Fotografía: Reina Ponce
Por: Krissia Girón
Una de las grandes responsabilidades del periodismo con la sociedad es la socialización de imaginarios con los que formamos nuestra visión de mundo. Decir que el periodismo no tiene ningún ápice de culpa en la visión que tenemos frente a los feminicidios, la violencia sexual, la población LGBTIQ+ y otros imaginarios cargados de misoginia, machismo, discriminación, desigualdad y violencia contra las mujeres y niñas sería mentir.
¿Hay alguna forma de contribuir a un cambio de imaginarios, opiniones y formas de pensar de la sociedad a través del periodismo? La alternativa, hoy por hoy, tiene nombre y apellido; un apellido que, por cierto, resuena incómodo para muchos, y revolucionario para otras: Periodismo Feminista.
Uno de los primeros medios de comunicación en El Salvador, en denominarse abiertamente feminista, fue Revista La Brújula. Un espacio que, durante dos años se ha caracterizado por su valentía al informar los temas que atraviesan el cuerpo y la vida de las mujeres, hablando de las problemáticas que nadie se atreve a informar, y denunciando a quienes estén detrás de cualquier expresión de violencia o acto injusto hacia las mujeres, niñas y población LGBTIQ+.
Recientemente, la revista realizó un Diplomado en Periodismo Feminista, dirigido a periodistas, comunicadoras y estudiantes de periodismo. Al momento de realizar el diplomado, ya habíamos muchas declarándonos abiertamente feministas y periodistas, y no al revés, como lo esperan nuestros “colegas” tradicionalistas y férreos críticos de esta práctica.
Porque el Periodismo Feminista es eso: práctica. Te sitúa y aterriza en las diferentes opresiones que vivimos las mujeres a partir de su clase, raza, género, identidad, orientación sexual, edad, etnia y un largo etc de modos de opresión y dominación del sistema, donde el género es solamente una pieza del rompecabezas.
Cada una de las que participamos en el Diplomado le ha dado su propio significado a los conocimientos construidos en dicho espacio. Para Eugenia Olan, estudiante de Periodismo de la UES, haber aprendido a contar historias sin revictimización de las fuentes y abriendo los micrófonos y cámaras a las denuncias de las audiencias, ha sido importante para su práctica periodística.
“Lo que más me atrapó en este Diplomado es el cómo podemos narrar las historias, el hacer la denuncia ante los agresores, porque muchas veces protegemos más al agresor que a la propia víctima. El Periodismo Feminista le permite dar ese giro a la información que transmitimos”.
Por otro lado, para algunas compañeras ha sido un espacio de superación personal y de reafirmación de la profesión que se ejerce por y para la comunidad, como en el caso de Carolina Mena, periodista comunitaria de Noticias La Gaceta Suchitoto. “Me dio una señal de lo que quiero, narrar desde las realidades que vivimos las mujeres como la autonomía de nuestros cuerpos, el derecho a decidir. No había encontrado mi razón de ser en el periodismo, pero con el diplomado pensé ‘esto es lo que quiero hacer’”.
Para muchas, fue una nueva visión y una reconciliación con la profesión del Periodismo. “El educar a las personas bajo el feminismo situado puede llegar a hacer mucho bien y hacer cambios en nuestra sociedad, en el trato hacia las mujeres, niñas, tanto en el ambiente laboral como el personal. Salí con una nueva visión de mundo que, ahora, lo aplico en todas las áreas de mi vida”, expresó Evelyn Paniagua, estudiante de comunicaciones.
Para quienes participamos de esta experiencia, el Diplomado en Periodismo Feminista, los nuevos conocimientos construidos desde la colectividad y la experiencia de sabernos acompañadas en la resistencia por hacer un periodismo de forma digna y justa para nosotras y la sociedad en general, esto es y será siempre una oportunidad de cambiar la historia, los imaginarios, las narrativas y de seguir visibilizando nuestras realidades diversas.
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