Por: Karoline J. Alvarado
Como algunas de las problemáticas sociales que cada cierto tiempo tocan titulares de los grandes medios de comunicación, el abordaje de la migración se mantiene al margen de la opinión pública olvidando que es un fenómeno del día a día, aún en este contexto de pandemia por la COVID-19. Cientos de mujeres deciden dejar su país de origen huyendo de la pobreza, desempleo y violencia, en búsqueda de condiciones de vida más dignas para ellas y sus familias.
En su recorrido hacia el principal destino, Estados Unidos, el estatus migratorio en el que viajan es irregular, es decir, no cumplen con las leyes, normas o acuerdos internacionales que rigen la entrada o la salida de ese país. Este hecho causa, entre otros riesgos, que las migrantes permanezcan en condiciones de vulnerabilidad en el ejercicio de sus derechos, sobre todo cuando son llevadas a centros de detención.
Observemos el siguiente caso:
"A una detenida, el doctor le dijo originalmente que tenía un quiste ovárico e iba a hacerse un pequeño procedimiento de veinte minutos perforando tres pequeños agujeros en su estómago para drenar el quiste. El oficial que la transportaba al hospital le dijo que le iban a hacer una histerectomía para extirparle el útero. Cuando el hospital se negó a operarla porque su prueba de COVID-19 dio positiva para anticuerpos, fue transferida de nuevo al Centro de Detención donde la enfermera dijo que el procedimiento que iba a realizar implicaba dilatar su vagina y raspar el tejido”.
Este es uno de los horribles testimonios de las detenidas en los centros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés, donde las personas son encarceladas mientras esperan una determinación de su estatus migratorio o si deben retornar a su país de origen). Este relato lo brindó la denunciante Dawn Wooten, una enfermera de la prisión del condado de Irwin, un centro del ICE en el estado de Georgia, sobre los procedimientos ilegales y violentos que se realizan a las detenidas sin su consentimiento.
Los abusos ginecológicos en los centros de detención del ICE están en línea con una larga historia de esterilización de mujeres por parte del gobierno de los EE.UU., en particular de mujeres afroamericanas, latinas e indígenas. A principios del siglo XX, las esterilizaciones eran una política del gobierno y se utilizaban contra estas mujeres, así como contra las mujeres blancas de la clase trabajadora y las mujeres discapacitadas. Una lógica brutal e inhumana.
Es un asalto sexual institucional no por un individuo, sino por el Estado, que agrede sexualmente a mujeres como parte del proyecto de criminalizar a la pobreza y culpar a las mujeres por ello. La pobreza no es el resultado de las opciones reproductivas de estas mujeres, sino que existe porque es inmensamente rentable para los capitalistas hiperexplotar a las de abajo, y porque el Estado se niega a proporcionar servicios fundamentales a las pobres y a la clase trabajadora.
Es más conveniente y barato para el Estado esterilizar a las mujeres que atender sus necesidades reproductivas y otras necesidades sociales.
Karoline J. Alvarado es socióloga, feminista e investigadora con experiencia en estudios sobre música salvadoreña, migraciones, desplazamiento forzado y violencia contra las mujeres.
Me gustó bastante y si es un atropello a los derechos , pero también hay que ver el otro lado de la moneda … Nada en la «construcción» de USA obliga a hacerse cargo de indocumentados que vulneran sus fronteras , en todo caso el país originario de la migrante debería defender dichos derechos … Hay que recordar que entrar en una frontera de forma ilegal sigue siendo un delito , el gobierno de USA siempre queda de malo por el siempre hecho de defender su soberanía