Por Dinora Torres
En este mes de marzo resuena en mi cabeza la canción de Vivir Quintana “Canción sin miedo”. Me transporto a mi niñez y recuerdo todos aquellos mandatos de género que me hacían cuestionarme un ¿Por qué? y a la vez decir ¡Esto no es justo!. En aquel entonces no sabía que esa forma de “renegar” de mi parte era un acto de rebeldía ante lo injusto que era ser niña. Aquello de “obedecer”, “atender a otros”, “callarme”, “sentarme bien” o “no tocar mi propio cuerpo”, aquel miedo y necesidad por ser “buena niña” se empezó a esfumar en la adolescencia, cuando el feminismo llegó a mi vida.
Gracias a los saberes de otras mujeres, el camino se convirtió en luz para comprender cómo los roles o estereotipos de género marcan la vida de las niñas, adolescentes y mujeres a través de la reproducción de ideas regidas por un orden sociocultural configurado en la base de las sociedades, en las relaciones establecidas en la política, cultura y la forma de ver el mundo a partir del sexo. A través de otras mujeres reconocí mi dolor, mis miedos, mis angustias y mi historia. También he aprendido a sanar, a reconocerme como sujeta de derechos, a cuidar de mi misma y sobre todo a tejer redes de cuidado para la salud mental de otras desde la perspectiva feminista.
Marzo me hace recordar mis raíces, mis ancestras, la fuerza y luchas de todas las mujeres que históricamente han hecho posible que hoy estemos aquí y quienes merecen ser nombradas y reconocidas. Continuar reivindicando con fuerza y rebeldía las luchas es un acto político para todas.
Este mes también me recuerda a todas las niñas y mujeres que han perdido sus vidas por la violencia machista, a las desaparecidas que el Estado salvadoreño sigue ignorando, a las niñas y adolescentes que siguen siendo abusadas sexualmente, a las 17 y más que han sido criminalizadas y condenadas injustamente y a todas esas madres, abuelas, hermanas, primas, tías, amigas y compañeras que siguen clamando justicia para tener un poco de consuelo ante tanto dolor.
Marzo me hace pensar en el abrazar sororo de mi madre, en la valentía, fuerza y coraje de otras compañeras que siguen acompañando el andar y la construcción diaria para empatizar y comprender sus historias desde el amor y la sororidad.
Marzo con M de mujer me hace desear con todas mis fuerzas que un día podamos caminar tranquilas y sin miedo, que aprendamos a soltar y dejar de cargar con culpas y cosas que no nos corresponden, a colocarnos al centro y reconocernos como sujetas plenas de derechos. A soltar el sacrificio de pensar siempre en otrxs, a perder el miedo a la soledad, a la imperfección, al dolor y al que dirán. Sé que no es fácil y es una lucha diaria contra todo un sistema opresor, que nos quiere infelices, aisladas y ocupadas, incluso compitiendo, envidiando, odiándonos a nosotras mismas y a las demás.
Construirnos desde el amor propio es un acto político y revolucionario que nos permitirá reconciliarnos con nosotras y otras mujeres. Establecer límites, cosechar vínculos más saludables y conscientes también es una muestra de amor. Que cuidar nuestros cuerpos, nuestras emociones, nuestro placer y bienestar sea una herramienta de empoderamiento contra el patriarcado. ¡Vivas nos queremos!.
Dinora Torres es psicóloga feminista y defensora de derechos humanos. Dedicada a trabajar en la prevención, atención y protección de los derechos humanos de la niñez, adolescencia, mujeres en condiciones de vulnerabilidad y población LGBTIQ+.
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