Resistimos desde la trinchera del periodismo feminista

Equipo editorial 

El 2022 ha sido especialmente retador para un medio emergente como Revista La Brújula. En septiembre de 2019, fundamos el medio, sin imaginar todo lo que traería la pandemia por COVID-19 para 2020 y 2021. Pese a todos los desafios, seguimos haciendo periodismo feminista y nuestro medio sigue a flote. Sin embargo, esto no sería posible sin el compromiso de la equipa de Revista La Brújula y toda la solidaridad feminista a nuestroalrededor. 

Fundar un medio feminista en un país machista como El Salvador, es todo un reto que, desde el compromiso ético feminista, hemos asumido.  Sostenerlo financieramente es uno de los principales desafíos. El país enfrenta una situación política preocupante, con una escalada del autoritarismo, debilitamiento de la democracia y, por tanto, de la libertad de prensa y el libre ejercicio del periodismo. En medio de esto, seguimos insistiendo que fortalecer el periodismo y la libertad de prensa pasa también por fortalecer a los medios feministas y las colectivas de mujeres periodistas y fotoperiodistas. 

No obstante, aún existen resistencias en diferentes espacios, proyectos, gremios, academias y otros para reconocer el periodismo feminista. Algo que no nos sorprende, pues históricamente, los problemas de las mujeres y población LGBTIQ+ son minimizados, naturalizados y normalizados. Que los medios feministas sigan hablando de la violencia experimentada por las mujeres, en su diversidad, parece no ser tan importante como hablar de corrupción. Señalar que la identidad de género es un derecho primordial en la garantía de derechos de las personas trans parece que no tiene el mismo valor que hablar de transparencia en el Estado. Y otra vez, nuestros derechos quedan postergados para después que caiga el autoritarismo, para después de las elecciones, para algún después de algo más. 

Como han dicho algunas teóricas feministas: “Puede caer el capitalismo, pero el patriarcado mantenerse intacto”. En El Salvador, algunos gobiernos han impulsado pequeños cambios -no por su gusto, sino por la lucha feminista-; otros, ninguno. Y están que nos quieren llevar a los inicios, sin ningún derecho. Frente a esas realidades no puede seguirse hablando de garantizar un Estado de Derecho haciendo el ojo pacho a las violencias estructurales que pasan por un imaginario colectivo, que no se transformará si a las iniciativas feministas se les sigue marginando o viendo como simples cuotas para llenar el apartado de “género” en los informes de la cooperación y la rendición de cuentas de los organismos internacionales.

Cerramos este año felices de todas las complicidades que hemos tejido, de proyectos que tienen al centro defender los derechos de las mujeres en sus diferentes realidades, de la diversidad sexual y desde el conocimiento situado. Sin duda, el 2023 estará lleno de retos, pero no caminamos solas y por más que hayan obstáculos para reconocernos, para abrirse a otra forma de hacer periodismo, ahí estaremos, resistiendo desde la trinchera del periodismo feminista.