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Por Krissia Aquino
Desde que me nombré como feminista una de las preguntas, ataques en ocasiones, que me han hecho es ¿por qué siendo mamá me posiciono a favor del aborto?. También me suelen decir: “acaso no querés a tú hijo”, “seguramente lo querías abortar”, “sos una madre desnaturalizada”; pero cada día al enfrentarme con la realidad de las mujeres, niñas y madres salvadoreñas, sostengo mi postura.
Las que somos madres y feministas tenemos la conciencia de la dimensión y el significado de ejercer la maternidad llena de castigos, condenas sociales, renuncia o replanteamientos de proyectos de vida, precariedad económica, irresponsabilidades paternales y un camino a cuestas que no nos es grato transitar. Esto hay que dejar de verlo como el sacrificio que las mamás hacemos con gusto.
Por ello, promuevo maternidades deseadas ya que si existe un deseo legítimo de no ser madre por las razones que sean. Es importante que las mujeres ejerzan su derecho a decidir sobre su cuerpo. Creo en la maternidad como una elección, no como una condena.
Le tengo un enorme amor a la vida pero a una vida con dignidad, deseada y proyectada hacia un futuro que garantice plena e integralmente la dignidad humana. No a la vida que tiene vivir una niña abusada sexualmente y obligada a parir a sus 12 años, que está condenada a la pobreza y constantes vulneraciones de derechos; o a una niña que vive con su agresor; a una niña que es madre de gemelos que no tiene garantizado para ella ni para los bebés lo más básico para vivir. Niñas que son madres y que nunca han sido protegidas por ningún sistema, por ningún Estado.
El verdadero crimen es obligar a parir a una niña. La mayoría son víctimas de violación y ninguna debería ser obligada a llevar un embarazo, es una tortura.
Las consecuencias que las niñas sean madres van desde efectos físicos, psicológicos, emocionales y sociales. Tienen un impacto en el proyecto de vida, sueños y metas de las niñas, si es que sus precarias condiciones les permiten tenerlos. La maternidad forzada en las niñas y mujeres perpetúa ciclos de discriminación y pobreza.
Es urgente tirar a la basura los prejuicios sobre el significado de ser mujer y ser madre. Una mujer puede abortar cuando no quiere ser madre porque tiene un proyecto de vida donde la maternidad no es una expectativa. No todas las mujeres quieren ser madres, ni todos los momentos o circunstancias son los más adecuados para serlo. Entender esto es fundamental porque la maternidad tiene que ser elegida y el aborto tiene que ser un derecho.
Una maternidad elegida y deseada que no sea obligación y que las niñas no deben ser madres como lo fue para muchas de nuestras madres, abuelas y bisabuelas debe ser la opción de todas las mujeres, no solo de las que puedan viajar y pagarlo.
Si hay algo que me mueve como mujer, mamá y feminista es la niñez, me llena de esperanzas y considero que debemos de trabajar por garantizar plena e integralmente sus derechos. Si la maternidad fuera deseada y elegida, tendríamos niñas y niños más felices y sanos. Pensemos en madres plenas y en hijas e hijos que tengan la posibilidad de vivir una niñez plena.
¡Soy una mamá que exige un aborto legal, seguro y gratuito, y no, no es contradictorio!
Y ese aborto legal que planteas como un derecho, lo podrán ocupar las mujeres que se van de fiesta a discotecas, feministas que aceptan todos los tragos que les invitan los hombres y terminan embarazadas gracias a una noche loca…
Estoy de acuerdo al aborto en niñas abusadas; violadas. Pero las mujeres que en una noche de borrachera se les antojó el acto sexual y quedó embarazada?. Pienso que ese derecho de abortar debería de tener restricciones.
Excelente articulo !! muchas felicidades!!!