Insurrectas: Rescatar la memoria de las mujeres en la lucha armada y la paz

En un emotivo acto cargado de memoria histórica y reivindicación, la Asociación de Veteranas de Guerra de El Salvador presentó el libro Insurrectas 1970-1992, una recopilación de más de veinte testimonios de mujeres que participaron en diversas estructuras organizativas durante el conflicto armado salvadoreño.

Por. Redacción

Con una mirada crítica y profundamente humana, el libro Insurrectas irrumpe en el panorama de la memoria histórica salvadoreña para contar lo que durante mucho tiempo fue silenciado: la participación de las mujeres en el conflicto armado. 

A través de una recopilación de más de veinte testimonios y relatos, la obra rescata las voces de quienes vivieron la guerra no solo desde el frente de batalla, sino también desde los espacios donde se sostuvo la vida en condiciones extremas. Más allá de los fusiles, Insurrectas revela las múltiples formas de resistencia y se convierte en un acto de reivindicación política, histórica y emocional.

A 33 años de la firma de los Acuerdos de Paz, la Asociación de Veteranas de Guerra de El Salvador, destacó el valor de esta obra como una línea de tiempo histórica que visibiliza la participación de las mujeres en momentos clave de la historia salvadoreña.

“El país sigue enfrentando las secuelas del conflicto armado, que dejó profundas cicatrices en el tejido social, la vida comunitaria y la estructura familiar. Insurrectas se propone no solo como una obra de memoria, sino también como un acto de justicia: un esfuerzo por rescatar y poner al centro las voces de aquellas mujeres que fueron protagonistas activas —y muchas veces silenciadas— de este proceso histórico”.

A partir de los testimonios, el libro rompe con el silencio impuesto por la historia oficial y reivindica el derecho de las mujeres a ser reconocidas como sujetas políticas, como constructoras de paz y como sobrevivientes de un conflicto que marcó sus cuerpos y vidas de manera diferenciada. 

Uno de los aportes más importantes del libro es que va más allá del relato tradicional de la guerra, para mostrar cómo las mujeres enfrentaron múltiples formas de violencia por el simple hecho de ser mujeres. Desde maternidades forzadas y violencia sexual, hasta la carga emocional y física de cuidar, resistir y sostener la vida en medio del horror.

“Un eje principal es el rescate de la memoria histórica y este acto es una muestra del esfuerzo por dar a conocer lo que vivimos durante el conflicto armado por medio de relatos de las propias protagonistas”.

Las mujeres retratadas en Insurrectas lo fueron no solo por tomar las armas, sino por sumarse al impulso colectivo de un pueblo que se levantó contra la injusticia, la represión y la pobreza que marcaban la vida de la mayoría de la población salvadoreña y quienes fueron protagonistas activas en la transformación del país, no solo durante la guerra, sino también en los procesos políticos que le siguieron. 

Durante la presentación del libro se recordó la participación de Ana Guadalupe Martínez y Nidia Díaz, dos mujeres cuya contribución a la construcción de la paz quedó plasmada de forma histórica al convertirse en firmantes de los Acuerdos de Paz. 

Este acto no solo marcó el fin del conflicto armado, sino que también abrió el camino hacia un proceso democrático en El Salvador, reconociendo así el papel protagónico de las mujeres en los cambios políticos e institucionales del país.

Marisol Galindo, integrante de la Asociación de Veteranas de Guerra de El Salvador, destacó que algunos capítulos del libro Insurrectas rescatan la labor vital que desempeñaron las mujeres en los campamentos de refugiados. Más allá del resguardo, estos espacios se convirtieron en centros de organización, logística y resistencia.

“Las mujeres no sólo cuidaron de niñas, niños, personas heridas y compañeras embarazadas, sino que también garantizaron la atención médica, la alimentación y el abastecimiento hacia la retaguardia guerrillera. Asumieron tareas políticas y comunitarias que fueron clave para sostener la lucha y proteger a sus comunidades en medio del desplazamiento forzado”.

Otro de los aspectos destacados durante la presentación del libro fue el papel crucial que desempeñaron muchas niñas como maestras populares y alfabetizadoras en los campamentos de refugiados. La educación se convirtió en una herramienta de resistencia, y fueron principalmente niñas y adolescentes —muchas de ellas huérfanas a causa del conflicto— quienes asumieron la tarea de enseñar a otros niños y niñas, así como a personas adultas que no sabían leer ni escribir.

Irma Rodríguez, una de las protagonistas de esta experiencia, relató cómo desde muy temprana edad asumió la responsabilidad de la enseñanza en su comunidad, primero como maestra y luego como responsable de un organismo educativo creado en el refugio. 

Gracias a ese esfuerzo colectivo, se logró alfabetizar a más del 80 % de la población refugiada, demostrando que incluso en medio del exilio y el dolor, las niñas fueron capaces de generar procesos educativos transformadores y sostener la esperanza desde el conocimiento.

Insurrectas 1970-1992 abre un espacio necesario para reconocer la resistencia y los aportes fundamentales de las mujeres, muchas de las cuales pagaron con su vida su compromiso con la libertad y la transformación social. Narrar el conflicto armado desde las voces de las mujeres protagonistas no solo es un acto de justicia histórica, sino también una forma de resignificar la memoria colectiva del país.

“Esta memoria no puede seguir al margen: debe ser reconocida por el Estado y por la sociedad salvadoreña actual y futura, como un paso imprescindible hacia una paz con verdad, dignidad y justicia”. expresaron las veteranas..