En el marco del Día Nacional de la Educación Integral en Sexualidad, Revista La Brújula entrevistó a Lilian Abransciskas, activista feminista y directora ejecutiva de Mujer y Salud en Uruguay. La importancia de los derechos sexuales y derechos reproductivos de la población, el impacto de la desinformación y el uso de términos no científicos y campañas anti género en la región por grupos conservadores, fueron algunos temas abordados por la experta.
Abranciskas es referente en América latina de la Campaña 28 de septiembre por la legalización del aborto, integró el Comité asesor del Consorcio Latinoamericano contra el Aborto Inseguro (CLACAI) y es enlace nacional de la Red de Salud de las Mujeres de América Latina y el Caribe (RSMLAC)
Por: Eugenia Olán
En El Salvador, cada 19 de agosto se conmemora el –Día Nacional de la Educación Integral en Sexualidad-, aprobado por la Asamblea Legislativa en 2015, a solicitud de la Coalición Salvadoreña por la Educación Integral de la Sexualidad. Para ese entonces, las y los legisladores mencionaron el compromiso del Estado con la juventud salvadoreña para la reducción de embarazos en adolescentes, disminución de casos de VIH e infecciones de transmisión sexual, el ejercicio de una sexualidad responsable y la deconstrucción de mitos y prejuicios acerca de la sexualidad humana.
A más de nueve años, el compromiso por parte del Estado es insuficiente. El primer trimestre del año 2023, los embarazos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años representan el 18.1 % del total de inscripciones prenatales. Además, en febrero pasado, el Ministerio de Educación ordenó eliminar “todo rastro de ideología de género» en los centros educativos, dejando fuera de la currícula cualquier tema respecto al género, diversidad y educación sexual.
¿Cómo experta en derechos sexuales y derechos reproductivos, cuál considera qué es la importancia de estos para la población?
Los derechos sexuales y reproductivos son dimensiones de los derechos humanos y además son muy concretos, porque tiene que ver que todas las personas somos seres sexuados. La sexualidad forma parte de nuestras prácticas, identidades y nuestros vínculos, realmente todo lo que tiene que ver con nuestras cotidianidades, las familias que tenemos, las relaciones que construimos, las decisiones que tomamos, es decir cómo entendemos el cuidado, como conocemos nuestros cuerpos y cómo sabemos su función, porque buscamos protegernos y proteger a las otras personas.
Los derechos sexuales y reproductivos forman parte también de las responsabilidades que tienen los Estados para garantizar las condiciones y eso significa una educación en salud sexual con un enfoque de autonomía para que estos derechos se ejerzan y, si no lo hacen, tenemos condiciones para denunciar a los Estados cuando los vulneran. Es una dimensión de la vulneración de derechos que hemos podido construir a través de una situación de tortura, discriminación y violencia que estaba absolutamente naturalizada. Que todo el mundo se sintiera poseedor de nuestros cuerpos y que decidiera sobre ellos estaba tan naturalizado, que hemos tenido que trabajar hasta con nosotras mismas para saber que nuestros cuerpos nos pertenecen, que hay que conocerlos, que realmente podemos decidir sobre ellos, que hay que quererlos porque la sociedad hace que siempre estemos inconformes con nuestros cuerpos y hasta con nuestras vidas.
Creo que eso se lo debemos agradecer al feminismo, porque tiene una producción teórica – conceptual – comunicacional enorme, pero lo que a veces no hacemos es difundirla lo suficiente y creo que esa es una gran parte de la tarea, como divulgamos nuestras propuestas de manera que sean permeables en toda la sociedad y en todas las estructuras.
¿Cuál debe ser el papel de los Estados en garantizar los derechos sexuales y reproductivos? En El Salvador, por ejemplo, el pasado 27 de febrero, el Ministro de Educación anunció que se había retirado de las escuelas todo uso o rastro de la ideología de género. Esta acción se produce luego que el presidente diera declaraciones durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en Estados Unidos, donde aseguró que en El Salvador no se permiten ideologías en las escuelas y colegios.
Estos péndulos de gobiernos autoritarios, ultraconservadores y negacionistas de terrorismo de Estado, de la violencia de género, la narrativa que usan sobre combatir la ideología de género está muy bien pensada, o sea viene de ellos. Para conseguir un poco la historia, esto es acuñado por Ratzinger, en el Vaticano, y cuando estábamos ganando terreno en las conferencias de los 90 de Naciones Unidas, con las conferencia del Medio Ambiente, de Derechos Humanos, la de Población y Desarrollo, la de Beijin, la de Durban, sobre contra todas formas de discriminación, xenofobia y violencia, entonces también ellos han tenido que variar. Antes alcanzaba con que dijeran algo y ya era voz divina; sin embargo, nosotras pudimos revertir eso y podemos visualizar, evidenciar y generar convenciones donde empezaron a reconocer las dimensiones de los derechos.
Lo que hay que saber es que estamos actuando contra los pilares del sistema instituido de la sociedad, o sea, que nos metimos con todos los poderes: el poder médico, el poder político, el poder jurídico, militar, no nos queda nada y ponemos el económico en cuestión. justamente todo este sistema -y, obviamente, sistemas- se resiste. Esto hay que saberlo porque no hay que amedrentar ni tampoco tener posiciones idílicas de que porque nosotras queremos, el mundo va a cambiar como queremos. Va a haber resistencias de estos poderes que no quieren perder su poder y, por lo tanto, van a combatirlos y eso es lo que también tenemos que aprender, a medir de otra forma. Si hoy somos su principal enemigo es porque realmente les estamos pegando donde duele, haciendo ruido, le estamos socavando cuestiones que eran absolutamente naturalizadas.
Estos embates suelen verse como retroceso, pero yo creo que debemos nombrarlos de formas distintas, hay que empezar a entender el poder que generamos -que es- suficientemente importante como para que tuvieran que molestarse en vernos, molestarse en cambiar sus narrativas, para que tuvieran que usar un pseudo discurso científico porque solo la explicación religiosa empezaba a ser insuficiente y no creíble, donde tuvieron que poner mujeres cuando antes eran todos hombres los que decían estas cosas y se empezaron a dar cuenta lo mal visto que eran los hombres hablando de derechos de las mujeres.
Hemos sido capaces de trastocar temas, de generar tratados internacionales, que si bien los Estados no los cumplen, pero si son una herramienta de demanda y de reclamo. El caso Beatriz es un ejemplo clarísimo de la omisión, de la agresión y la violencia del Estado salvadoreño contra las mujeres y particularmente contra ella y su familia; ahora que el caso de Beatriz llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y que sea uno de los casos emblemáticos, que por primera vez genere jurisprudencia en el tema de aborto, es el logro de haber conseguido cambiar tratados, cambiar convenciones, cambiar hasta la manera donde las instituciones de derechos humanos tienen que administrar justicia de género y justicia reproductiva.
¿Qué impacto puede tener, en adolescentes y jóvenes del sistema educativo público, la negación de información sobre derechos sexuales y reproductivos?
Creo que los impactos más graves van desde la falta de educación formal, porque contribuye a la estigmatización y la vergüenza en torno a temas sexuales y reproductivos, impidiendo que lxs jóvenes busquen ayuda o consejo cuando lo necesiten. Y es que la educación integral en sexualidad es clave para el desarrollo saludable de los adolescentes y jóvenes, ayudándoles a tomar decisiones informadas y responsables sobre su salud y bienestar, pero no queremos asumirlos, y cuando digo queremos me refiero a la sociedad en general, porque está tan naturalizado de que hablarle de sexualidad a lxs jóvenes se enmarca en libertinaje y entonces, si no eliminamos primero ese pensamiento, no podremos llegar a un sistema educativo pidiendo una educación sexual integral.
Romper el silencio ha sido uno de nuestros principales logros porque, justamente, pudimos hacer algo que estaba absolutamente estigmatizado, y culpabiliza romper ese silenciamiento y hablar públicamente. Yo creo que esto ha sido un logro enorme y hay que seguir haciéndolo, ver las vías formales de hacer educación sexual. Bueno, habrá que encontrar las informales, habrá que encontrar las formas nosotras antes de que hubiera educación sexual formal. Durante años estuvimos en talleres de sexualidad y de educación sexual con adolescentes que eran extracurriculares, fuera de los institutos de educación, y logramos realmente permear esa dimensión que no ocupaba la educación y el estudio.
Si los grupos conservadores, los Estados, la religión, están haciendo esa presión para que las y los jóvenes no tengan información sobre su sexualidad -no de la de todos, hablamos de la propia, porque cada quien tiene el derecho a vivir su sexualidad-, si le negamos eso vienen todas estas alzas en embarazos en niñas, la violaciones, porque desde una educación sexual podes nombrar e identificar cuales son las violencias a las que nos enfrentamos. Por eso seguimos educando desde estos talleres extracurriculares, porque queremos que esas tasas y estadísticas bajen.
¿Por qué cree que los gobiernos utilizan términos no científicos y campañas antigénero para violar estos derechos?
Usan el término ideología porque, hoy, hay una crisis ideológica y política, tener ideología parece ser malo. En realidad todos tenemos ideologías, todos tenemos sistemas de valores, todos tenemos creencias, todos nos adherimos a una concepción de mundo y de sociedad, ¿por qué tendría que ser mal término?, se entiende porque, además, ideológicamente se definen los estados, los gobiernos y los partidos políticos, la diferencia es ideológica entre las personas, nuestras diferencias son ideológicas, no de creencias, de convicciones, de compromisos y género. Realmente es una categoría muy transgresora, porque realmente devela la realidad de una forma que no que estaba visibilizada, una dimensión de la desigualdad que estaba naturalizada cuando empezamos.
Promueven términos no científicos y campañas antigénero, pueden tener varias motivaciones, que a menudo están relacionadas con ideologías políticas, culturales o religiosas.
¿Cómo puede la sociedad civil promover los derechos sexuales y reproductivos en un país como El Salvador, donde el Estado insiste en negarlos?
Hay que pelear por instituciones democráticas y esta es una pelea dura. Pero también hay que acordarse que venimos de dictaduras cívico militares, que fueron crueles en toda nuestra región y, hasta ahora, si bien tenemos gobiernos autoritarios y gobiernos violentos -y en el caso de El Salvador, es clarísimo esto también-, es verdad que hemos salido de situaciones más complejas y complicadas, justamente, a través de trabajar clandestinamente, muchas veces de camuflar lo que hacíamos, pero salvo condiciones muy extremas, y yo sé que en El Salvador las condiciones son complicadas y extremas, también están organizadas, tienen organizaciones y también tienen mucha gente joven participando de ellas.
Entonces, hay que buscar siempre la estrategia, buscar la forma siempre, ‘¿se podrá por este lado?, le buscaremos por la otra, no pueden ustedes acá traiganos a nosotras’. (Nosotras) podemos decir cosas que de repente acá ustedes no pueden; hay que aprender a usar los recursos que tenemos no solo en lo nacional, sino en lo regional, con las que hemos avanzado en los países donde hemos avanzado en temas de aborto. Quedamos puertas abiertas por toda América Latina justamente transfiriendo experiencia, apoyando, hablando cuando las otras no pueden hablar, exponiéndonos cuando las otras no se pueden exponer y, en ese sentido, esa fuerza la tenemos y hoy está extendida en todas las regiones internacionalmente.
Siempre el feminismo, por lo menos desde mi concepción, ha sido así, no te conformas con lo que conseguís y sabes que va a ser atacado y, muy probablemente retrocedas. Pero, eso te tiene que ayudar a repensar distinto, siempre.