Mujeres indígenas: resistencia y sobrevivencia ante la violencia de género y la discriminación

La invisibilización de la realidad de los pueblos indígenas data de hace 500 años, desde la invasión y saqueo de los países europeos, pasando por el etnocidio de 1932. En el trayecto, las mujeres indígenas han sido fundamentales para el sostenimiento de dicha población y de su cosmovisión, pese a la violencia de género y discriminación que viven a diario.

Por: Red de Corresponsales Feministas /Bessi Ramírez y Krissia Girón

La palabra petate proviene del nahuatl “petatl” que significa estera o tapete. Para algunos pueblos originarios, esta alfombra hecha de tule fue símbolo de estatus y prosperidad. Sin embargo, para María Guadalupe Campos, una mujer indígena originaria de Nahuizalco, es su fuente de ingresos. Ella elabora petates para generar ingresos económicos, es su forma de sobrevivir día a día.

María es diestra en explicar, paso a paso, cómo elaborar los petates que vende en el mercado y el costo físico y económico que le conlleva a ella y su familia. “Primero se raja el tule, se destroncona. Después se tiende y se despita. Se hace el peine y eso también se tiende para que se seque bien. Luego, nos ponemos a amarrar manojos. Se vuelven a sacar y se ponen en pares para que salga la pieza”, explica.

Los manojos tienen un costo aproximado de $50.00 dólares y el proceso para hacer los petates es de tres a cinco días. “Me pongo a hacerlos a las siete de la mañana, después desayuno y sigo. A las 11 me levanto a hacer el almuerzo y luego voy a la vertiente a bañarme. Al día siguiente no lo toco (el petate), porque voy a la vertiente a lavar porque no tengo agua. Al llegar, vuelvo a mi petate a hacerlo otra vez. Otro día, debo atenderlo para poder terminarlo. Lo termino como a las cuatro de la tarde”. explica.

María Guadalupe Campos conoce bien este arte y sobrevive de él. Como muchas mujeres indígenas, la labor artesanal le conlleva una carga física y económica que, comenta, le es difícil de sostener, sobre todo con el actual alto costo de la vida.

“El petate nos cuesta. No se puede decir que no vale, porque el tule está carísimo. A mi me cuesta. Duele la espalda y los pies para sacar un petate, yo lo saco en tres  o cinco  días”, comenta.

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la población indígena en América Latina, representa el 18.7% de las personas que viven en condiciones de pobreza extrema, es decir, viven con menos de dos dólares  al día, sobre todo en las zonas rurales.

Una encuesta realizada por el Observatorio de Mujeres Indígenas de El Salvador a 209 mujeres indígenas a inicios del 2022 reveló que el 59.3% de las mujeres indígenas encuestadas no contaba con un empleo formal al momento de la encuesta, pero sí tenían ocupaciones diversas principalmente artesanas, labores agrícolas, comercio en pequeña escala (venta de alimentos como pupuserías, chocolate artesanal, frescos y bebidas, cosméticos), trabajo doméstico remunerado y estudiantes. Quienes sí tenían un empleo cumplían labores en maquila, panadería, instituciones de gobierno y municipales.

Las  mujeres indígenas que trabajan por su sobrevivencia a través del comercio expresan que es una situación que viven muchas de ellas. A ello se le suma la violencia de género que viven en sus comunidades o familias.

Según el Observatorio de Mujeres Indígenas de El Salvador 3 de cada 10 mujeres indígenas se sintieron discriminadas por su forma de hablar; 2 de cada 10 por su forma de vestir; 2 de cada 10 por el lugar de residencia o vivienda y 1 de cada 10 por su color de piel o creencias religiosas. En este sentido, el 46% reveló que siempre o algunas veces no se sintió en libertad de expresar sus creencias o tradiciones indígenas.

Imagen del Observatorio de Mujeres Indígenas de El Salvador

El Observatorio registró que las formas de violencia más frecuentes que experimentaron las mujeres indígenas son la violencia psicológica, económica y violencia. Además, revela que 3 cada 100 encuestadas afirmaron sufrir violencia sexual.

“Ese porcentaje debe interpretarse considerando la afirmación de la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres 2017 (DIGESTYC, 2018), es cuanto a la dificultad para conocer la verdadera magnitud de la violencia sexual, ya que “en las relaciones de pareja ciertas agresiones sexuales suelen considerarse como hechos normales y podrían incidir en un posible sesgo en la respuestas de las mujeres afectadas; similar situación ocurre con la violencia feminicida, ya que el intento de feminicidio considerando su gravedad no es un tipo de violencia con alta presencia si lo comparamos con los otros tipos de violencia, sin embargo, se observa en los resultados que en el país (5 de cada 100) mujeres se ha visto afectada por este tipo de violencia en su experiencia de vida y (1 de cada 100) en los últimos 12 meses” detalla el Observatorio.

Para Nohemi Contreras, del Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño, CCNIS, las mujeres indígenas deben ser incluídas en los espacios de toma de decisión, tanto dentro de sus territorios como en las instituciones que crean políticas públicas, para que sus necesidades y cosmovisión estén plasmadas en sus acciones.

“Estamos acá en los diferentes territorios: nahua pipil, lenca y kakawira. Exigimos nuestra participación en las decisiones del país, en las decisiones de las comunidades. La mujer juega un papel importante, ya que todas tenemos igualdad de derechos pero también debemos tener igualdad de participación, para que puedan ir las otras mujeres participando y expresando las necesidades del pueblo indígena”, expresó.

Otra de las exigencias de las comunidades indígenas es el respeto por sus tradiciones y cosmovisión, dejando de lado los estereotipos que existen sobre ellos y garantizandoles respeto a sus derechos. Además, lamentan que acciones como la destrucción del Tacushcalco o la construcción de la octava represa sobre el río Sensunapan, ambos lugares sagrados para las comunidades indígenas, aún sean temas pendientes a tratar desde el Estado.

La invisibilización de la realidad de los pueblos indígenas data de hace 500 años, desde la invasión y saqueo de los países europeos. En el trayecto, las mujeres indígenas han sido fundamentales para el sostenimiento de dicha población y de su cosmovisión, donde uno de sus pilares es el cuido de la casa común: la tierra.

Así lo afirma María Guadalupe: “Lo siento mucho por la mama tierra porque, si ella no estuviera, quién nos diera la alimentación, y si el creador y formador no echara la bendición, la semilla que uno siembra no naciera”.