El ciberespacio: tierra fértil para violentar a las periodistas

Este trabajo periodístico fue realizado por jóvenes participantes del diplomado feminista «Narrar desde el cuerpo-territorio» desarrollado durante el mes de julio por el equipo de Revista La Brújula.

Por Natalia Alberto, Lorena Andino, Eileen Díaz, Diana Palacios, Ana Peña, Katya Romero

Este tipo de ataques (digitales), como no son amenazas directas, o como no vulneran la integridad física de las personas que estamos en la labor de informar, son vistos como una cuestión sin importancia” – Mónica Campos, periodista audiovisual de GatoEncerrado.

El ciberespacio como campo de batalla

El uso de las redes sociales como plataformas de comunicación y difusión de noticias u opiniones es una realidad desde hace más de una década; sin embargo, el actual gobierno de El Salvador encabezado por el presidente Nayib Bukele ha convertido este medio cibernético, especialmente la red social Twitter, en no solo en una estrategia de comunicación, sino en una cuestionable forma de gobernar y generar controversia entre la ciudadanía.

Twitter no solo juega un papel importante en el terreno político del país, sino también en el gremio periodístico debido a su alcance. Esto también ha desencadenado que periodistas de los medios de comunicación opositores al gobierno sufran más agresiones en comparación con años anteriores. Según el Centro de Monitoreo de Agresiones contra Periodistas de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), en el año 2020 las agresiones a profesionales de la comunicación ascendieron a 127, de las cuales 42 fueron registradas como acoso digital a mujeres y hombres.

Ante esta problemática se agrega el mayor grado de vulnerabilidad que poseen las mujeres periodistas a recibir acoso físico y digital. A manera de plantear un panorama general, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos realizó en 2018 un diagnóstico sobre el entorno de trabajo de las periodistas y comunicadoras salvadoreñas, en dicho informe el 100 % de las participantes manifestó haber sufrido acoso sexual durante su labor periodística.

Este mismo informe sustenta el riesgo que tienen las mujeres periodistas a sufrir acoso sexual o comentarios inapropiados por parte de fuentes de información y/o de civiles mediante sus redes sociales.

 

De la violencia física a la violencia digital

Ejercer el periodismo en El Salvador implica altos niveles de estrés y carga emocional […] Las mujeres (periodistas) tenemos otro tipo de riesgos que no tienen los hombres’’ expresa la periodista audiovisual de GatoEncerrado, Mónica Campos.

Cuando la jornada laboral termina después de una competencia por conseguir la mejor fotografía, la mejor declaración y publicar la información más inédita, las mujeres periodistas llegan a la comodidad de sus hogares e intentan descansar de un largo día de trabajo.

La violencia las acompaña en el día a día; saliendo de las coberturas junto a sus colegas, con “halagos’’ morbosos provenientes de fuentes de información, funcionarios o civiles, o cuando regresan a la sala de redacción y reportan su trabajo a los editores bajo acusaciones de obtener la “mejor información’’ porque es la única mujer de la sección de la revista o del periódico.

Aun así, la violencia contra las mujeres periodistas en El Salvador no solo ocurre durante las coberturas de noticias, sino también en espacios personales de la red virtual, especialmente Twitter.

Fuera de su rol como periodista, los celulares siguen sonando. Una simple publicación con un comentario personal sobre la coyuntura nacional hace explotar la red social del pájaro azul.

En Twitter es usual que te agredan y te ataquen… Sobre todo cuando hacés un comentario disidente al gobierno’’ dice la periodista del medio digital Alharaca, Metzi Rosales Martel.

El acoso mediático a causa de un comentario político también trae consigo mensajes estigmatizantes sobre la periodista, siendo juzgada por el hecho de ser mujer aunque esto no se relacione con el tuit que realizó.

Las redes sociales, a través de sus opciones para comentar, compartir y reaccionar, facilitan a un agresor estar en constante acoso. Tal es el caso de Wendy Urbina, fotoperiodista de La Prensa Gráfica, quien relata cómo fue la evolución de los comentarios agresivos por parte de otros usuarios contra su persona.

He recibido comentarios groseros, amenazas por tuits porque normalmente yo me mantengo comentando cosas en Twitter, a tal punto que dejé de hacerlo para evitar ese tipo de conflictos porque se vuelve un poco peligroso cuando la gente sabe dónde trabajas”.

El impacto de la violencia recibida por Wendy atravesó el espacio digital debido a que ella advirtió que su integridad física podría estar en peligro. Ante esto, decidió dejar de publicar en la red social.

Las notificaciones siguen sonando a altas horas de la noche, y entre esas se encuentra alguna fuente de información invitando inapropiadamente a salir a la periodista. La incomodidad se apodera de la situación. La periodista Wendy expresó la necesidad de acudir a diversas fuentes para obtener información en su quehacer diario, especialmente en un país como El Salvador, donde la información no la ofrecen las fuentes oficiales.

No sabría decir cuántas veces ha pasado, pero sí ha pasado muchas veces… Ya perdí la cuenta”, relata la fotoperiodista. “A veces hay comentarios pasados de tono y me escriben en la noche poniéndome en una situación bien incómoda porque necesito que me pasen información ya que la policía no la da’’, agrega.

 

¿Cuándo se convierte en un ataque digital?

La APES considera un ataque digital cuando la forma en la que se dice el mensaje no tiene por objetivo atacar las ideas sino a la persona. “En el caso de las mujeres hay una especie de terreno más fértil o más vulnerable, para que los hombres, en su mayoría gente que trabaja con cuentas fantasmas que se llaman troles, orquestan ataques en contra de las opiniones de algunas mujeres’’, explica la APES.

Solo en el año 2020 se registraron un total de 9 denuncias sobre acoso digital y 17 sobre ataques digitales, muchos de ellos promovidos desde instancias gubernamentales como el secretario de Prensa, Ernesto Sanabria, y el mismo presidente Nayib Bukele. 

Los ataques suceden con mayor frecuencia luego de la publicación de una investigación periodística o cuando una periodista decide expresar juicios personales sobre decisiones de gobierno. “Los ataques que han sido bien duros son por tener opinión discrepante al gobierno… Se desvirtúa mi intelecto principalmente por mi opinión” explica la periodista Rosales.

Estas expresiones de violencia en parte nacen por cuentas fantasmas manejadas por usuarios afines al gobierno o partidos políticos, puesto que al hacer críticas a información de carácter público, las mujeres periodistas entran en conflicto con las autoridades gubernamentales. 

Rosales también explicó a partir de su experiencia que “a medida que te involucras en temas de la agenda política de coyuntura hay una violencia”, dejando claro que “los temas de violencia contra la mujer no les interesan”.

En la intimidad de sus hogares las periodistas leen los comentarios en sus redes sociales, abren las bandejas de mensajes directos, y entre ellos, una fuente o un civil está buscando intimidarlas, amenazando con publicar información sensible o enviando fotos de ellas mismas en sus lugares de trabajo, en coberturas y hasta en lugares que frecuentan con amigos y familiares, tal como relata la periodista Wendy Urbina.

Por otro lado, son etiquetas de funcionarios que, desde Casa Presidencial, los escritorios de los ministerios o hasta de los curules del Palacio Legislativo, incitan al odio y la persecución con comentarios misóginos sobre las mujeres periodistas. 

Este tweet fue publicado por Walter Araujo atacando a Karen Fernandez, periodista de FOCOS.

Reconocer que las mujeres periodistas son víctimas de violencia digital es difícil, principalmente porque un mecanismo de autodefensa es minimizar la situación y compararla con hechos más graves.

La periodista Mónica Campos considera que esto es un problema dentro del oficio periodístico, “cualquier persona puede pensar que es una actitud exagerada denunciar este tipo de ataques (porque como periodistas) es muy difícil que nos asumamos víctimas no vulnerables”. Agrega  “este tipo de ataques (digitales), como no son amenazas directas, o como no vulneran la integridad física de las personas que estamos en la labor de informar, son vistos como una cuestión sin importancia”. 

De un momento a otro, las notificaciones se detienen, pero la problemática persiste, el miedo se apodera de ellas y la libertad expresión de la periodista termina cuando decide elevar un muro de protección con un candado digital que acompaña todas sus cuentas en redes sociales.

 

¿Existe en El Salvador un marco jurídico que proteja a las mujeres periodistas del acoso y los ataques digitales?

En El Salvador no existe una ley de protección donde se considere la violencia digital hacia mujeres periodistas. Además, las periodistas entrevistadas para este reportaje afirman la falta de un protocolo especial en los medios de comunicación ante casos de acoso digital u otro tipo de agresión.

Sin embargo, ante la falta de una legislación que asegure la protección de mujeres periodistas frente a los casos de acoso digital, se han construido esfuerzos colectivos de apoyo entre mujeres que sufren estas situaciones. En marzo del presente año se creó una campaña para visibilizar el acoso a periodistas partiendo de la resolución sobre el caso de acoso sexual contra la periodista Wendy Hernández.

Las expresiones de odio en las redes sociales afectan la salud psicológica y emocional de las mujeres periodistas. El hecho de ser agredida de manera directa o indirecta a través de plataformas personales perjudica el pleno desarrollo de las mujeres en su ámbito laboral, por lo que se hace necesario cuestionar qué hacer ante la situación.

 

¿Cómo actuar sin marco jurídico?

Creo que es lo más común que se recibe, sin ánimos de normalizarlo” comenta la periodista Mónica Campos, “…Tengo compañeras que han tenido amenazas graves y directas, incluso amenazas que tienen que ver con seguimiento”.

Wendy Urbina asegura que en el medio para el que trabaja no existen medidas que protejan a las periodistas de acoso digital. Tampoco les brindan ningún tipo de protección contra los ataques cibernéticos. 

A pesar de ello, las periodistas han tenido que buscar y aplicar medidas de autocuidado. Mónica Campos explica que, aunque para ella no es lo correcto, evita usar faldas, vestidos o sandalias durante las coberturas para evitar miradas morbosas por parte de civiles.

Además de esto, se pueden mencionar otras medidas de autoprotección ante la violencia digital recomendadas por el medio LATFEM, como realizar capturas de pantalla de la agresión, o usar las opciones de reportar y bloquear al usuario.

La creación de una ley de protección para periodistas continúa viéndose urgente para el gremio salvadoreño, considerando, además, un enfoque de género que garantice la protección y respaldo a mujeres víctimas de acoso digital.

Se vuelve necesario crear redes de cuidado con las demás periodistas víctimas de este tipo de violencia. Además, es importante la creación de espacios en los que se hablen de este problema, cómo reconocerlo y cómo protegerse, ayudar a registrar las pruebas de los ataques hacia otras compañeras y pensar conjuntamente nuevas estrategias de protección.

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