Por Keyla Cáceres
El pasado 23 de septiembre, el sargento Héctor Ovidio Alvarado abusó sexualmente de una niña de 13 años en el cantón Mizata, el 10 de octubre se encontró a una niña de 7 años, desnuda, amarrada y apuñalada, en la colonia Campanera, Soyapango, lugar que permanece “bajo cerco militar”.
No son los únicos casos donde las niñas son victimas de violencia sexual y, en el caso de Melissa, victima de feminicidio. Llevamos más de un año y medio bajo régimen de excepción y la violencia contra las mujeres no ha disminuído. Hoy, no solo somos víctimas de grupos criminales, también somos víctimas de los cuerpos uniformados.
El 11 de octubre se celebra el día de la niña a nivel nacional, las diputadas de Nuevas Ideas impulsaron como medida de celebración un comunicado, las mismas que le negaron un minuto de silencio a las víctimas de Chalchuapa. La comisión de la Mujer, donde Alexia Rivas es presidenta, solo ha sesionado 7 veces en 2023, se ha cancelado 6 y no se ha convocado a 19 sesiones. Así de importante es el trabajo legislativo para prevenir y erradicar la violencia contra las niñas y mujeres en El Salvador.
Con un comunicado cada 8 de marzo o el día de la niña 11 de octubre, declarando un día nacional de juego o con un pronunciamiento el 25 de noviembre, no se resuelve la crisis de violencia contra las mujeres por ser mujeres. Han dicho incansablemente que hoy estamos más seguras, la misma Alexia Rivas ha dicho que hoy las niñas ya no son víctima de violencia sexual por el régimen de excepción. Sin embargo, lo que ha pasado en menos de un mes es que, por el contrario, hoy la violencia contra las niñas es más visible, quizás no es menos ni más, solo la misma que siempre ha existido y que nadie ha echo nada para cambiar esta dura realidad.
¿Qué más tiene que pasar para que las niñas puedan crecer seguras? ¿Qué más tiene que pasar para que entiendan que las niñas no se tocan, no se violan, no se desaparecen y no se matan? Cada cierto tiempo nos escandalizamos como sociedad por un caso de violencia sexual contra una niña, pero a la semana lo olvidamos y más niñas siguen en ese circulo de violencia, todas conocemos o hemos pasado por carne propia la violencia sexual, porque para los hombre nuestros cuerpos son carnes que no merecen respeto ni derechos.
Este Día Internacional de la Niña quiero expresar que me duele ser mujer en este país, me duele tener 7 sobrinas porque por más que hacemos y digamos, en este país nos siguen matando, no importa cuantos años tengas, siempre te va alcanzar la violencia patriarcal. Este Día de la Niña le quiero pedir disculpas a mi niña interior y decirle que no fue su culpa que su cuñado abusara de ella y que hasta la fecha duden de su versión, porque un hombre de dios no es capaz de abusar de una niña de 12 años.
El Día de la Niña debería ser motivo de alegría y de hacer un repaso de lo que hemos avanzado, pero este país solo sirve para utilizar la coyuntura para exigir los mínimos derechos a una vida libre de violencia, lo usamos para escribir demandas pidiendo que no nos violen nuestras niñas ni los criminales, ni los familiares, ni los militares y tampoco los policías. Nosotras no celebramos porque por más colores que le ponga a la publicidad el dolor y la tristeza no se borran con un comunicado, como lo intenta hacer la diputada Suecy Callejas cada octubre desde que llegó a la Asamblea Legislativa y se convirtió en la presidenta de la Comisión de la Familia, Niñez y Adulto mayor.
Sinceramente quisiera decir que no perdamos la esperanza, pero seguramente la otra semana me voy enterar de otra niña víctima de algún delito a manos de un hombre, entonces solo voy a cerrar está columna esperando que algún día el 11 de octubre sea motivo de celebración, sin muchas esperanzas pero convencidas que las que denunciamos estamos en lado correcto de la historia, no las cobardes y traidoras que tiene el poder y guardan silencio con tal de no incomodar al patrón que se hace llamar presidente de El Salvador.