Somos memoria viva

Katia Cardenal: “Aquí está mi caaa-sabierta” la vi y la escuché, pero mi cabeza, como película trillada, en un flashback me regresó a la plaza central de Suchitoto, cuando hace más de 15 años hacíamos los encuentros centroamericanos de Mujeres Forjadoras del Desarrollo Local.

Por Mariana Moisa

Me llena de nostalgia, de tristeza, lloro de enojo pero a la vez me río. Hacer memoria de aquellos días en el que los encuentros con las feministas nicas llenaban nuestras agendas me hacen pensar en lo que sentí en el Resonar Fest el 23 de noviembre de 2024, cuando volví a escuchar a la Katia Cardenal en un escenario que simulaba la sala de la casa, esa puesta en escena de Las Musas propició que el encuentro con las cantautoras tuviera una atmósfera cercana y acogedora. Creo que por eso mi cerebro me llevó a ese lugar de la memoria, que es sensación pura, que no declama teoría sino que me activa los sentidos. 

De repente, sentí la fuerza de mis amigas, de aquellas de las que aprendí sobre el amor feminista, de la Magali que me enseñó que las centroamericanas nos acompañamos y de nuestra aventura en África, de la Tere (Kiki la rubia) y las campañas potentes de La Corriente Feminista. De la Marta Ma cuando me cachó de 1“cabanga”. Me acordé de la Luisa y la red de mujeres de Matagalpa, de la “Jeni” (dicho con una fuerte jota) y sus ganas de hacer protesta a través del arte, me acordé de la noche en la que todas esas mujeres nos vestimos de brujas.

Pero no solo el recuerdo por los buenos tiempos me asaltó, se me movieron los cimientos con los que construimos movimiento feminista las nicas y las salvadoreñas, esta complicidad que frente a tanta violencia que vivimos nos permite estar juntas y acompañarnos y aprendimos a hacerlo desde el amor, pero con la capacidad plena de disentir, de no estar de acuerdo en todo pero siempre dispuestas a construír más allá del estado de 2encachimbamiento en el que estuviéramos. 

Para algunas feministas salvadoreñas acompañar la denuncia de violencia sexual de Zoilamérica en contra de Daniel Ortega significó descalificaciones, nos llamaron tibias, rosadas (no rojas o no de izquierda pura jaja) así que le mandamos a poner un linda valla en 2008 y tratamos de declararlo Non-grato en EL Salvador. Años más tarde, mientras el régimen Ortega-Murillo perseguía cada vez más fuerte a nuestras compañeras feministas, acompañarlas ya nos colocaba como traidoras, cómplices del “golpe suave” entre un montón de cosas más. Para mí significó también rupturas amorosas con algunos “compas”.

El sacudón de verme envuelta en el escenario que montaron Las Musas en ese concierto me ha dejado pensando en esta memoria sensorial. Esta memoria que necesitamos tener cerca en estos tiempos que vivimos en El Salvador, esa memoria que le da sentido a la teoría, que le recuerda al cuerpo que cuando hablamos de derechos humanos, de garantías constitucionales y estado de derecho estamos hablando del dolor de no ver a las amigas, de no poder entrar a un país por decir lo que pensamos.

Gracias a las amigas nicas, gracias por hacerme sentir tanto, este es el inicio de mi propia cartografía cerebral feminista.

 

  1.  Según la RAE, cabanga: Melancolía, tenue tristeza, añoranza, nostalgia.
  2.  Según la Tere (Nicaragüense), encachimbada: tiene dos acepciones o enojada o que es valiente.