Feliz día de los padres

Arte/Gabriela Turcios

Se desahogó y al final me dijo: “No quiero ser yo la que le diga a la niña que su mamá tenía razón, que su padre es un hijueputa”.

Por: Mariana Moisa, Columna feminista dominical

Ni el, “amiga date cuenta”, ha sido tan premonitorio como las relaciones anteriores que hemos tenido; esas relaciones son las que van a hablar de nosotras, de lo malas o buenas personas que podemos ser.  La ex te dijo “el chavón es una mi3rda”, “un saco de patatas”, “chiche de hombre” o “no sirve para ni v3rgs”, esa es la premonición, el verdadero “date cuenta”, la “red flag”; allí, una ya debería ir con alguna duda, si de cuatro “exes”, tres te lo confirman es porque ya eso no va a andar bien.

El problema es que, en este sistema heteroracistacapitalistahomolesbofobícotransexcluyentebinomialypatriarcal”, se nos cruza el maldito amor romántico. Sigo pensando que el amor romántico como teoría, es una propuesta interesante y sobre todo, útil para ellos, pero tan inútil para una generación como la mía a la que, con intravenosa, nos zamparon a Chayanne, a Roberto Carlos, a José José y otra cantidad de baladeros trasnochados, la mayoría agresores y machistas en sus letras y en sus vidas faranduleras, una generación como la mía que vivimos Televisa de los ochentas, los dramas venezolanos de Venevisión y los juveniles de les argentines acomodades que su “mashor problema era shorar”.

Mi generación, después de todo esto, lo que necesitó fue una lobotomía masiva, pero no la hubo; por eso, hoy toca reconciliarnos con la Susanita que llevamos dentro y, aunque sabemos que es una imposición, la muy maldita tiene vida propia, vive hasta en la más dura de las punketas, anarquistas, feministas; es la dueña de la aspiración al matrimonio ya sea hetero, trans, no binarie, guerever.

Así sea que te logrés hacer la fiesta, comprar el anillo, la ceremonia y todo el paquete o solo puedan vivir juntes; una vez que se activa el algoritmo de la Susanita, no hay vuelta atrás, casi que en automático, una fuerza que te atraviesa la médula de los huesos, un líquido caliente que te recorre el cuerpo, te posee y de un momento a otro sos la señora que nos han mandado a ser. Nos volvemos la Susanita.

Así arrancamos enceguecidas por el amor romántico, todo lo que aprendimos de las novelas lo aplicamos, los celos, creerle al otro que es lo mejor, que es bueno y que, lo que se diga de él -lo que digan sus exes- no es más que una mala experiencia, en la que cada cual tiene su 50% de responsabilidad si el asunto no funcionó, como si la cosa fuera así de equitativa para nosotras; por que en las relaciones, quien tiene más poder siempre estará con ventaja, en las rupturas ese 50 y 50 no aplica. 

Cuando estas relaciones acaban, y más con el acervo cultural y generacional que ya expliqué antes, recomponerse cuesta mucho, nos quedamos recogiendo los pedacitos de nosotras que quedan por todas partes, los que decidimos guardar y los que dejamos escondidos para darle lugar a las Susanitas.

Estoy tratando de amigarme con la mía, pero por momentos la odio, sé que la abrazaré y algún día le daré la muerte digna que merece, para no ser yo la que le diga a la niña que su mamá tenía razón, que su padre es un hijueputa.

 *Susanita representa el rol que una mujer debe cumplir, el deseo religioso y conservador, la moral y el status quo. Y si bien refleja a la madre y al mandato impuesto, también de una forma particular y tierna, se ve representado como válido el deseo a, por ejemplo, maternar. Tamara Tenenbaum en:  https://www.filo.news/genero/Si-Susanita-viviera-seria-feminista-20200930-0036.html

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