Violencia sexual por medios digitales: otras violencias contra las mujeres que no le importan al Estado Salvadoreño

Por equipo de Revista La Brújula 

Primera entrega: la filtración de fotos íntimas que impactó la vida pública de Sonia

Los nombres de las víctimas son ficticios para resguardar su seguridad.

La violencia contra las mujeres trasciende al espacio digital. De 2019 a lo que va del 2021 se han cometido más de 2100 delitos de violencia sexual por medios digitales contra niñas, adolescentes, mujeres y personas con discapacidad. Pero solo han habido 10 condenas, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de la República.

La primera vez que Sonia supo que sus fotos íntimas habían sido compartidas en grupos públicos fue cuando un muchacho con el que salía cambió repentinamente con ella. “Yo le pregunté por qué se había alejado y él me dijo que una persona le había mandado una fotografía mía desnuda donde había tenido relaciones sexuales. Creo que fue la primera vez que me sentí vulnerada con esto del sexting. La persona a la que yo le había permitido que me tomara fotos las había compartido sin mi autorización».

Pero ese solo fue el comienzo de una serie de exposiciones que terminaron ocasionando la salida de todos los espacios públicos para Sonia, al grado que hoy en día tiene miedo de subir fotos en sus redes sociales.

El sexting hace referencia al recibir o reenviar mensajes, fotografías o videos sexualmente explícitos, principalmente entre teléfonos móviles o cualquier dispositivo digital. Cabe destacar en este reportaje que ese no es el problema, siempre que haya consentimiento y que no se divulgue esta información sin autorización porque ese es el problema y delito.

A través de plataformas digitales y aplicaciones día a día cientos de mujeres son víctimas de la difusión ilegal de información, delito establecido en el artículo 50 de la LEIV.

 
“Quien publicare, compartiere, enviare o distribuyere información personal que dañe el honor, la intimidad personal y familiar, y la propia imagen de la mujer sin su consentimiento, será sancionado con pena de uno a tres años”.

También el artículo 28 de la Ley Especial Contra los Delitos informáticos y Conexos:

El que por cualquier medio que involucre el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación fabrique, transfiriera, difunda, distribuya, alquile, venda, ofrezca, produzca, ejecute, exhiba o muestre material pornográfico, sexual entre niñas, niños y adolescentes o personas con discapacidad, será sancionado con prisión de cuatro a ocho años. Quien no advierta de forma visible el contenido del material pornográfico o sexual que se transmita mediante el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, no apto para niñas, niños, adolescentes o personas con discapacidad, será sancionado con prisión de tres a cinco años.

No obstante, de 2019 a lo que va del 2021, se reportan 2100 delitos de este tipo y solo hay 10 condenas. ¿Cuáles son los principales obstáculos para la persecución de este delito? es una de las preguntas que teníamos para la Unidad de Delitos Informáticos de la Fiscalía General de la República, pero no tuvimos respuesta a la solicitud.

En el ciberespacio existen plataformas denunciadas por las mujeres, VK (VKontakte) es una de ellas. Esta  es una red social rusa pero está disponible en varios idiomas. Acceder a estos sitios es tan sencillo como escribir pack en el navegador y rápidamente brinda sugerencia de grupos donde se difunde pornografía, fotos de mujeres de todas las edades e incluso pornografía infantil.

Revista la Brújula realizó un monitoreo en los buscadores de internet y en distintas redes sociales para investigar sobre estos grupos y el accionar de los agresores digitales. Para el caso en VK se descubrieron 12 grupos y 6 usuarios que comparten fotografías íntimas de mujeres.

Asimismo, en Facebook se detectó un grupo privado donde abiertamente declaran en la leyenda de su fotografía que comparten contenido sexual, aunque en sus normas prohíben compartir este tipo de contenidos para pasar desapercibidos. En Telegram se detectaron al menos cuatro grupos cerrados donde difunden fotografías e información íntima de mujeres.

Elaboración propia, con datos de FGR.

El modus operandi

La página “Violencia digital”, donde se abordan los tipos de violencia de género en este espacio, ubica el “acceso y control no autorizado de cuentas (hackeo) como violencia de género. Ésta es una de las prácticas más comunes que se observan en las plataformas. Un ejemplo de ello lo encontramos en uno de los grupos mencionados anteriormente, donde se comparten los conocidos “packs”. Aquí se repara que la información de las víctimas es comprada entre los mismos agresores para obtener la información y fotografías íntimas.

También en estos grupos se difunden fotos íntimas o información privada de las mujeres, sus perfiles en redes sociales e incluso se intercambian esta información entre los agresores. En el post mostrado hay capturas del perfil de Instagram de ocho mujeres jóvenes, en estas imágenes se identifica sus lugares de residencia, de estudios, fecha de nacimiento, entre otros datos personales/Infografía: elaboración propia, con datos de FGR.

Por otra parte, fuentes consultadas por Revista la Brújula comentaron sobre la existencia de grupos privados entre amigos, centro de estudios, equipos de trabajos, equipos de fútbol donde se difunden fotografías íntimas de mujeres, incluso sin ser parte de estos grupos, donde las personas descargan las fotografías y las comparten.


Para Sonia fue horrible y desconcertante que un hombre en quien confiaba publicara sus fotos. Sin embargo, ese solo fue la punta del iceberg.
-¿Cómo te enteraste que tus fotos habían sido publicadas en estos grupos?
-Bueno, todo comenzó hace 10 u 11 años cuando ingresé a la universidad. En el segundo año habiendo conocido personas empecé a tener este tipo de intercambios íntimos. Una confía en las personas y se equivoca, ¿no? Siempre había tenido cuidado con esto del sexting porque tenía mucho miedo de que me pasara esto y me pasó.
-Casi siempre me tomaba fotografías sin enseñar mi rostro, así que eso me alegra, que se mantenga mi identidad. Entonces, me enteré la primera vez porque yo estaba saliendo con un muchacho de la universidad y de repente cambió mucho conmigo. Yo le pregunté por qué se había alejado y él me dijo que una persona le había mandado una fotografía mía desnuda donde había tenido relaciones. Yo sabía prácticamente quién era y no sabía ni qué hacer con eso. Me sentía acorralada, me sentía mal. No sé qué se hicieron esas fotos, yo le reclamé a la persona y me dijo que las había borrado.
-¿Qué pasó después?
-Años después conocí a alguien más, a más personas. Mantuve la práctica siempre cuidando el rostro. Me pareció una forma segura. Hace como unos meses, un poco más de un año, estábamos durante la cuarentena, un amigo me escribió para decirme que me habían subido unas fotos en una página, a un grupo de telegram que se llamaba “SAN MIGUEL SEXY PACK. Como ya habíamos tenido contacto íntimo, él conocía mi cuerpo o al menos de vista.
-Primero me dijo: “yo sé que sos vos”. Yo le pregunté ¿Cuál foto es? Creí que era una que me había tomado ese muchacho quien le había mostrado al otro con el que yo quería entablar una relación.
-Me mandó las capturas y, de hecho, son fotografías que yo no recuerdo haberme tomado. No estoy ni siquiera de frente, estoy de espalda. Me da miedo pensar que son fotografías que alguien me tomó sin mi consentimiento porque yo no recuerdo habérmelas tomado. Pero sí, por cómo tenía el cabello en esa fecha me puedo dar cuenta que se debieron tomar en el 2015 o 2016. Solo en ese tiempo lo tuve así y, por eso pude identificar la fecha.
-¿Cómo reaccionaste al saber eso?
– Le pedí capturas del grupo y vi la cantidad de miembros que tenía y el número de veces que había circulado mi foto. La verdad, me asusté un montón porque habían más de 500 personas y eran 9 mil o 12 mil fotos.
-Me asusté de pensar cuántas personas me habían visto. Era tan específico como la localidad, “San Miguel”. De hecho, antes de darme cuenta de eso, vi las fechas de las fotografías y durante esas dos semanas yo había recibido un montón de invitaciones de solicitudes a mi facebook.
-Yo no entendía por qué recibía tantas solicitudes de amistad, de hecho hasta hay un meme de eso y a mí me molesta porque a mí me pasó y se siente horrible. No entender por qué tanta gente quiere seguirte o por qué quieren buscarte. Yo no me imaginé por qué, pensé que era como los rumores en los pueblos. Eso es clásico, lamentablemente está normalizado. En su mayoría las invitaciones eran de hombres; así, até cabos.

Los datos de la Fiscalía General de la República indican que de enero a marzo de 2021 hay 1206 imputados por delitos sexuales en medios digitales. Aunque se reportan 1200 víctimas. Sin embargo, solo se registran 10 condenados.
Elaboración propia, con datos de FGR.

De la red social al intercambio en bares

Un amigo de Sonia le contó que sus fotos estaban en VK. Eso la desconcertó por la cantidad de gente que accede a esas redes.
-¿Cómo llegó ahí? No tengo idea. No sé. No sé quién habrá sido. Tengo muchas hipótesis e ideas que en el mejor de los casos una persona haya perdido su teléfono y ahí se fueron las fotos.
El intercambio y compra de estas fotografías no solo se da por medios informáticos. La experiencia de Sonia trascendió de los grupos a intercambios en un bar.
-Un amigo me contó que en el bar afuera de la Universidad de El Salvador, el PJ (Pequeño Jardín), llegaba un tipo y te daba dinero o cervezas por fotografías «XX» o «XXX» de mujeres, fotografías íntimas más bien, en general. Ahí me dijo que habían fotos mías, que un conocido había vendido.
-¿Pensaste en denunciar?
-No denuncié, pero llamé porque estábamos en cuarentena y me mandaron a UNIMUJER. Me dijeron que tenía que llevar las capturas de las fotografías, del grupo, de los integrantes; de ser posible, el número de los que aparecían ahí. Me pidieron todo eso y por ello tengo todas estas pruebas de ese caso, pero la verdad es que no me hallé el valor de ir porque ya pasé por un proceso judicial contra una persona.
– De hecho, no me siento segura porque no sé quién es. Me da mucho miedo que vayan haber represalias, verme vulnerable otra vez, porque sabemos que la fuga de información en la policía es grande, que sigan circulando mis fotos. Entonces, preferí callármelo, guardármelo y esperar a que nunca vuelvan a surgir.

“Desde la primera vez que me enteré de que alguien había compartido mi intimidad, ya no me sentí segura con eso. Así que he tratado de encontrar paz y resignarme en que no soy eso. No soy solamente eso. Soy una mujer con derechos quien nada más confió en alguien pero fue vulnerada. Espero tomar valor para hacer la denuncia”.

La experiencia de Sonia con el sistema de justicia salvadoreño ha sido mala. Antes ella ya había llevado un proceso que no funcionó, sobre todo por la revictimización que el sistema impone a las víctimas.

– No hice la denuncia por miedo, por ser revictimizada por la policía, ser revictimizada por el sistema judicial que eso ya me pasó la otra vez. Al final, el resultado no fue lo que esperaba. Realmente me da mucho miedo porque vivo solo con mi mamá y no quisiera ponerla en riesgo ni a ella ni a mí.

Elaboración propia, con datos de FGR.

Impactos de la violencia digital

-¿Cómo afectó tu salud física y emocional todos estos hechos?

– Me afectó muchísimo. Me dio hasta herpes hoster por el estrés que estaba padeciendo sumado a la cuarentena. Todo se me vino encima. La verdad es que no me siento segura, ya ni me dan ganas de subir fotos a mis redes sociales porque tengo miedo de que alguien las tome. En las capturas que mi amigo me compartió se ve que hay muchas que son tomadas de redes sociales, hay muchas fotografías en bikini, fotografías de amigas, de mujeres lesbianas donde todas estas se descontextualizan y se suben a estas plataformas.
-¿Cuál es tu percepción ahora con las redes sociales?
No me siento segura en ninguna red social y he considerado cerrarlas todas, a excepción de Signal y Whatsapp que me permite tener comunicación más directa con mis contactos y amigos cercanos y donde pueda estar segura. Tampoco me dan ganas de tomarme fotografías de cuerpo completo, ni estando sola. Todas mis fotos son en compañía y trato de que los ángulos no sean “sexualizados”.

 

En 2019 hubo 389 denuncias por difusión ilegal de información, de acuerdo con el art. 50 de la LEIV./Infografía: elaboración propia, con datos de FGR.

¿De todo esto qué es lo que consideras más fuerte?
Creo que lo más fuerte ha sido no poder vivir tranquila porque no sabés quiénes está detrás de esto. No solo aquellas personas que no conocemos, sino a las que sí conocemos.
Con las indagaciones que Sonia ha hecho, cree que hay dos de sus fotos que todavía circulan en las aplicaciones.
-Yo le estuve pidiendo a mi amigo que me estuviera actualizando si veía otra fotografía mía, pero después pensé que, de todas maneras, el estar ahí también se forma parte del riesgo y entonces le avisé a los dos de que yo iba a poner la denuncia y que de esos grupos iba a caer un montón de gente. No sé si hice bien o si hice mal, ni tampoco sé si ellos siguen ahí.
¿En cuánto a tu vida profesional y social cómo ha impactado esto?
-Mucho. Lo que más me preocupa es mi carrera, vos sabés cuánta exposición estamos, también en la cuestión de la política y la verdad es que cada vez me da más miedo estar en el ojo público, a exponerme, porque no sé si en algún momento va haber alguien mal intencionado quien comparta una fotografía mía. Siento que ya no puedo confiar en nadie. De hecho, desde que me enteré la primera vez en el 2017, ya no mando fotografías en pack.
Sonia ha estado organizada en diversos espacios, políticos, de juventudes y feministas. Pero los ha tenido que abandonar.
-¿Qué particularidades crees que tiene este tipo de violencia, es diferente a la que enfrentamos día a día en las calles?
-No sé si en el día a día de la calle sea diferente porque todo este tipo de violencia sexual básicamente te deja desnuda frente a la gente. Es la sensación que tengo cuando un tipo me piropea en la calle, cuando alguien me toca en la calle. Cuando pasó esto me sentí desnuda y vulnerable. Me sentí sucia, me sentí profanada. Básicamente esa sensación de estar desnuda y vulnerable.
-Pero pienso que sí tiene sus particularidades porque en este caso es un agresor sin rostro, es un agresor sin nombre, sin saber quién es. Has sido violentada y no sabés quién fue. Creo que es lo más particular porque ahí puedes ver un nombre pero no sabes si es esa persona. Yo vi el nombre pero yo no lo conozco, pero tenía fotos íntimas mías. Técnicamente me ha visto desnuda. Es mi integridad, mi dignidad, porque yo se las envié a una persona o me las tomó una persona con la que estaba teniendo un vínculo íntimo. Independientemente la situación en la que sea, pero es un vínculo íntimo que te vean desnuda. Me sentí expuesta, mal, vulnerada. Me sentí violada.
– ¿Los efectos en las víctimas son los mismos?
-Creo que todas estas agresiones sexuales solo tienen la particularidad del modus operandi, pero en las víctimas queda la misma sensación de que no tenemos voz, no tenemos valor, solo somos un objeto de consumo. Nuestra dignidad es un objeto de consumo y mucha gente se lucra de nuestra propia dignidad. Creo que es lo más horrible. Básicamente es tener un agresor sin nombre. Está en el mundo natural, pero toma otra personalidad (en el mundo virtual), entonces no sabes cómo pedirle a la ley que te proteja y busque la manera de hacerle pagar a esa persona. Yo no logro dimensionar eso, sé que hay un departamento que se especializa en esto. En este país donde la justicia no es para todo, no le responde a las verdaderas víctimas y encima las revictimiza.
-¿Qué piensas del sistema de justicia salvadoreño frente a esta violencia?
-Está ese miedo, donde no solo va a ser lo que ya viví hasta el momento y lo que probablemente voy a seguir viviendo, sino también lo que el sistema me va a ser, porque seguramente como la vez anterior me van a preguntar cosas que más me van a hacer sentir culpable a mí… Tipo, “¿esa persona qué vínculo tenía con usted?”, y yo “mire, no sé quién era”. Entonces, van a hacer esas preguntas incómodas a las que no me quiero someter. Pienso que la violencia es violencia y la víctima es la que siempre va a salir perdiendo en todo este sistema.

Elaboración propia, con datos de FGR.

-¿Tienes una idea de resistencia feminista ante esta situación?
-Pienso que hay muchas maneras en que como feministas podemos hacer resistencia. La primera es acueparnos, abrazar alas mujeres víctimas de esta violencia y decirle que no son eso. Pienso que podría hacer todo un programa para atender todo este tipo de agresiones sexuales. A mí me pasó esto, pero está la hermana, la amiga, a quien tocaron en el bus.

-Cuando lo hablas con otra amiga, dentro de las mismas agresiones se consigue fuerza y nos decimos que nos acompañemos. Pienso que las denuncias colectivas son más efectivas y menos violenta para las víctimas. Creo que enfrentarse en colectivo es la mejor opción ante esta resistencia que estamos teniendo.
He estado en varias redes en donde hemos acuerpado en varios temas específicos a las mujeres y ver cómo se van desarrollando y sanando. Simplemente solo hablarlo, te sana. Simplemente expresarlo, te sana y más cuando encontrás a alguien que ha sobrevivido algo similar a lo tuyo o que ha vivido algo de esto y de sentir que no estás sola.

A mí me da una combinación entre tristeza y alegría. Tristeza porque todas lo hemos vivido y alegría porque estamos juntas.

Esta es la primera entrega de la investigación: Violencia sexual por medios digitales: otras violencias contra las mujeres que no le importan al Estado Salvadoreño. En la segunda entrega abordaremos otras formas de violencia sexual por medios digitales a niñas, adolescentes y mujeres con discapacidad. 

1 Comment

  1. En este momento he descubierto vuestra pagina— es un documento que por su extensión en este momento no puedo leer— me parece bien documentado— expreso mi solidaridad hacia las mujeres— soy anti machista y anti patriarcal— me agradaría recibir vuestras publicaciones—- seguro estoy que venceremos.

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