
Por Madeline Pineda
Soy Madelinne Beatriz Pineda Pimentel, una adolescente de 16 años que ama profundamente ser mujer. Me encanta pensar que amo ser mujer no solo por lo que soy, sino por todas las cosas que otras hicieron posible antes de mí y que ahora yo puedo hacer.
Sin duda, amo ser mujer porque en mí habita una gran fuerza silenciosa, heredada de tantas mujeres que jamás se rindieron. Cada vez que tengo la oportunidad de arreglarme frente a un espejo, cada vez que sonrío porque estoy haciendo algo que verdaderamente amo y cada vez que vivo con libertad, sé que estoy celebrando su legado. Ellas viven en mí, en nosotras, y jamás será olvidado su esfuerzo.
Pero ese orgullo también lo encuentro en mi día a día, en las mujeres que me rodean y que con su claro ejemplo me enseñan lo valioso que es ser quien soy y saber reconocerlo. Entre todas ellas, mi mayor inspiración es mi mamá. Ella es una gran mujer, una de las más valientes. Me ha mostrado que ser mujer no solo significa tener fuerza, sino también ternura, paciencia y un amor infinito. En su mirada y en sus acciones veo reflejado lo que quiero llegar a ser.
Yo quiero ser inspiración, quiero poder recordarles a más mujeres el valor que tienen, porque para mí no hay nada más poderoso que una mujer que es consciente de lo que vale, y yo sueño con ser parte de ese despertar en otras y poder aprender de ellas, también aprender más de quienes estuvieron antes y sin duda dejar mi huella para las que vendrán después.
Quiero recordarles que ser mujer es un gran privilegio y un gran compromiso; el de honrar a quienes con valentía un día nos abrieron un camino, el de reconocernos cada día en nuestra valiosa fuerza y tener claro que nuestro valor nunca se negocia.
En cada una de nosotras habita una historia de valentía, esperanza y amor, un legado que para muchas se ha transformado en sueños y motivación. Somos memoria, somos amor y coraje, somos voz y silencio que se convierte en grito. Y aunque todas nuestras historias sean completamente distintas, todas podemos tener el privilegio de compartir una misma verdad: porque somos mujeres, y con eso basta para que seamos poderosas.