un mensaje directo de la cuenta oficial del entonces candidato a la presidencia por Nuevas Ideas, Nayib Bukele. En el mensaje, pregunta por la descripción de mi bio «servicios de psicomagia, alquimia, brujería, descolonización epistemológica…» y no recuerdo qué más.
En esa cuenta de Twitter había construido el personaje de una «prestadora» de servicios de artes ocultas solo para ensayar y elucubrar en tuits algunas cosas que estaba aprendiendo en ese momento, puesto que había comenzado a estudiar algo de historia y prácticas esotéricas, y escribir de vez en cuando al respecto por Twitter realmente me servía como ejercicio. Al parecer a él le llamó la atención este hecho. Comenzó a seguir mi cuenta y me escribió.
El entonces candidato, de alguna forma, quería que lo asesorara en esas artes esotéricas para su campaña política. Luego de un intercambio de varios días de mensajes la conversación terminó por un mal entendido e inmediatamente cerré esa cuenta.
En la primera parte de esta columna, hablé sobre la estrategia de shock que utilizó el presidente Nayib Bukele en una cadena nacional el día miércoles 18 de marzo del presente año para causar paranoia colectiva, debilitar las defensas del pensamiento racional y emocional de la población y crear artificialmente una explicación «lógica» en la toma de sus decisiones. Ahora bien, esta no es una estrategia que el presidente utiliza solamente en momentos de crisis. Es, más bien, su forma de gobernar, una forma bastante elaborada y, sobre todo, peligrosamente efectiva.
Antes de la existencia del aparato científico moderno, en la alquimia y la hermenéutica de la Europa medieval ya se había descubierto el «poder» de la palabra, por medio de otros métodos (no el científico, obviamente). Es ese precisamente el principio de la magia: la palabra creadora y modificadora de la realidad -el hechizo-. Existen igualmente algunas analogías para el caso del psicoanálisis (aunque este ya es moderno), al cual de manera frecuente se le ha llamado “curación por medio de la palabra”.
Como dije en la primera parte de la columna, el presidente (hasta por tradición familiar) conoce muy bien de comunicación visual y marketing. Desde que recibí ese mensaje hace dos años, yo sabía que su triunfo electoral sería inevitable pero que, además, su manera de gobernar sería peligrosamente similar a la de los dictadores fascistas de principios del siglo XX, quienes también se interesaban en la pertenencia a logias de poder esotéricas, la teosofía y todo ese tipo de conocimientos “paracientíficos” y herméticos.
El mismo Maximiliano Hernández Martínez lo hacía. Las élites intelectuales en las que se apoyaban estas figuras dictatoriales para crear campañas propagandísticas a favor de sus ideologías y gobernanzas compartían características similares (como Masferrer y Salarrué). La respuesta es sencilla: conocían el potente poder del símbolo y la creación de un estado de conciencia colectiva específico. Nayib, a mi parecer, ha logrado ejercer este «poder», y es por ello que tiene hechizadxs, hipnotizadxs y encantadxs a sus simpatizantes. La magia, la palabra y el marketing: todas se componen de símbolos.
¿Será por eso que Nayib demandaba asesoría en estos asuntos del ocultismo, con la intención de utilizarlos como otra herramienta más de manipulación comunicativa de masas? ¿O simplemente quería aprovecharse de mis vagos conocimientos en esos temas para ganarse en las elecciones a un estrato generacional que recientemente se ha comenzado a interesar por ese tipo de conocimientos?.
En una tercera y última parte de este set de artículos, me gustaría explayarme en cómo Nayib Bukele es un dictador fascista pero no al estilo moderno (como las dictaduras nazi o de Corea del Norte), sino que con una particular estética: la de la psicopolítica neoliberal del siglo XXI. Quien tiene el poder del símbolo tiene también el poder sobre el cuerpo y sobre la psique, y por ello resulta extremadamente peligroso.
Sigue la superficialidad, otro bodrio de artículo por qué no detallas no que todo se queda en lo básico y pueril pero te leeré la tercera parte y no me vayas a salir que el presi es el goebbles maestro de la propaganda jajajaja
El Presidente es torpe, el que si sigue esos pasos el el Brozo, ya he detectado varios pasos copiados a la perfección