“Me quitaron todo lo que yo tenía”, madre de Yessica Solís

Ayer, en pleno Centro Histórico de San Salvador, fue asesinada Yessica Solís, una mujer de 42 años, residente en Chalatenango.

Por Redacción

De acuerdo con información de las autoridades, el responsable fue un soldado de la Fuerza Armada, identificado como Derman Fernando Jorge Benítez, quien habría disparado accidentalmente su arma de fuego.

Sin embargo, esta versión se conoció de manera oficial alrededor de las 11 de la noche, cuando ya circulaba entre algunos periodistas que habían obtenido información por medio de fuentes cercanas al gobierno. Además, trascendió que, momentos después del hecho, la escena del crimen fue limpiada: se lavó la acera donde había manchas de sangre.

Este actuar cuestiona directamente el cumplimiento de los protocolos de investigación establecidos por la Fiscalía General de la República (FGR), en particular el Protocolo de actuación para la investigación del delito de feminicidio y de las muertes violentas de mujeres, que exige preservar la escena del crimen y garantizar una investigación con enfoque de género.

“Ella era todo para nosotros”

Un canal local entrevistó a la madre de la víctima, quien lamentó profundamente el hecho y describió a su hija como una persona que no se metía con nadie y que se dedicaba al cuidado de su familia.

“Este muchacho que lo hizo me quitó todo lo que yo tenía”, dijo.

La madre también aclaró que ninguna autoridad del gobierno de El Salvador se ha comunicado con la familia. Sobre la indemnización de 200 mil dólares anunciada por las Fuerzas Armadas, expresó que no sabían nada al respecto y que quizá se trataba de mentiras.

Solidaridad con Yessica y la exigencia de ni una menos

Desde tempranas horas, circularon en redes sociales fotografías de un altar en memoria de Yessica, adornado con flores y su nombre. Diversos medios llegaron para cubrir el hecho; sin embargo, fueron retirados por el CAM, que había levantado un perímetro. Más tarde, dicho perímetro fue desmontado.

Durante todo el día, distintas personas se acercaron para mostrar su solidaridad. Activistas de la Asamblea Feminista también se hicieron presentes, colocando una ofrenda y varios carteles donde responsabilizan al Estado y exigen que ninguna mujer más sea asesinada.

Hechos preocupantes alrededor del caso
La persistencia en la negación de los feminicidios

Las autoridades y muchos medios continúan usando un lenguaje que borra la violencia machista, refiriéndose a los casos como “una mujer fallecida a causa de balas de arma de fuego”. Esta vez, ni siquiera se habló de homicidio.
Nombrar los feminicidios es reconocer que las mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres, y callarlo también es una forma de violencia.

La revictimización

Diversas páginas y medios difundieron imágenes crudas del cuerpo de la víctima. Mostrar estas escenas vulnera la dignidad de la mujer asesinada y de su familia, y constituye violencia simbólica.
Esto perpetúa lo que Rita Segato denominó pedagogía de la crueldad: la normalización del cuerpo violentado de las mujeres como espectáculo público.

La ausencia de prevención

En redes sociales, muchos mensajes exigen castigo inmediato. Y aunque la justicia es necesaria, el Estado no puede limitar su respuesta a la sanción.
La Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) obliga a implementar políticas de prevención, atención, protección y reparación, no solo de persecución.
Aunque haya un culpable detenido, eso no devuelve la vida de una madre, una hermana o una amiga. La justicia real es que ninguna mujer más sea asesinada.

La falta de seguridad con perspectiva de género

En una ciudad vigilada por cámaras, policías y militares, una mujer fue asesinada en plena vía pública.
Este hecho revela que el despliegue de fuerza estatal no protege a las mujeres, sino que sostiene una seguridad basada en el miedo y el control, no en los derechos ni en la vida.
La llamada seguridad total convive con la impunidad cuando las víctimas son mujeres.