
Guardianas de la tierra: entrega uno
En la costa salvadoreña, las olas de la Barra de Santiago abrazan el esfuerzo de mujeres guardianas de la preservación de la vida marina. Durante más de una década, su labor ha sido fundamental para la conservación de especies en peligro de extinción, el mantenimiento de ecosistemas saludables y el fortalecimiento de su comunidad. Desde la Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres de Barra de Santiago (AMBAS), no solo defienden la biodiversidad, también tejen redes de vida más sostenible, demostrando que la acción comunitaria y su visión como parte de la naturaleza generan acciones transformadoras.
A través de la serie: Guardianas de la tierra, Revista La Brújula recopila historias de mujeres que, desde sus territorios, protegen y forman parte del cuidado de las redes de la vida.
Redacción Fátima Cruz
Edición Krissia Girón
Fotografías Reiny Ponce
Audiovisuales Karen Sibrian
Diseño Gabriela Turcios
“Las tortugas son como un regalo de la naturaleza pero requieren cuidado para sobrevivir”, dice Dora Martínez mientras organiza el vivero donde protege los nidos. Como viverista, su tarea es garantizar que las -tortuguitas- lleguen al mar.
“Me decidí y dije sí a trabajar como viverista. Ya tengo 10 años de estar trabajando en el vivero de tortugas. Tenemos que controlar la temperatura y mantener los nidos a salvo. Si no lo hacemos estas especies podrían desaparecer y eso sería una gran pérdida para el planeta”, explica.
Antes se dedicaba a “jaibiar y a punchear”, como una de las pocas fuentes de empleo que existen en el lugar. Desde el 2000 se involucró en otras tareas de cuidado de los ecosistemas como campañas de limpieza en las playas, recolección de plástico y más.

Dora es parte de la Asociación de Mujeres de Barra de Santiago (AMBAS), una organización que desde la comunidad, impulsa iniciativas de conservación y desarrollo. “Es una forma de que nos unamos por un mismo propósito: salvar a las tortugas y cuidar el océano. Las tortugas se alimentan de medusas y si no estuvieran el mar estaría lleno de ellas. Las medusas queman al contacto, pero para las tortugas son alimento. Ellas ayudan a mantener limpia el agua», comenta.
Desde su trabajo ha logrado proteger a especies como la golfina, prieta y baule, esta última con anidaciones que varían cada año. “El huevo de la baule es muy delicado, pero no nos rendimos. Cada intento es un avance hacia la conservación”, señala.
El proyecto también ha fortalecido los lazos comunitarios. “Mi familia está contenta por el trabajo que tenemos porque estamos cuidando la especie. La comunidad también ve bien este proyecto. Dicen que cuidemos las especies porque hay que cuidar bastante la naturaleza”.
“Cuando ves que una tortuga llega al mar sabes que tu esfuerzo valió la pena. Es una alegría inmensa que no se puede describir. Nosotras cuidamos las tortugas y el mar porque la vida depende de mantener ese equilibrio. Somos parte de la naturaleza”
Dora

El camino no ha sido fácil para Dora y sus compañeras. Uno de los mayores obstáculos ha sido romper con los estereotipos de género. “Nos decían que no deberíamos trabajar de noche, que ese era un trabajo de hombres”, recuerda.
Algunas mujeres tuvieron que abandonar el proyecto por celos y oposición de sus parejas. “Al principio dolía ver que compañeras dejaban el trabajo, pero seguí adelante porque sabía que estaba haciendo algo importante para mis hijos y para el futuro”, señala.
Respecto a su labor, también enfrentó desafíos. “Decían que solo buscaba pareja por estar fuera de casa. Pero yo siempre trabajé para sacar adelante a mis cuatro hijos. No ha sido fácil, pero aquí estoy orgullosa de lo que hacemos”, expresa.
En el proyecto también lideran campañas de educación ambiental, enseñando a estudiantes y sociedad en general sobre la importancia de proteger los ecosistemas.

“Es una alegría trabajar con esto de las tortugas. Nosotras lo que no queremos es que esta especie se pierda, queremos que las criaturas (infancias) vean que existen, puedan conocerlas y aprender de su importancia que tienen en la naturaleza”
Dora.

Guardianes del paso de las tortugas
Te has preguntado al despertar: ¿qué puedo hacer hoy por el medio ambiente?, cuestiona Eder Caceros, biólogo y técnico del proyecto de tortugas marinas, durante las charlas informativas y de sensibilización dirigidas a quienes visitan la Barra de Santiago para participar en la liberación de tortugas.
Para que las liberaciones se realicen, explica que es fundamental conocer las temporadas de anidación y mostrar resultados. La época de desove de mayor anidación de la tortuga golfina comienza en julio, agosto y con un pico en septiembre, disminuye en octubre, noviembre y diciembre. El resto del año la actividad es esporádica y puede aparecer una tortuga cada dos semanas. Eder menciona que es la especie más abundante.

En cuanto a la tortuga prieta, su temporada de anidación es entre noviembre y enero, aunque sus poblaciones son más reducidas. El huevo de tortuga prieta es un poco más grande y tiene un tono ligeramente rosado en comparación con el de la golfina. Por ejemplo, el año pasado se registraron solo ocho nidos de tortuga prieta, en comparación con unos 600 de golfina, afirma Caceros.
El vivero permanece abierto todo el año para garantizar la incubación y liberación de los neonatos, lo que contribuye a la conservación y evita que estos huevos terminen en el mercado negro.
Este esfuerzo constante y las visitas permiten mantener la operación del vivero y maximizar las oportunidades de conservación durante todo el año. Las tortugas marinas son esenciales para la salud de los océanos, ya que actúan como una «especie sombrilla», protegiendo y equilibrando su entorno.

Su impacto es evidente en los arrecifes de coral, donde ayudan a controlar las poblaciones de esponjas y medusas, y contribuyen a la biodiversidad. En las playas, su presencia es fundamental, ya que al desovar enriquecen el suelo, favoreciendo la vegetación y la vida de otras especies. Además, son tanto depredadoras como presas, formando parte de una cadena alimenticia que incluye a cangrejos, tiburones y orcas, agregó .
Según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cuatro de las siete especies de tortugas marinas conocidas, todas en peligro de extinción, regresan a las costas para desovar. La tortuga carey, laúd, verde y golfina son prioridad para los esfuerzos de conservación de la costa salvadoreña.
La Barra de Santiago es un ecosistema vital para la biodiversidad y la comunidad. Está ubicada al occidente de El Salvador, alberga 11,519 hectáreas de manglares, considerados los más extensos del país (MARN, 2016).

Un legado de las guardianas que sostienen las redes de la vida

Rosa Aguilar Lobato ha dedicado más de 20 años a transformar el entorno natural y social en la Barra de Santiago. Es un pilar en la organización de mujeres para la conservación de tortugas marinas, la restauración de manglares y la gestión de residuos.
Desde su llegada a la comunidad, Rosa se organizó junto a otras mujeres y comunidad para mantener entornos limpios y sostenibles.

“Cuando llegué aquí todo me encantó, especialmente la naturaleza. Pero el área natural estaba llena de basura, los manglares estaban casi
-pelones- y las tortugas marinas en peligro. Me propuse a hacer algo”Rosa
Rosa recuerda que AMBAS comenzó con un grupo de 80 mujeres que, a pesar del matrimonio, la migración o la pérdida física de algunas compañeras, lograron mantener viva la iniciativa. “Hoy seguimos siendo 45 mujeres activas gestionando proyectos de conservación, agricultura y educación ambiental”.
Rosa destaca que la organización de mujeres y de la comunidad ha sido esencial para lograr estos avances: “Nosotras tenemos una visión clara de lo que necesita la comunidad y la naturaleza. Hemos demostrado que nuestra labor es vital”.
Con el tiempo, AMBAS ha incluido a más actores comunitarios. “Hoy trabajamos junto a biólogos, pescadores y agricultores, hombres y mujeres, por el bienestar del ecosistema y de la comunidad”.

En la investigación realizada en 2017, AMBAS in Action: How an All-Women’s Group is Leading Sea Turtle Conservation Efforts in El Salvador, se entrevistó a siete mujeres y a 35 personas vinculadas a la pesca y a AMBAS, quienes compartieron cómo la organización impactó su comunidad.
En ese año, Rosa Miriam destacó que muchas mujeres se unieron a AMBAS porque disfrutan de la conservación de los manglares, ya que estos generan cangrejos y peces, fuentes clave de alimento e ingresos. Y, por su parte, Evangelina Pérez expresó que decidió unirse a AMBAS con el objetivo de mejorar la vida de las mujeres de la comunidad y la de su propia familia.
Inicialmente, algunos habitantes rechazaban la organización y algunos hombres afirmaban que el proyecto tendría un impacto negativo en las mujeres. Sin embargo, con el tiempo, la percepción cambió y ahora muchas personas, incluidos más hombres, apoyan y participan en sus iniciativas.
Entre los logros más significativos de la organización, Rosa menciona la recuperación de los manglares y la conservación de las tortugas. “Al principio no teníamos ni un camión para la basura, así que fuimos casa por casa cobrando un dólar por el servicio de recolección. Ahora, gracias a las gestiones con la alcaldía, contamos con un camión que mantiene limpia la zona y evita que los residuos lleguen al mar”. La limpieza del área ha permitido que las tortugas regresen a desovar en la playa, explica.
AMBAS también ha impulsado proyectos agrícolas en las zonas altas, como la siembra de café, brindando apoyo a familias rurales.
“Queremos que los beneficios de nuestro trabajo lleguen a toda la comunidad, no solo a quienes viven cerca de la costa. Por eso capacitamos a personas en las escuelas y otras áreas para que comprendan que cuidar los ríos y el medio ambiente también los beneficia”.
Rosa
Rosa sueña con que las futuras generaciones continúen este trabajo. “Lo que más me llena de orgullo es que mis nietos puedan ver tortugas en estas playas. Para mí, ese es el mayor logro: asegurar que la vida continúe”. Sin embargo, sabe que aún queda mucho por hacer. “Espero que más jóvenes se sumen, porque la protección de la naturaleza es un trabajo que nunca termina”.
A través de su liderazgo en AMBAS, Rosa ha demostrado que el empoderamiento de las mujeres y la organización comunitaria son clave para crear un cambio duradero. “Aquí estamos, trabajando cada día desde temprano, con la satisfacción de ver nuestra comunidad florecer. Ese es el legado: un ejemplo de cómo las mujeres podemos transformar nuestro entorno para el bienestar de todos”.
Desde hace muchos años, Rosa busca que las mujeres lideren acciones en áreas naturales como la protección de tortugas marinas, restauración de manglares, agricultura sostenible y educación ambiental. Junto a más mujeres, ha hecho de la conservación un pilar en su comunidad.
Valorar y fortalecer el papel de las mujeres como guardianas de la tierra
Claudia Rodríguez, del Movimiento Ecofeminista Asociación Mujeres Ambientalistas de El Salvador (AMAES), explica que el trabajo de los cuidados de la red de la vida ha sido históricamente asignado a las mujeres de manera intergeneracional, configurando una realidad en la que sostienen los hogares, las comunidades y el bienestar colectivo.
Sin embargo, este esfuerzo se realiza en condiciones precarias y sin el reconocimiento necesario. «Estamos en una crisis de la red de la vida», señala, enfatizando que el trabajo no remunerado de los cuidados es una deuda histórica hacia las mujeres.
Además, menciona la urgencia de compartir esta responsabilidad: «Los trabajos de los cuidados de la red de la vida no deberían de ser exclusivos de las mujeres sino también deberían de haber hombres».

El trabajo de los cuidados de la tierra es otra de las responsabilidades que las mujeres asumen en muchas comunidades, asegurando la sostenibilidad de los ecosistemas. «Las mujeres también somos agricultoras, las mujeres también cuidamos la tierra porque la tierra nos alimenta», afirmó, resaltando el rol de las mujeres en la soberanía alimentaria y la gestión del agua.
Desde la siembra hasta la recolección, su labor es fundamental para la preservación de la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Sin embargo, la falta de reconocimiento y apoyo limita su capacidad de acción, reforzando la necesidad de políticas públicas que valoren y protejan su papel en el cuidado del planeta.
Las mujeres guardianas y cuidadoras de la vida han demostrado ser clave en la organización comunitaria para la protección del medioambiente. «Las mujeres estamos al frente de estas luchas ambientales, estamos al frente de muchas luchas sociales para reivindicar derechos», dijo.
Sin embargo, enfrentan múltiples barreras, incluyendo la violencia de género y la falta de apoyo institucional. «El trabajo organizativo tiene sus desafíos, pero dentro de ese tejido colectivo también es importante, porque los desafíos y los desaciertos se enfrentan en colectividad», recalcó, haciendo un llamado a la construcción de espacios seguros donde las mujeres puedan fortalecerse y continuar con su labor.
«Las mujeres organizamos a otras mujeres, realizamos trabajo de formación, de sensibilización, ejercemos diferentes roles dentro de la sociedad», mencionó. Sin embargo, la corresponsabilidad sigue siendo una deuda pendiente, y sin ella, las mujeres seguirán enfrentando jornadas de trabajo agotadoras que limitan su bienestar y desarrollo.
«La vida que queremos vivir no debería ser en condiciones de crisis, no debería ser en condiciones precarias, sino más bien en cuidados satisfactorios, en abundancia, en corresponsabilidad».
Para Claudia, el llamado es claro. Valorar y fortalecer el papel de las mujeres como guardianas de la tierra es clave para la construcción de un futuro sostenible. La organización comunitaria, el reconocimiento de saberes ancestrales y la implementación de medidas concretas para reducir la carga de los cuidados son pasos esenciales hacia un modelo más justo. No se trata solo de imaginar un mundo mejor, sino de construirlo en colectivo, con dignidad, equidad y respeto por la vida en todas sus formas. Un ejemplo de esto es AMBAS y su labor como guardianas de la Barra de Santiago.
Para conocer más sobre educación ambiental, participar en actividades de conservación como la liberación de tortugas marinas y contribuir al trabajo comunitario de AMBAS, puedes comunicarse al WhatsApp 6839 4587 o visitar su cuenta oficial en Instagram @ambas.barra y en facebook Ambas Barra de Santiago.