Por: Griselda Mata
Hace un año estábamos presenciando el golpe de Estado fallido, la toma de la Asamblea Legislativa, la provocación a la insurrección y una oración religiosa-política por parte del presidente de El Salvador.
Lo que sucedió el 9 de febrero de 2020, fue que el presidente al entrar a la Asamblea Legislativa se puso las manos sobre la cara para orar, alrededor de él un grupo de policías y militares uniformados y con armas largas, los miembros de la Brigada Especial de Seguridad Militar, y al tomarse la Asamblea por la fuerza, hizo una oración y se retiró del Salón Azul. Al estar fuera y entre la multitud, se dirigió a sus simpatizantes y les dijo que Dios le había hablado, que Dios le había dicho que tuviera “Paciencia”.
La Asociación de mujeres Católicas por el Derecho a Decidir El Salvador, expresó su rechazo al atentado al Estado laico salvadoreño. El mensaje fue dirigido al presidente exigiendo el “Respeto al Estado Laico”. En ese momento hubo mucha indignación de diversos sectores de la población que además rechazaron la utilización de la fe de las personas para fines político partidarios, muchas organizaciones de la sociedad civil se posicionaron a favor del respeto y al carácter laico y democrático de nuestro Estado salvadoreño.
Debemos tener claro que la declaración universal de la laicidad en el siglo XXI plantea un principio elemental de democracia y libertades, que implica que el Estado no debe estar legitimado por una religión o por una corriente de pensamiento particular, que domine el poder y las instituciones públicas.
Desde la asociación que represento, creo firmemente en la necesidad de protestar y exigir el respeto al Estado laico, al pluralismo religioso, la libertad de conciencia y las prácticas individuales y colectivas de las mujeres y hombres de fe, consecuentes con la libertad de la vida espiritual de cada persona y sus valores.
Considero que el respeto al Estado Laico y la libertad de conciencia debe ser una bandera de lucha a retomar por parte de las organizaciones feministas, como una apuesta imperante en la agenda feminista de las mujeres que anhelamos nuestra libertad de manifestar nuestras propias creencias, pensamientos y religión sin estar sujetas al discurso oficialista fundamentado en la religión que atenta contra la democracia e igualdad de condiciones.
Debemos alzar nuestras voces contra el discurso fundamentalista religioso promovido por el presidente y su gabinete de gobierno, que lejos de promover la paz y el diálogo entre la población, se encarga de imponer decretos de oración como una estrategia de marketing político que tiene como finalidad la introyección del mensaje mesiánico y la imposición de la religiosidad, con clara tendencia para levantar su imagen de popularidad aprovechándose de la fe de nuestros hermanos y hermanas.
Seamos conscientes que la laicidad es un elemento clave en la vida democrática, y que los tres decretos impuestos por el presidente de El Salvador como “Día nacional de la oración” el 24 de mayo, 10 de agosto y 17 de noviembre del 2020, son un atentado al Estado laico cuya característica principal es la separación entre el Estado y la Iglesia y la autonomía de lo político frente a lo religioso porque todas las personas somos iguales ante la ley, seamos creyentes o no.
¡Sin Laicidad No hay Democracia!
Griselda Mata es activista cristiana feminista y coordinadora de católicas por el Derecho a Decidir El Salvador
Be the first to comment