En El Salvador, seis equipos ya cancelan sueldos a jugadoras como remuneración de medio tiempo y otros equivalentes al salario mínimo. Pero la brecha sigue siendo abismal entre el fútbol femenino y masculino, debido a que el sueldo de un solo jugador alcanza para pagar la planilla de 25 jugadoras que conforman un plantel.
Por: Astrid Mejía
“Nosotras jugamos por amor”, es una de las frases que más se repite en el fútbol femenino de El Salvador como una jugada ensayada, que por más empeño que le ponga la ejecutora, el balón está destinado a estrellarse contra la barrera.
“Nosotras jugamos porque nos gusta jugar. A ninguna le dan viáticos, solo a las que son de lejos”, confiesa Jenniffer Cota, volante del Once Deportivo de Ahuachapán, equipo que consecuentemente marcha en el fondo de la tabla del Grupo B del Clausura 2023 de la Liga Femenina con ningún gane, ningún empate y cero puntos.
En El Salvador existen 12 equipos que conforman la Liga Femenina, la cual funciona como una subcategoría de los clubes masculinos de la Primera División. De estos, la mitad solo les da viáticos, aunque hay jugadoras que no perciben nada; sin embargo, la otra mitad ya cancela sueldos casi equiparables a salarios mínimos, como en el caso de Isidro Metapán, Jocoro, FAS, Dragón, Alianza y Santa Tecla, con un techo que ronda los $300 y $400, según información recabada en entrevistas realizadas a jugadoras y dirigentes deportivos. No obstante, ninguna futbolista firma contrato. Únicamente llenan una hoja de inscripción.
De los seis equipos que cancelan sueldos, Metapán, Jocoro, Dragón y FAS son los que más han logrado equilibrar las balanzas, pues el monto mínimo que desembolsan es de $150, variabilidad que queda supeditado al rendimiento de las jugadoras dentro del campo y a la distancia que les toca recorrer para trasladarse a entrenos y partidos.
“Tenemos un salario base para todas de $150, pero hay otras jugadoras que arreglan de forma diferente llegando hasta los $300. Aparte se les da un viático para trasladarse a los entrenamientos”, explicó Hugo Urbina, directivo de Metapán a cargo del fútbol femenino.
Algo similar sucede en Dragón, “En el torneo anterior se veía como viáticos, pero a partir de este hemos hecho esfuerzos para poder establecer un salario para todo el equipo. Ellas entrenan tres días por semana más partido, con base a eso hemos establecido una remuneración de medio tiempo, entonces podríamos decir que ganan entre $200 y $250” detalla Immar Guevara, gerente administrativo de Dragón.
También Jocoro ha dado pasos importantes en este aspecto y eso se ve reflejado en los resultados en los últimos torneos, al pasar de los últimos lugares a pelear con Águila los primeros puestos del Grupo A en este 2023.
“La que menos cobra se le dan $40 a la semana ($175 al mes) y tenemos otras jugadoras de Santa Rosa de Lima (La Unión) que cobran $75 (300 mensuales), básicamente es un salario”, desglosó Marvin Hernández, gerente de Jocoro.
En el caso de Alianza y Santa Tecla, aún cancelan montos en concepto de viáticos que rondan los $40, principalmente a jugadoras juveniles con proyección, pero también tienen los salarios más altos en el fútbol femenino junto a FAS, Metapán y Jocoro.
VIÁTICOS “PARA EL BUS”
En el otro extremo de la cancha, hay cuatro equipos: Águila, Platense, Chalatenango y Firpo, que solo cancelan viáticos a las futbolistas, que van desde los $20 a los $150; mientras que en Atlético Marte y Once Deportivo hay algunas jugadoras que solo juegan por “amor” al fútbol.
“A algunas nos dan para los pasajes. Yo le pido al profesor para irme para mi casa. A veces no le pido porque me dan ‘ride’ (aventón)”, dice Gaby López, jugadora del Atlético Marte que viaja desde Quezaltepeque, La Libertad, hasta Nejapa, San Salvador, donde suele entrenar el equipo.
“Una compañera y yo recibimos algo de ayuda porque somos de lejos. El profe nos da $10 por semana”, manifiesta Jenniffer, quien se traslada desde Coatepeque, Santa Ana, hasta Ahuachapán para los entrenos de Once Deportivo.
“No a todas nos dan lo mismo. Yo voy desde Santa Tecla, La Libertad, hasta Zacatecoluca, La Paz, y me dan de viáticos $100 al mes. Yo tengo el privilegio de viajar en carro, pero ahorita como está la gasolina no alcanza ni para dos semanas, o sea, ni salís con el gasto de la gasolina y tenés que invertir más de tu bolsa”, sostiene Fátima Posada, del Platense, quien tiene en mente ya no continuar.
“Firpo a las que vienen de lejos les da, no exactamente lo que gastan, pero les da algo como a las de San Miguel. A nosotras que somos de las afueras de Usulután, si nos deja el bus, nos dan para que podamos pagar transporte. Así de recibir salario, no se recibe nada”, explica Hellen Munguía, jugadora de L.A. Firpo.
“Obviamente nosotras quisiéramos que esto mejorara”, indica Sandra Rubio, defensa del Chalatenango, que percibe unos $40 mensuales por jugar al fútbol.
Lo que sí les ofrecen los equipos, según testimonios de las futbolistas, es uniformes e hidratación para el desarrollo de los entrenamientos, alimentación y transporte los días de viaje para los partidos de visita, y asistencia médica en caso de lesión.
Pero para que un equipo como Águila llegara a dar estos beneficios, las jugadoras tomaron acciones. En 2021 decidieron no jugar un partido contra Santa Tecla como protesta para que la dirigencia les mejorara sus condiciones de trabajo, un caso que se hizo viral debido a que la Federación Salvadoreña Fútbol (Fesfut) en vez de respaldarlas, las multó con $25 a cada una de las 17 futbolistas emplumadas.
“Desde ese caso hasta hoy creo que mejoramos mucho, la bulla que se hizo creo que fue para bien, porque en ese tiempo nosotras teníamos solo un uniforme de entreno y era de los que desechaban los mayores. Ahora tenemos hasta cinco uniformes de entrenamiento, tenemos los mismos implementos que tienen ellos y tenemos hidratación”, sostiene Michelle Velásquez, capitana de Águila.
UNA BRECHA “A AÑOS LUZ” DEL MASCULINO
Pero en el tema salarial la brecha está “a años luz” de equipararse con lo que ganan los jugadores del equipo mayor. Se intentó abordar al presidente del equipo emplumado, Alejandro González, sobre los salarios que perciben jugadoras y jugadores, y respondió con un tajante: “Esos datos no se los damos a nadie”.
Lo mismo ocurrió con los gerentes de FAS y Alianza, Miguel Anaya y Edwin Abarca, respectivamente, quienes manifestaron que las dirigencias son totalmente herméticas para hablar sobre estos temas. Curiosamente son los tres planteles más caros de la Primera División, según Transfermarkt, el sitio web alemán con la mayor base de datos del mundo del fútbol.
Sí se logró hacer una comparativa de los salarios en masculino y en femenino con los equipos con planillas más bajas como Santa Tecla, Firpo, Metapán y Dragón, cuyos salarios más altos al mes en los jugadores rondan los $2,500 y los $3,800, según datos revelados por fuentes que pidieron reserva de nombre.
Estos datos arrojan que una planilla de un plantel femenino (conformado por 25 jugadoras sin contar cuerpo técnico), que oscila entre los $3,000 y los $3,800 mensuales, según montos revelados por algunos equipos con apertura, puede cancelarse con el sueldo de un solo jugador. Lo mismo ocurre en la planilla de Alianza Women, que ronda los $3,600, la cual bien podría pagarse con el salario promedio que percibe un futbolista del equipo mayor, al oscilar en estas mismas cantidades.
Según datos de ORMUSA, la brecha salarial entre hombre y mujeres en El Salvador es de 14.25 %, pero este estudio no contempla el panorama en deportes ni fútbol, debido a la escasez de información en estos rubros, al tomar como referencia encuestas de hogares y propósitos múltiples.
Con estos datos recabados se observa que la brecha es abismal en el campo futbolístico y, aunque se han dado pasos, aún quedan muchos balones por seguir pateando.
“Eso quiere decir que, aunque las mujeres hagamos las mismas labores que los hombres, continuamos ganando menos, pese a que nos hemos incorporado más al mercado laboral y a que estamos preparándonos más. Esto responde a otras situaciones, entre ellas a la división sexual del trabajo en los mercados laborales”
Carmen Urquilla, coordinadora del Programa Justicia Laboral y Económica de ORMUSA
“A comparación de los mayores estamos a años luz para llegar al sueldo de ellos, pero por algo se tiene que empezar. A nosotras se nos ve como que jugamos porque nos gusta… Ojalá que las nuevas generaciones alcen la voz y digan que necesitamos la igualdad, nosotras nos asoleamos igual, jugamos a las 2:00 de la tarde, a las 10:00 de la mañana o a las 12:00 del mediodía”, recalca Michelle.
La “romantización” del fútbol ha dejado a las jugadoras en una situación desventajosa por todo lo que engloba, principalmente en materia económica, como una justificación natural que se ha instaurado en un sistema que beneficia a los clubes al evadir cualquier responsabilidad patronal con las trabajadoras que, por consiguiente, al no estar claro bajo qué figura se encuentran laborando, no exigirán un contrato laboral “por amor al fútbol”.
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