Hay una gran diferencia entre pedir comida por una App porque no hay ganas o energía de cocinar, y pedir, literalmente, comida para poder vivir. En El Salvador, muchas personas y familias enteras no tienen alimentos en su mesa.
Adultos mayores, jóvenes, niños y niñas, y personas en situación de calle hacen fila todos los días afuera de comedores populares, o esperan en las calles de San Salvador a que alguna iglesia les regale un plato de comida. En los hospitales, familiares de pacientes que vienen del interior del país y no tienen recursos deben ingeniárselas para alimentarse mientras cuidan a los suyos.
Estas escenas, que para muchos pasan desapercibidas, revelan una realidad sostenida casi en silencio por iglesias e iniciativas ciudadanas que desde hace años trabajan para llevar alimentos a quienes más lo necesitan.
Pero aunque estas acciones brindan alivio inmediato a quienes enfrentan el hambre, el desafío de fondo persiste: el acceso a alimentos saludables, de calidad y a precios accesibles sigue siendo una deuda estructural. Y está estrechamente vinculado a la falta de soberanía alimentaria: que El Salvador produzca suficientes alimentos para abastecer a su población o, al menos, una parte considerable.
El panorama es alarmante. El Salvador es el segundo país más dependiente de importaciones de alimentos, según la CEPAL. Y mientras en 1975 sólo el 15 % del arroz consumido era importado, hoy sucede lo contrario: el 90 % proviene del exterior y apenas el 10 % se cultiva dentro del país.
Esta crisis no solo se ve en estadísticas. También se siente en los bolsillos. Si ahora comprás en el mercado porque no te alcanza para el Súper, si dejaste de comer un tiempo de comida o redujiste el consumo de frutas para estirar el presupuesto del mes, ya sos parte de la estadística: pertenecés al grupo de salvadoreños en situación de inseguridad alimentaria, una realidad que afecta a nueve de cada diez personas en el país, o sea a las grandes mayorías.
Por Redacción
La población salvadoreña se alimenta cada vez menos o lo hace con alimentos no saludables. Esto se llama inseguridad alimentaria, es decir, cuando las personas no tienen la capacidad de producir o acceder a alimentos de buena calidad y cantidad por un tiempo prolongado.
En El Salvador, la inseguridad alimentaria moderada la vive el 46.9% de la población, y de manera grave un 15.8%, según el Panorama Regional de la seguridad alimentaria y nutrición 2024, de la FAO y otros organismos internacionales.
Las personas que viven con inseguridad alimentaria moderada tienen que implementar estrategias de afrontamiento y priorizar el sustento de la familia sobre la calidad nutricional del alimento.
“Un ejemplo clásico es cuando dejamos de comprar carne o proteínas de tipo animal y cambiamos al consumo de carbohidratos como pastas que son más baratas, pero la calidad nutritiva no cumple con los estándares que el cuerpo necesita”, explica Adalberto Blanco, de la Mesa por la Soberanía Alimentaria.
Las estrategias de afrontamiento pueden ser: reducir el consumo de alimentos, reducir el tiempo de comida, incluso en la venta de medios de vida como herramientas, electrodomésticos, propiedades o terrenos hasta llegar a la última opción: la migración interna o externa.
Mientras que las personas que viven con crisis y emergencia alimentaria, enfrentan casos de desnutrición aguda porque no logran mitigar su alimentación por ningún medio.
La Evaluación de Seguridad Alimentaria en el Corredor Seco en 2021 afirmó que el 90% de la población vive un nivel de inseguridad alimentaria. Lo que representa que 9 de cada 10 personas tienen dificultades para tener una alimentación accesible y sana.
Pobreza y precios de canasta en aumento
Los bajos ingresos y el aumento de precio de los alimentos dificultan la seguridad alimentaria para la población. La pobreza es un determinante, en 2024, un 25.81% de los hogares salvadoreños vive en pobreza, es decir un tercio del país no puede adquirir al menos dos canastas básicas, que equivalen aproximadamente a $500 en la zona urbana y $400 en la rural.
La Mesa por la Soberanía Alimentaria señala que en los últimos años, los datos de pobreza total y extrema han tenido un incremento significativo. La tasa de pobreza extrema es de 9.08% de hogares que no podían adquirir ni una canasta básica alimentaria, según datos proporcionados por la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM).

El precio de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) ha tenido incrementos en los últimos 3 años. El costo de la CBA en septiembre de 2025 fue de $250.71 en el área urbana y $190.93 en el área rural, según el Banco Central de Reserva.
Por lo que los hogares que dependen de ingresos inestables o bajos, son obligados a destinar la mayoría de su dinero a la alimentación. En el Estudio de caso: Precio de la Canasta Alimentaria, las familias destinan un 50% y 80% de sus ingresos mensuales para la compra de alimentos básicos y omiten cubrir gastos de salud, educación o vivienda.
La CBA de El Salvador es la más desactualizada de Centroamérica, no ha sido actualizada en los últimos 42 años. Si la CBA no se actualiza, no es posible utilizarlo como una herramienta en la medición de la pobreza e identificar a la población en situación de pobreza extrema de manera certera.


La CBA actual posee 22 productos y no considera la calidad nutricional de estos alimentos. En comparación con Costa Rica que posee 52 productos y Panamá con 59, que diversifica la canasta y tienen un enfoque más integral a la seguridad alimentaria señala la Mesa.
Actualizar la CBA aportaría a identificar productos sensibles, en la protección de la producción nacional, la generación de políticas públicas dirigidas a las personas que las necesitan y conocer el presupuesto real de la canasta para la población salvadoreña.
La producción agrícola influye en la inseguridad alimentaria
Si hay menos producción agrícola local, hay menos acceso a productos alimenticios. La tortilla es uno de los productos que ha subido su costo. “Si medimos todos los agosto desde 2019 hasta 2025, tenemos que el precio de la tortilla es el más caro de los registros, según la canasta básica rural” señala Blanco.
El costo diario de la tortilla ha incrementado un 33.8%, lo que impacta a los hogares de bajos ingresos. Asimismo, los demás productos han incrementado según cálculos de la Mesa por la Soberanía Alimentaria.
Datos del Banco Central de Reserva (BCR) muestran un aumento sostenido del precio de la tortilla desde mayo, siendo los meses de julio y septiembre los que tuvieron los precios más altos.

“La gente está sembrando menos maíz y frijol”, señala Blanco. En la última temporada agrícola 2022 – 2023, la producción del maíz fue 17,138,945 quintales, lo que representa una pérdida de casi 300.00 quintales en esos dos años.
Sin embargo, para la producción de este año los números podrían ser favorables, según la Asociación Nacional de Trabajadores Agropecuarios (ANTA). Sus proyecciones calculan que este año llegarán a los 18 millones de quintales de maíz para consumo humano, pero existe un déficit para la producción destinada al consumo de animales.
En el caso del frijol, se produjo 2,335,19 quintales, y la pérdida fue de más de 1,200,000 quintales, en el periodo 2022-2023, según la Mesa de Soberanía Alimentaria, pero la proyección para este año, 2025, sería de 2.4 millones, de acuerdo con ANTA. Con la que se busca cubrir la demanda de fríjol en El Salvador.
Impactos de la baja producción local
Cuando hay baja producción local, el aumento de las importaciones es significativo. Por ejemplo: el arroz, Adalberto explica que en 1975, el arroz que se consumía, el 15% provenía de importaciones, en cambio, en los últimos años ha sido el 90%. “Hay un negocio de los importadores, mientras se destruye el agro nacional”, agrega.
El Salvador, es el segundo país más dependiente de importaciones de alimentos según registros de la CEPAL en 2022. Esto condiciona la disponibilidad de los alimentos.
En el caso de las hortalizas, el 93.2% ha sido importada en los últimos años, la situación es similar con los cereales, donde un 62.5% se cubre con productos de otros países.
Pero la situación podría estar cambiando, según ANTA la producción de hortalizas ha aumentado un 60%, y esperan cubrir un 80% o hasta un 100%. Esto debería significar precios más accesibles para la población, pero no es garantía si no se evita la especulación del mercado.
Pese a la continua demanda de soberanía alimentaria en El Salvador, la producción agrícola no ha sido prioridad para los gobiernos en el país, afirma Adalberto. En 2021, el gobierno de Nuevas Ideas lanzó el Plan de Rescate Agropecuario para “garantizar la soberanía alimentaria, rescatar la producción del café y el desarrollo de zonas rurales”.
Según la página web de la Presidencia, el plan se ejecutó para la producción de maíz y frijol, así superar los 25 millones de quintales en la cosecha 2022 – 2023. Sin embargo, la producción fue menor.
Actualmente, existe la tarjeta agropecuaria que son $75 para personas agricultoras para comprar semillas o fertilizantes, que fue reemplazado por el paquete agrícola, que tiene limitaciones, pues solo pueden comprar en los agroservicios autorizados por el gobierno. Algunos agricultores han señalado en redes sociales que dichos establecimientos le dan los insumos que ellos quieren y no los que necesitan.

Recientemente, la Asamblea Legislativa aprobó un contrato de crédito de $31.3 millones destinado al Programa de Desarrollo Económico Sostenible, Inclusivo y Nutricional de las Zonas Rurales (PROGRESAR Rural).
El fondo proviene del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), organismo de las Naciones Unidas para financiar y mejorar la situación de pobreza de zonas rurales. El programa contempla financiar a 74,000 agricultores, priorizando a mujeres lideresas de hogar y productores afectados por condiciones climáticas.
El programa sería implementado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, sin embargo en el sitio web de este ministerio no se encuentra ninguna información al respecto.
Es necesario un país que garantice soberanía alimentaria
La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos saludables y culturalmente apropiados, es un principio fundamental para garantizar el derecho a la alimentación, y se enfoca en el acceso y disponibilidad de los alimentos.
Además, la soberanía alimentaria prioriza la producción local, los derechos de personas agricultoras, regulación de mercados de alimentos, diversificación de cultivos y en la formulación de políticas alimentarias que aseguren la equidad de género y justicia social.
Sin embargo, Adalberto Blanco señala que las medidas implementadas para reducir los costos de productos, reducir la inseguridad alimentaria o incentivar la producción agrícola no están focalizadas a la población que más necesita ese apoyo.
Un plato de comida hecha por la solidaridad salvadoreña
Pese al panorama de la inseguridad alimentaria en el país, existen personas que se solidarizan y apoyan proyectos de ayuda alimentaria, promovidos por diferentes iglesias. Revista La Brújula visitó y acompañó a dos de estos proyectos: Cocina Mamá Margarita y Ministerio Compasión y Vida.
Estas iniciativas trabajan para llevar un plato de comida a personas adultas mayores y personas en situación de calle, que por diferentes motivos no tienen los ingresos suficientes para costearse sus alimentos.
Cocina Mamá Margarita
Cerca del Mercado San Miguelito todos los días antes de las 8 y 11 de la mañana, personas adultas mayores hacen fila en la puerta del Comedor Mamá Margarita, donde les entregarán un plato de desayuno y almuerzo.
Sin interrupciones, el personal del Comedor Mamá Margarita trabaja con el compromiso de que las personas adultas mayores de escasos recursos tengan un plato de comida.


El requisito para ingresar al comedor es que tengan 60 años o más y que necesite el apoyo. “La mayoría viven en dormitorios públicos, algunos tienen su casa, pero es una casa humilde, otras personas alquilan un cuarto solamente” dijo Claudia Asencio, administradora del comedor Mamá Margarita.
Al menos una persona a la semana llega a inscribirse al comedor. Actualmente son alrededor de 150 personas beneficiarias. No todas las personas llegan todos los días pero diariamente entregan un promedio de 60 platos diarios cuando es temporada de lluvia.
Una de las beneficiarias es Dolores, quien tiene 69 años, trabajó como secretaria comercial, sin embargo, no logró el tiempo para ser pensionada. Este año, Dolores tomó la decisión de llegar al comedor, “yo no soy pensionada, mi hija es madre soltera. Yo vengo porque no quiero ser una carga para ella”, explica.

Con la muerte de su esposo, hace 4 años, perdió el apoyo económico. Ella ha tenido que buscar formas de subsistir, ha tenido que comprar en los mercados las verduras que estén “malas” o que tengan “averías”, porque son más baratas. Si el comedor Mamá Margarita no existiera, tendría que perder un tiempo de comida, incluso comer tortilla con sal.
El comedor tiene 38 años, fue inaugurado el 25 de noviembre de 1988. El personal que atiende el comedor es parte de la parroquia Maria Auxiliadora, conocida mejor como parroquia Don Rúa. También apoya en los costos administrativos, agua, luz y ofrece atención médica a las personas adultas mayores.
Además de entregar un plato de comida, Mamá Margarita procura que sean alimentos nutritivos. Para ello ha servido el apoyo, que en su mayoría, proviene de las personas y familias que a iniciativa propia donan alimentos.

Las empresas privadas también han aportado con donaciones, pero después de la pandemia, disminuyeron su apoyo. Las personas y familias son las más solidarias.
Las personas adultas mayores agradecen el apoyo del comedor y procuran aprovechar los alimentos que les dan. Como Clara de 69 años y Laura de 78 años que recogen parte de sus alimentos y los guardan en una bolsa para comer más tarde, para su cena.
Clara, viene de Apopa, tiene más de 10 años de estar en el comedor y procura reunir los $1.30 del pasaje para llegar todos los días. Ella vive con su hijo, que hace poco consiguió un trabajo, le da $25 quincenales, entre los dos sostienen su hogar.
Laura, viene de San Juan Opico, a veces consigue trabajos de lavar ropa. “No venimos todos los días porque a veces no tenemos para los pasajes” dice. Ella vive con sus nietos, quienes trabajan para pagar su casa, son $200 al mes.

El Comedor trata de apoyar en otras áreas con la entrega de víveres, realizan actividades lúdicas y programan actividades fuera de las instalaciones como parte del cuido de salud mental.
El alimento les proporciona un apoyo y acompañamiento, sin embargo, necesitan ser atendidas en otras áreas de su vida. Dolores espera que se implemente una pensión para las personas adultas mayores que no tienen ingresos económicos.
*Puedes realizar tus donaciones al Comedor Mamá Margarita: Busca la página en Facebook Comedor Mamá Margarita donde publican la lista de necesidades de manera periódica o puedes contactarles a través del 2526-9748 – 76047679 y comedormamamargarita@gmail.com
Ministerio Compasión y Vida

Dos veces al mes, el Ministerio Compasión y Vida entrega alimentos a las personas en situación de calle y a personas que se encuentran en los hospitales.
Preparan en promedio 400 platos. El trabajo inicia una semana antes con la planificación de los lugares donde entregarán, la recolección de las donaciones de dinero o especias, y las compras de los alimentos que serán parte del menú, y culmina con la entrega el día sábado.

Este año el ministerio cumple 20 años, que forma parte de la Iglesia Misión Cristiana Elim. Son alrededor de 30 personas que se organizan para la entrega de alimentos.
Elisa de Aválos, es parte de las voluntarias que entregan comida. Tiene 6 años de servir en el ministerio. Ella reconoce que existen muchas personas que tienen necesidades, “hay muchas personas mayores que que son personas que no tienen que no tienen donde dormir, una cama”, comenta.
El ministerio finaliza el recorrido en las plazas de San Salvador casi a las 11 de la noche visitando la Avenida España donde encuentran más personas en situación de calle. “A veces hemos encontrado a 100 personas, a veces 90” afirma Christian Flores, coordinador del Ministerio Compasión y Vida.

La mayoría de las personas se encuentran en situación de calle debido a la pobreza y problemas de adicciones. La mayoría son hombres, pero Christian narra que han visto mujeres, niñas y niños entre 5 a 10 años que se encuentran con su mamá, en otros casos, se encuentra la pareja.
Las personas adultas mayores se encuentran en situación de calle cuando no tienen un lugar donde ir y buscan en el centro de San Salvador un resguardo. “Como el caso de dos señoras que fueron abandonadas, tienen hijos, pero no les ayudan y la única opción que ven es la calle” detalla Flores.
También colaboran con el ministerio “Manos de Dios” que rehabilita a personas con adicciones, y en ocasiones entregan víveres que han sido donados.

El plato de comida que entregan varían. En la entrega del 4 de octubre fue: casamiento, carne picada con verdura, pan francés y café. Afirman que nunca ha faltado la voluntad de personas tanto de la Iglesia Elim como personas externas dan su apoyo a esta causa.
Elisa hace el llamado a que más personas se unan en las donaciones y aporten con un plato de comida a las personas de hospitales que esperan por su familiar enfermo y a las personas que viven en la calle.
Para realizar una donación puedes seguir su página de Facebook: Ministerio Compasión y Vida o llamar al: 2294-9596