¡Esas no son las formas de protestar! -Por Krissia Aquino-

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¿Cuáles son las formas? Me pregunto cuestionando los comentarios que tratan de deslegitimar la lucha feminista por usar métodos de protesta que dañan “patrimonio”. En la lucha por los derechos de las mujeres se han ocupado diversos mecanismos (formas) para lograr hasta el momento los derechos que gozamos, pero que no se cumplen o que están en constante amenaza, como es el derecho a vivir libres de violencia.

No son las formas, dijo mi mamá cuando llegué a su casa. Pintaba bien ese domingo en la casa materna. Los debates con ella me han formado, me recargan, me reconfortan aunque no coincidamos en todas nuestras posturas feministas. ¡Pero mami! ¡No escuchan, no se mueven, nos siguen matando, no hacen nada, no hay justicia!

Como movimiento de mujeres y el feminista hemos hecho acciones de incidencia, sensibilización, nos hemos organizado, nos hemos empoderado, logramos leyes para garantizar nuestros derechos, tenemos instituciones que protegen a las mujeres, instalamos mesas de diálogo y coordinación, hay políticas de género, poco a poco se ha logrado, también hemos salido a la calle y son formas pacíficas, sin destruir nada nos hicimos visibles, me dijo mi mami.

¡Gracias por todo eso! le dije. Son un gran legado para nuestra generación. Tenemos todo eso y aún así nos siguen violentando, asesinando, acosando, desapareciendo. Nosotras queremos que todo eso que se ha logrado funcione, que impacte en la vida de las niñas, adolescentes y mujeres, que no sea asesinada ni una más, que los casos de feminicidio tengan justicia y que las madres tengan justicia.

Las protestas feministas muchas veces son deslegitimadas por diferentes señalamientos como restringir la libre circulación con el cierre de calles o por hacer plantones, por realizar performance políticos feministas con nuestras cuerpas desnudas, por daños en bienes materiales y patrimoniales por manchar monumentos, entre otras acciones.

No podemos ver las protestas de forma vacía o a la ligera y sólo verlos como actos vandálicos. Enfoquémonos en los orígenes, el por qué, las razones que llevan a, e incluso para qué se realizan. Veamos el contexto de violencia de género, las estadísticas de violencia y feminicidios, los testimonios de las madres que no encuentran justicia por los feminicidios de sus hijas, a las madres que siguen buscando y seguirán buscando hasta saber dónde están las desaparecidas con un sistema que no funciona que ve sus casos con desdén.  

Las mujeres históricamente hemos salido a la calle por razones poderosas, por nuestros derechos, por nuestras vidas, en contra de la violencia patriarcal, llenas de dolor, de rabia e indignación. No esperen que salgamos amablemente a pedir los derechos que nos corresponden por ser humanas, por ser personas. De nosotras se espera, como mandato patriarcal, que seamos pasivas, sutiles, pacientes y amables, y esperan que nuestras protestas sean así.

De las protestas feministas les molesta la transgresión, la radicalidad. Les incomoda que nos despojemos de los mandatos patriarcales de sumisión, de estar calladas, de golpear el simbolismo de la estética patriarcal que representan la mayoría de monumentos.

Para nosotras representan más las vidas de las mujeres, el recuerdo de las que ya no están, de las que faltan, de las niñas abusadas. Estamos organizando nuestra rabia y la expresamos de diferentes formas.

La discusión con mi mami la sentí enriquecedora, confirmé que hemos hecho casi todo, de diversas formas, que hemos logrado mucho, que tenemos un legado que cuidar y que no vamos a retroceder, al contrario lo vamos a defender.

Aunque nuestras formas no sean las más cómodas para los que deslegitiman nuestras luchas y que debatiremos con nuestras madres, hermanas y compañeras de nuestra generación y de otras generaciones de feministas porque con esos debates ganamos memoria, fuerza y amor.