Mujeres trans en el arte: historias de lucha y resistencia

Brenda Rosales, Gina Solórzano y Petrona Tapepechul, son 3 mujeres trans salvadoreñas que han apostado al arte como medio de resistencia y como fuente de trabajo, en medio de una sociedad y Estado que bloquea los derechos de la población LGBTIQ+ 

Por: Mónica Torres, Lucía Montiel, Rebeca Pacheco y Ana Rivera

Edición: Krissia Girón

Vivir fuera de San Salvador y una situación económica difícil parecían ser obstáculos para estudiar una carrera universitaria. Sin embargo, Brenda Rosales fue beneficiada con una beca y así pudo inscribirse en la carrera de arquitectura en la Universidad de El Salvador -UES-, una disciplina que escogió porque desconocía que existía la carrera de artes, algo con lo que soñaba estudiar.

Pero, ¿Por qué las artes?

‘’Mi talento viene siendo como nato, porque desde pequeña descubrí que me gustaban las manualidades y a medida que yo iba creciendo, de la plastilina con la que jugué desde niña se me fue desarrollando esa inquietud por lo visual y la contemplación de la naturaleza, hasta que después empecé ya a dibujar, y ahí fue donde inició todo’’, agrega Rosales, sobre el momento en el que descubrió que estaba interesada en el arte.

Al adentrarse más en el proceso de inscripción, descubrió que existía la carrera de artes y la seleccionó como segunda opción. Luego de aprobar el examen fue elegida para entrar a la Escuela de Artes, algo que la llenó de mucha emoción. 

Brenda empezó a preocuparse por su futuro. En sus palabras, vivió dos años cuestionando su decisión: ‘’la carrera tiene tanto estigma de no tener futuro. Viví esos achaques durante uno o dos años, mientras la gente me decía ‘’¿de qué voy a vivir?’’, ‘’¿Por qué agarré esa carrera?’’, o sea, me generaban una preocupación, porque prácticamente estoy estudiando y ‘’¿Para qué?’’.

El Informe sobre la situación de los Derechos Humanos de las Mujeres Trans en El Salvador, elaborado en el 2013 por organizaciones de mujeres trans y la Procuraduría Para la Defensa de los Derechos Humanos -PDDH-, detalla que en algunas instituciones educativas se niega a esta población el acceso a las actividades recreativas y culturales, y amenazan con la expulsión si los padres y madres de familia no obligan a los y las estudiantes a reprimir su orientación sexual o identidad de género.

Desde muy joven, Brenda se interesó en la política. Participó en movimientos estudiantiles y en otros espacios a nivel nacional, actualmente es la Subdirectora de la Dirección General de Género y Diversidad del Ministerio de Cultura, y en el 2020 se postuló como pre candidata a diputada por el partido de Nuevas Ideas.

Según Rosales, ser funcionaria pública ha sido una experiencia de empoderamiento, pero reconoce que no todas las mujeres trans han tenido sus oportunidades. De hecho, en el Informe de Condiciones Actuales de la Población LGBTI en El Salvador (2020-2021), se estima que un 28.6% de mujeres trans consultadas para el desarrollo del documento, ejercen el trabajo sexual.

La artista también es docente de la UES y señala que desde que se graduó quiso serlo: ‘’Antes de haber hecho mi transición, no tenía esa oportunidad, ahora que hice mi transición, se me abrieron las puertas pues, porque entré al gobierno y después me buscaron para venir a dar horas clases a la universidad y aquí estoy’’.

Brenda también recibió un reconocimiento por su trayectoria artística en la universidad, con un diploma que poseía el nombre con el que se identifica. 

‘’Mi identidad como mujer trans fue uno de los sueños que también yo celebro, porque haciendo una retrospectiva, cuando estaba en sexto o séptimo grado, yo me dibujaba como mujer trans y ahora soy ese dibujo, que todavía guardo’’, señala Rosales, como uno de sus logros más importantes.

Mi identidad como mujer trans fue uno de los sueños que también yo celebro".

«Quiero que la gente se lleve una parte de mi con el arte»

Gina Solórzano, al igual que Brenda, descubrió su talento durante la niñez: ‘’Yo creo que estaba muy dentro de mí ser artista y ganar dinero con eso porque siempre busqué mi dinero de alguna manera. Hacía dibujos en mi niñez o cosas de plastilina, o sea, artesanías y yo las trataba de vender. Bueno, yo las vendía, ¿quién le va a querer comprar algo a una niña?’’.

Al crecer, realizó estudios de dibujo y pintura en el Centro Nacional de Artes -CENAR-. En su adolescencia, estudió música. Como Brenda, también optó por estudiar arquitectura al principio, pero posteriormente se decantó por la Licenciatura en Diseño de Modas en la Universidad Francisco Gavidia. Según Solórzano, de esta manera las personas que consumen su arte, se llevan una parte de ella.

‘’He recibido cursos de diseño gráfico, también clases de canto y he trabajado un poco de eso. Me encanta la música, siempre me ha gustado. Estudié para ser DJ, con eso he estado trabajando hasta este momento’’, mencionó Gina sobre sus otras habilidades e intereses.

Compartir y bailar entre los asistentes mientras mezcla su música es algo que a Gina le encanta, menciona que poder sincronizar su gusto musical y el de quienes lo disfrutan, es algo diferente y fuera de lo común para ella.

Gina define sus logros de la siguiente manera: ‘’He regalado, he vendido, he hecho de todo, entonces, creo que uno de mis mayores logros es que la gente me reconozca, que la gente tenga una parte de mí. Ese creo que es el mayor logro para mí’.

Uno de mis mayores logros es que la gente me reconozca, que la gente tenga una parte de mí”.

«Queremos levantar la comunidad trans indígena»

Tatiana Herrera, dinamizadora y gestora del conocimiento en DIKE, expresó que la población LGBTIQ+ no siempre tiene acceso a espacios culturales, debido al estigma social y la discriminación en el país. En algunas ocasiones, no se les permite la entrada a museos u otros espacios de reproducción del arte. 

Agregó que si esto fuera diferente, las mujeres trans tendrían doble beneficio: ‘’uno, es un mecanismo para liberar toda la tensión y violencia que vivimos día a día, y dos sería descubrir, algo que nosotras como mujeres trans hemos visto, que nos encanta meternos en los personajes, poder mostrar emociones y poder hacer incidencia a través de eso, que es lo mejor de todo’’.

Esto lo sabe muy bien Petrona Xemi Tapepechul, quien participa de un grupo teatral trans e indígena, menciona que su arte tiene un propósito: ‘’Queremos levantar la comunidad trans indígena y levantar las historias de las personas indígenas’’.

La actriz, nacida en El Salvador, emigró hace 27 años a Estados Unidos con su familia cuando era una niña. La disciplina artística que llamó su atención fue el canto, pese a que en su casa no se podía escuchar música por las creencias religiosas de sus familiares. Petrona se cuestionó esta prohibición cuando empezó a cantar y fue en ese momento en el que sintió libertad y felicidad a través del arte.

Los instrumentos musicales también fueron parte de su adolescencia, pero para tomar las clases en su escuela debía comprarlos. Petrona y su familia no contaban con los recursos económicos necesarios, así que utilizó instrumentos rentados mientras participaba en presentaciones con el coro juvenil de la institución.

El teatro llegó a su vida al empezar el bachillerato, y al igual que Gina y Brenda, se inclinaba por una carrera universitaria poco relacionada al arte. Por presión de sus familiares, pensó en estudiar medicina o leyes, pero al graduarse, optó por no asistir a la universidad, y desde hace 20 años sigue dedicándose al teatro.

En su trayectoria profesional, Tepepechul menciona haber tenido varias experiencias de las que se enorgullece: ha ganado premios como escritora de teatro y participó como modelo en una campaña internacional con la compañía Dove. Sobre esto, dijo: ‘’Me gusta eso, que soy de esas mujeres trans que estamos cambiando la representación visual que existe para nosotras’’.

Soy de esas mujeres trans que estamos cambiando la representación visual que existe para nosotras’’

Brenda, Gina y Petrona pudieron elegir su camino. Sin embargo, el Diagnóstico de Necesidades de Salud y Servicios Disponibles para Mujeres Trans de El Salvador, de 2013, indica que solo el 7% de dicha población asiste a un técnico superior y únicamente el 1% a la universidad.

El Salvador cuenta con una Ley de Cultura que establece en su artículo 4 que: ‘’El derecho a la cultura es inherente a la persona humana, en consecuencia es obligación y finalidad primordial del Estado proteger, fomentar, difundir y crear las condiciones para el desarrollo de los procesos culturales y artísticos impulsados por la sociedad, tomando en cuenta la diversidad cultural de los pueblos’’.

También añade en su artículo 7: ‘’ Se reconoce la participación de los habitantes en la cultura como un principio rector, que debe incluir estímulos y facilidades a la misma; dicha participación debe ser en las actividades culturales y artísticas reconociéndose su desempeño’’.

Pese a la existencia de la ley que respalda el ejercicio artístico y cultural para todas las personas salvadoreñas, Brenda y Petrona, se enfrentaron a la discriminación por su identidad y expresión de género, mientras que Gina tuvo otros contratiempos relacionados al sistema educativo tradicional en El Salvador.

La escultura terminó siendo la especialidad de Brenda y la tomó como herramienta de trabajo, cuando en el segundo año de su carrera, uno de sus profesores la recomendó a una empresa que realiza esculturas, en la que actualmente sigue laborando.

Un mes de labores artísticas llevaba trabajando la escultora, cuando de pronto se enfrentó a la discriminación de sus compañeros de trabajo. Reiteradas veces, Brenda fue presionada por su jefe y compañeros de labores a no mostrar su expresión de género, pese a que ella defendía su derecho a hacerlo y asistía a sus labores diarias con la ropa que sentía más cómoda, pero finalmente fue despedida de la empresa.

2 semanas después, recibió una llamada, en la que se le solicitaba regresar a la empresa. Según Brenda, su trabajo en la escultura gustó desde el primer día, pero ella, entristecida, decidió responder a la llamada y aclarar sus condiciones: ‘’Les dije, bueno, quien va a llegar es Brenda, porque hasta el nombre tenía, la otra persona ya no existe, y lo terminaron aceptando porque mi trabajo pesaba por sobre esos prejuicios que tenían’’.

"Mi trabajo pesaba por sobre esos prejuicios que tenían", dice Brenda Rosales sobre sus inicios como artista visual

Durante esa experiencia de trabajo, Rosales perfeccionó sus técnicas y estilo, que define como clásico, asegura fascinarse con lo natural y la figura humana y dos de sus principales referentes artísticos son Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. Según la escultora, su arte transmite mensajes explícitos u ocultos, para que el espectador de su obra genere su interpretación.

Por otro lado, Petrona menciona que la discriminación hacía las mujeres trans es peligrosa, porque se les acusa de delitos que no han cometido: ‘’Especialmente las mujeres trans somos discriminadas en el sentido que nos ven como pedófilas, como hombres que quieren tocar a la niñez y por esa razón, nos excluyen del teatro y espacios donde hay niñez. Por eso es que no hay tantas profesoras que son mujeres trans y yo no tengo estudio como profesora, pero si como  asistente  de profesora y trabajé en las escuelas como asistente de profesora’’.

Otras violencias que han atravesado los esfuerzos artísticos de Petrona y el grupo teatral con el que trabaja, es el hecho de no poseer tantos recursos económicos como otros grupos de personas adineradas, blancas, cisgénero y heterosexuales, a consecuencia de la negación de espacios para presentar sus obras, y si se les permite presentarse, el costo de alquiler es muy alto, y la ganancia es poca.

‘’Muchas personas en nuestro grupo no hemos tenido donde vivir, por esa razón, si los artistas no tienen donde vivir, en el teatro no van a tener donde actuar, y siempre hemos encontrado esa dificultad de no encontrar donde hacer el arte’’, mencionó sobre lo que implica no tener un ingreso fijo y digno para las mujeres trans e indígenas que forman parte del grupo teatral.

‘’Me gustaría empezar el cambio aquí en la casa", Petrona Xemi Tepepechul

No contar con un hogar donde vivir es una experiencia para las mujeres trans que se replica también en El Salvador. Por esta razón, DIKE ha abierto un albergue para población LGBTIQ+ que ha sido desplazada forzosamente por discriminacion y bajos recursos económicos: ‘’Aquí se les brinda un lugar cómodo, procuramos que no sea un lugar feo que sólo tenga una cama, sino que tenga comodidad, que tenga aire acondicionado, que sean camas muy buenas, para evitar la revictimización, porque vienen sufriendo un montón de problemas’’, expresa Tatiana Herrera.

En El Salvador, el 85% de las mujeres trans ejercen o han ejercido el trabajo sexual y el 45.2% tiene ingresos inferiores a los 180 dolares al mes. Esto figura en trabajos informales (sin ningún tipo de beneficios sociales), como cosmetólogas o comerciantes en mercados y la calle. Menos de un 5% trabaja en la empresa privada, o son micro-empresarias, mientras que el 10% indican que están desempleadas, según datos del Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos de las Mujeres Trans en El Salvador del 2013.

Para Gina, uno de los obstáculos que ha tenido para desarrollar su arte son los procesos burocráticos: fechas de entrega, papeleos, puntualidad, entre otros, son elementos que, considera, interrumpen la creación del arte. Por ello, muchas veces tiene que trabajar sola en sus proyectos.

‘’Lo que quiero proyectar con mi arte es esa libertad que yo voy adquiriendo"

Por ello decidió participar en ‘’Voces Antagónicas’’, un proyecto de creación artística alternativo propuesto por la Colectiva Amorales, un grupo de mujeres jóvenes artistas salvadoreñas. Lissania Zelaya, artista y abogada que forma parte de Amorales, afirma que con este proyecto buscan crear un método propio de exploración artística, donde participan mujeres diversas.

‘’Nos ha costado encontrar mujeres trans que se dediquen al arte, ni nosotras podemos dedicarnos al arte enteramente, también tenemos otra carrera. En este país vivir del arte es un trabajo muy duro, aún más para una persona trans, que tienen los accesos (al arte) más lejos que nosotras y eso es algo real, no es algo que podamos negar’’, afirmó.

Zelaya asegura que las mujeres trans pueden formar parte de cualquier proyecto para mujeres. Bajo esta premisa, cuestiona el concepto de “inclusión”: ‘’Quien incluye tiene poder y quien tiene el poder de incluir también puede excluir, si nosotras decimos que vamos a incluir estamos atribuyéndonos un poder y nosotras buscamos que sea algo donde sabemos que estamos todas y todes y punto, por eso es que abrimos Voces Antagónicas’’.

La Asociación Solidaria para Impulsar El Desarrollo Humano (ASPIDH ARCOIRIS TRANS), es una organización conformada por mujeres trans que trabaja en conjunto con Colectiva Amorales en algunas actividades. Britany Castillo, mujer trans y asistente técnica de la organización, dijo que los ejes de trabajo de ASPIDH son, la promoción de una ley de identidad de género, la prevención del VIH en mujeres trans que se dedican al trabajo sexual y la lucha por los derechos humanos de la población trans en el país.

Castillo menciona que Brenda Rosales es la única artista trans que conocen desde la asociación, pues según ella, la mayoría de mujeres trans no tienen un proyecto de vida o se vió interrumpido por transicionar: ‘’Al no contar con un proyecto de vida,  esto dificulta que muchas de nosotras no nos veamos en una profesión y esto implica también estar dentro de las artes, muchas de nosotras prácticamente por imposición nos toca estar haciendo trabajo sexual, y esto dificulta que nos metamos en algún proceso educativo o algún curso de artes’’.

Transicionar marca una diferencia entre concretar o no planes de vida entre las mujeres trans, así lo explica Britany: ’’Muchas de las compañeras, como Brenda, que terminó sus estudios, no muestran su identidad desde temprana edad, sino hasta que ya tienen un título universitario. Si desde temprano asumes tu identidad y expresión de género, eso te limita el poder acceder a este tipo de espacios.  Por eso hay muchas compañeras que han terminado sus carreras universitarias y desde ahí comienzan a transicionar, esto les ha ayudado a poder llegar hasta donde están’’.

Pese a los retos que representa este panorama para las mujeres trans en el arte, DIKE apuesta por llevar a la población LGBTIQ+ a descubrir talentos y cultura general a través del programa ARTEFACTA, una apuesta que surge ante la discriminación que hacia la comunidad en los espacios públicos donde se hace o se presenta el arte y la cultura salvadoreña.

Uno de los ejes de este programa es el acercamiento directo a museos salvadoreños: ‘’La metodología de nosotros es crear un espacio seguro en todo lo que hacemos, así que coordinamos con una persona del museo para que les vaya a dar el recorrido y los llevamos en grupos de 10 o más personas’’, detalla Tatiana Herrera.

Previo a la visita, también se encargan de capacitar al personal del espacio para que conozcan más sobre la población LGBTIQ+, la labor de DIKE y se evite un escenario de discriminación hacía quienes asisten al recorrido; en palabras de Tatiana, es un proyecto en desarrollo que podría incluso generar interés en las mujeres trans para crear desde el arte.

‘’Al no contar con un proyecto de vida, esto dificulta que muchas de nosotras no nos veamos en una profesión y esto implica también estar dentro de las artes, muchas de nosotras prácticamente por imposición nos toca estar haciendo trabajo sexual, y esto dificulta que nos metamos en algún proceso educativo o algún curso de artes’’.

Para Brenda Rosales, el arte influyó en su autodefinición personal: ‘’Una artista eso es: a muchas nos llaman locas, pero vivimos en un mundo en donde la fantasía, lo surreal vaga por nuestras mentes y queremos ser muy expresivas con lo que sentimos. Yo creo que es muy importante porque nos salimos de una jaula, nos liberamos y soltamos las alas para volar. El arte, para mí, fue el canal que me ayudó para ser quien soy y como dijo una actriz española: ‘una no es auténtica hasta no llegar a ser lo que siempre soñó ser’’.

Gina Solorzano también relaciona el arte con la libertad: ‘’Lo que quiero proyectar con mi arte es esa libertad que yo voy adquiriendo y esa misma autonomía, para que las demás puedan apreciarla y, de alguna manera, así muchas personas conocen de mí y mi vida’’.

Finalmente, Petrona Tepepechul manifiesta que desde su arte, quiere ser un ejemplo para otras mujeres trans que quieran empezar un proyecto de vida relacionado a esta disciplina: ‘’Me gustaría empezar el cambio aquí en la casa, para que otras personas vean que estas “trans” que no tienen dinero, ni lugar donde hacer su teatro, que tienen encontrar lugares para hacer su teatro, aún así pueden dar un  pago digno a sus artistas y sacar sus proyectos adelante’’.

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