Violencia contra las mujeres -Por Fidelina Martínez-

Por Fidelina Martínez Castro

En El Salvador, casi todos los días los medios de comunicación informan sobre la violencia contra las mujeres y las niñas. Lo trágico es que en muchos de estos casos los agresores son personas cercanas a las víctimas, quienes se aprovechan de la situación de confianza que, de alguna forma, existe. Sí, nos referimos a feminicidios, en los cuales, casi siempre, son sus parejas quienes las terminan asesinando después de un maltrato continuado.

Si hablamos de violaciones contra las niñas, la mayoría de veces son cometidas por personas de la misma familia como tíos, hermanos, primos, padrastros e incluso, padres.

Ante estos hechos una se pregunta: ¿Qué pasa por la mente de estos hombres?, ¿Qué piensan?, si es que lo hacen. Creen, quizás, que las mujeres y las niñas son “cosas” para su “uso” y “beneplácito” personal y/o colectivo y han crecido con sentimientos misóginos que afloran cuando son hombres.

Los hombres que violentan a las niñas y a las mujeres utilizan su poder físico para someterlas porque no tienen la capacidad de entender la equivalencia de las personas y de sus derechos humanos.

En sociedades patriarcales como la nuestra, la socialización acepta la permisividad a las  acciones y actividades de los hombres. Nosotras mismas, en muchos casos, aceptamos que la violencia de los hombres contra las mujeres obedece, únicamente, a factores externos (la falta de trabajo, el estrés, el confinamiento y  otras). Ante esto, surge la interrogante ¿acaso las mujeres no sufrimos esas situaciones?, pero las mujeres no violentamos ni matamos a los hombres, generalmente se matan entre ellos.

Aun con todas sus arbitrariedades, el régimen de excepción ha bajado la inseguridad que generaban las “maras”, la violencia ha disminuido, pero de eso a ser una sociedad segura falta mucho para nosotras. Las mujeres somos la mayor parte de la población pero seguimos siendo violentadas e incluso asesinadas por hombres.

Lamentablemente no se conocen datos oficiales sobre la violencia ni tampoco qué medidas toman o van a tomar las instituciones del Estado para garantizar los derechos humanos de las mujeres. 

El único dato que tenemos de parte de las instituciones del Estado es que “no hay datos”. Los datos que conocemos son de Organizaciones No Gubernamentales como la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), entre otras. 

También conocemos estadísticas a través de algunos medios de comunicación que ahora sí le prestan atención al descontento justificado de las mujeres por su situación de inseguridad, cosa que en el pasado no hacían.

De acuerdo al monitoreo de medios de ORMUSA, el 1 de septiembre de 2024 La Prensa Gráfica publicó que, “12 de 27 feminicidios ocurrieron en las viviendas de las víctimas” y en letra más pequeña explicaban “en lo que va de 2024, la violencia contra las mujeres no ha cedido y sigue afectando entornos donde las víctimas deberían sentirse seguras, como sus hogares”.

Creo que el odio hacia las mujeres no es un fenómeno natural en los hombres, por lo que es urgente y necesario que en todo el proceso de endoculturación de las personas propiciemos que los agentes de socialización (escuela, hogares, Estado, medios de comunicación y otros) faciliten la internalización de la equivalencia humana, del respeto a los derechos humanos, de la resolución de conflictos sin utilizar la violencia, del respeto a todas las personas sin distinciones de ningún tipo. Por lo que se debe incluir en una política pública de educación nacional. 

“El género” es una categoría de análisis en las ciencias sociales; son conocimientos demostrables que permiten entender la realidad social, es la experiencia la que sustenta su fiabilidad. Lo absurdo es que los ministerios de Educación y Salud han vedado dichos conocimientos sin investigar, simplemente por ignorancia o quizás por sumisión. Repiten lo que les dicen, hablan de “ideología de género” que es algo que no existe. 

Las ideologías son, en su mayoría, un conjunto de ideas, suposiciones, y divagaciones que pretenden  sustituir la teoría de género y/o la perspectiva de género.

En las ideologías no siempre hay coherencia entre la realidad y las ideas. La teoría que se construye a partir de la categoría género permite establecer las diferencias entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida social, permitiendo analizar la situación y condición de las mujeres en relación a la de los hombres. 

Si los niños, los jóvenes y los hombres  no aprenden a respetar a las niñas, las jóvenes y las mujeres como personas iguales, la violencia contra las mujeres estará latente en la sociedad. 

Para erradicar esta violencia se necesita educación con información científica sobre la construcción de los géneros, que está dada por la teoría de género. Los conocimientos adecuados a los diferentes niveles de edad sobre el desarrollo de la sexualidad, sin sesgo ideológico de ninguna religión, lo único que hacen es mantener ideas de sometimiento de las mujeres al poder que ejercen los hombres sobre ellas.

Para enfrentar la violencia contra las mujeres, el Estado debe interesarse y procurar políticas encaminadas a erradicarlas, para ello es necesario una educación que aborde científicamente los diversos problemas sociales, divulgación masiva de las leyes que el movimiento de mujeres ha impulsado como: “Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación  de la Discriminación contra las Mujeres”; Ley Especial, Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres”. Porque las leyes por sí solas no quitan el problema pero sí son disuasivas y punitivas para los infractores, por eso es necesario mantenerlas y aplicarlas correctamente.

Para construir una sociedad, justa, democrática, respetuosa y humana la violencia contra las mujeres debe terminar porque es un flagelo que se da en todos los estratos sociales y lamentablemente se tiende a normalizar.