En el silencio -Por Stefany Rivera-

Los trastornos sexuales en las mujeres no son un tema común del cual se habla. El vaginismo y la dispareunia son formas de manifestación de ellos. Sonia, de quien se escribe en este artículo, como muchas mujeres vive en silencio un trauma que no le permite disfrutar de su sexualidad. 

Esta columna es parte de los trabajos realizados durante la II edición del Diplomado de Periodismo Feminista “Narrar desde el cuerpo-territorio”.

Por Stefany Rivera

Edición: Reina Ponce

Cuando Sonia era una niña solía ir a la iglesia todos los domingos y rezar obedientemente. De todo lo que le decían lo que más resonaba en ella era la expresión: “pura y casta”. Ser “virgen” hasta el matrimonio, no dejar que nadie le tocara hasta el altar, esconder su cuerpo en ropas grandes y no ser “provocativa”.

Se habla y repite mucho que el valor de las mujeres recae en si tienen una vida sexual activa o no, que nadie las va a querer si son “platos usados”. Es así como borran la naturaleza de su sexualidad y se centran en la reproducción como única función y las que les confiere valor, tal cual máquinas.

Desde el feminismo se deconstruyen estas ideas y se analiza su impacto en la vida cotidiana pero es bastante complejo cuando estas crean heridas en ellas. Poco se habla del trauma sexual en las mujeres, ya sea por un abuso sexual en su pasado o como consecuencia de otros traumas en su vida. Esto resulta en la incapacidad de las mujeres de no poder tener relaciones sexuales placenteras, no solo centrándose en el orgasmo o el coito mismo, sino el disfrute integral de la vivencia sexual.

¿Cuántas han accedido bajo presión sin tener deseos?

Los trastornos sexuales en las mujeres no son, ni siquiera, un tema del cual hablar en El Salvador, desde la prevención y el abordaje integral que el tema supone. Cuando se habla de sexualidad femenina y sexo, inclusive en espacios no tradicionales y feministas, lo limitan a aspectos como los embarazos en adolescentes, la prevención de enfermedades como el cáncer uterino o la violencia obstétrica. Muestra de ello es que estudios como el Informe Anual de 2019 de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) o el Informe Anual de 2019 (el último publicado) de la Procuraduría de Derechos Humanos no abordan los trastornos sexuales. 

El vaginismo y la dispareunia suelen ser formas comunes de manifestación de los traumas sexuales en las mujeres, si bien son padecimientos pueden tener múltiples causas físicas/biológicas, también pueden provenir de traumas psicológicos. Estos producen múltiples dificultades en la vivencia de una vida sexual plena en las mujeres. Muchas tienen que conformarse con tener relaciones sexuales sin disfrute (el caso común en la sociedad salvadoreña), simplemente abstenerse o inclusive ser víctimas de violencia sexual por parte de sus parejas.

A Sonia le da mucha vergüenza decir en voz alta que no puede tener relaciones sexuales porque tiene que vivir con un trauma sexual que no le permite vivir a plenitud su sexualidad. Además, como todo lo que enseñaron desde la religión y su familia tradicional es que eso le confiere valor, ha preferido callar. Su camino para conseguir ayuda ha sido difícil.

En la mayoría de los casos de mujeres que padecen vaginismo y dispareunia que consultan, los profesionales de la salud (ginecólogas/os/xs) recalcan que todo está bien físicamente, lo que suele suceder es que sus músculos bulbocavernosos se tensan por estrés y no permiten la penetración. Otras veces la misma penetración es un acto muy doloroso. Es entonces cuando son referidas a la psicóloga/psiquiatra.

“Talvez por los mismos prejuicios y porque, usualmente, dentro de la violencia uno de los aspectos que menos se toca es la violencia sexual. La gran mayoría de mujeres han enfrentado hechos de este tipo de violencia pero casi nunca lo mencionan", dice María José Navarrete, quien es psicóloga clínica con experiencia en terapia psicológica para mujeres.

También menciona que las mujeres que experimentan un trauma sexual casi nunca lo admiten por vergüenza “casi siempre se habla de una pérdida del deseo sexual, pero muy pocas veces se profundiza en las razones”. Desde su experiencia como profesional de la salud mental hace una aproximación que 5 de cada 10 mujeres que acuden a terapia enfrentan un trauma sexual.

A pesar de que el terreno de la psicología es extenso, Navarrete reconoce que todavía falta considerar el género como una característica determinante en el tratamiento.

“Usualmente la mayoría de las investigaciones que se tienen son muy antiguas. La mayoría de los modelos de tratamiento no toman en cuenta el género. Hoy en día es más visibilizado, pero considero que no hay suficiente soporte científico que respalden estas perspectivas. Por ejemplo, tratamientos específicos para los traumas sexuales en las mujeres como tal no hay”.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5), los nombra como: Trastorno del interés/excitación sexual femenino y trastorno de dolor genito-pélvico/penetración.

Cuando las mujeres se enfrentan a la realidad de no disfrutar completa y plenamente entablar relaciones sexuales los sentimientos que les invaden van desde la culpa hasta el desplome de la autoestima. Por ello, es importante posicionar la problemática de manera que se puedan derribar los estigmas y la vergüenza para hablarlo como otra afectación más. De manera que las mujeres no tengan que seguir cargando con la bruma silenciosa y solitaria de vivir con ello.

“En estos casos ayuda bastante las técnicas cognitivas conductuales cuando hay un trauma, como cualquier otro trauma, empieza desde reconstrucción cognitiva y sobre todo la resignificación de su historia. Se les hace ver que ellas no son un objeto sexual sino personas que tienen derechos sexuales, que la sexualidad es un derecho para todas y sobre todo al disfrute”, explica Navarrete. 

Las profesionales de la salud mental deben adecuar los tratamientos a las realidades que las mujeres viven y hacer una incidencia desde el fortalecimiento de aspectos como la autoestima y la aceptación propia. “En la práctica es que ellas solas empiecen a conocerse, muchas ni siquiera conocen sus partes íntimas, nunca la han visto. No desde el morbo, sino desde el auto reconocerse y aceptarse, el amor propio”, manifiesta la psicóloga.

Muchas mujeres como Sonia viven en silencio la realidad de cómo sobrevivir con un trauma sexual con el panorama de una ciencia que todavía no logra reconocer a las mujeres y sus realidades para brindarles las herramientas para mejorar su calidad de vida. Además, de una sociedad que sigue inculcando en las niñas falsas ideas sobre su vida sexual y su disfrute.

Las mujeres siguen en el silencio, donde no se habla de ello. Si los trastornos sexuales en las mujeres se lograran posicionar como un tema de interés y relevancia se darían cuenta que son muchas las mujeres que comparten la misma  historia.

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