Foto/Archivo
Por Keyla Cáceres
Como era de esperar El Salvador no iba a quedar alejado de este virus, de esta pandemia mundial, lo que nos lleva a poner en una línea de supervisión al Órgano Ejecutivo y Legislativo, siempre hemos sabido que en estos problemas las más afectadas son las mujeres, aunque parezca un cliché, son quienes tienen una mayor carga de cuidados.
Desde que la cuarentena por el COVID-19 inició hemos tenido mucha información y medidas de todo tipo para hacerle frente a la situación. Una de estas es la suspensión de nuestras garantías constitucionales, aprobado por la Asamblea Legislativa, algo que a mi juicio nos expone a una cuarentena con violación a los derechos humanos y sobre todo pone en peligro los cuerpos de las mujeres con la violencia sexual que es una constante en nuestro país, aún más si se les limita a quedarse en la casa, donde se encuentran la mayoría de ocasiones los depredadores sexuales, sus parejas o algún familiar. Así lo reflejan las estadísticas del Observatorio de violencia contra la Mujer de ORMUSA:
«Según los datos del Instituto de Medicina Legal en 2019 se realizaron 2,894 reconocimientos por violencia sexual, es decir, 8 casos diarios. El 75% de abusos se cometió en niñas y adolescentes menores de 17 años incluyendo 848 casos de niñas menores de 11 años. Según las investigaciones los agresores de estas niñas son personas conocidas, familiares cercanos, vecinos y otros que viven cerca o dentro de la misma casa»
Esta información debe ser retomada por el Ejecutivo en las medidas y planes de contingencia contra el COVID-19, tanto en los hogares como en los albergues, de lo contrario se pondrá en riesgo a las mujeres. Ignorar estos datos reafirma que para muchos funcionarios la seguridad de las mujeres no es prioridad y más con un Fiscal que cada día deja mucho que desear cuando se trata de buscar justicia para las mujeres.
Tampoco no se debe dejar de lado que en El Salvador las tareas de cuido las realizan las mujeres, por tanto, en esta cuarentena se ven sobrecargadas porque deben cuidar a sus hijos y además realizar su trabajo en empresas donde no hay cuarentena como los restaurantes de comida rápida. Pero no vemos campañas del gobierno que llamen a asumir las tareas del hogar de manera colectiva, por eso el COVID-19 afecta más a las mujeres, porque el Estado nos sigue cargando todos los trabajos que aún en cuarentena sostiene este sistema capitalista.
Más compleja aún es la situación de las trabajadoras informales, empleadas doméstica, trabajadoras sexuales, maquileras y por supuesto las que hacen la labor de cuido sin un salario. Para todas estas mujeres el maravilloso lema ¡Quédate en casa! es una pérdida de sus fuerzas, de su oportunidad de comer, de construir, no es un descanso para ellas sin preocupación, es todo lo contrario, para algunas es una jornada laboral sin pago que no termina, se lleva sus fuerzas y las llena de preocupación.
He podido ver esta situación porque en esta emergencia estoy cuidando mujeres a mi alrededor, vivo rodeada de mujeres, en mi vida laboral, profesional, estudiantil, de activista y familiar, por eso siempre digo “preguntemos a nuestro alrededor cuántas hemos tenido experiencia de violencia sexual” porque todas de una forma o de otra hemos experimentado la violencia de género en este sistema y la vivimos ahora en esta pandemia.
Muchas han tenido que enfrentar una maternidad forzada, sobrellevarla y aceptarla, esta situación las pone en peligro porque si no trabajan literalmente no comen, porque además son mujeres que tienen enfermedades que las lleva a vivir en la precariedad, sin acceso a una vida digna porque no tuvieron lo básico y porque el Estado salvadoreño las abandonó y hoy ni siquiera las mira.
Una de las mujeres que he acompañado es sobreviviente de cáncer, la otra vive con osteoporosis avanzada, ambas con hijas, pero sin un hombre que cumpla con el rol de padre, seguramente son de esos que se quejan cuando se habla de hacer un directorio de violadores porque las mujeres que no dan un consentimiento son mujeres victimas de violencia sexual. Hoy estas mujeres tienen cuarentena en comunidades donde no cae el agua, donde si no salen a vender con riesgo de caerse y romperse en mil pedazos no comen, donde sus hijas tienen que enfrentarse a esos mismos ciclos de violencia y pobreza.
Con esta emergencia preocupa aún más las hijas de estas mujeres porque son niñas, adolescentes, mujeres jóvenes con discapacidad. ellas están en riesgo a la hora de salir a trabajar en un mundo sin garantía de derechos para sus cuerpos.
Anoche mientras reflexionaba estas situaciones concluía que este mundo es un peligro para este tipo de mujeres que son miles en este país, un país donde el nombre le queda muy grande, con virus o sin virus lamentablemente El Salvador no es un lugar seguro para las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes.
Keyla Cáceres es defensora de los derechos humanos de las mujeres jóvenes, activista feminista, estudiante de la licenciatura en Historia de la Universidad de El Salvador.
Milita en la colectiva de mujeres jóvenes de artistas feministas, Amorales; pertenece a la Asociación de Mujeres Ixchel y a la Red Nacional de Colectivas Juveniles Feministas. También es columnista de esta revista con énfasis en temas de violencia hacia las mujeres, juventudes, derechos sexuales y reproductivos, uniones tempranas y contraloría social a políticas públicas de las juventudes.
Tenés razón. Mi hermana es de esas, aparte de encargarse del cuido de su hija, en ella recaen TODAS las tareas del hogar. Es una situación lamentable, pero…aparte de «campañas del gobierno que llamen a asumir las tareas del hogar de manera colectiva», ¿qué propuestas podrías sugerir al gobierno?