Por Periodistas feministas nicas
Nicaragua como país ha atravesado diferentes crisis antes del levantamiento cívico de abril 2018; pero los mecanismos de represión por parte del régimen Ortega Murillo posterior a esa fecha han aumentado y afectado diferentes iniciativas que contribuyeron al goce de los derechos de la niñez, la adolescencia y mujeres nicaragüenses.
En contraposición a los hechos alarmantes y deprimentes para la sociedad nicaragüense: existen mujeres que desde sus profesiones, cotidianidad y espacios autogestionados promueven y reflexionan acerca de la esperanza, la alegría y el bienestar a través del arte, la educación y el humor.
Para profundizar sobre la gestión de estos espacios independientemente del contexto adverso, comparten sus reflexiones Margarita, educadora y psicóloga, y Viajera, artista de la risa, ambas decidieron utilizar estos seudónimos para proteger su identidad y la de sus iniciativas.
El entorno hostil y los brotes de esperanza
La Iniciativa Mesoamericana de Defensoras (IM-Defensoras) ha documentado los múltiples ataques para activistas feministas y defensoras de derechos humanos, que han tenido un rol público de trascendencia en el país.
En su informe Registro Mesoamericano de Agresiones contra Defensoras: 2022 – Datos anuales preliminares publicado en abril de 2023, revelan que “en Nicaragua, como agresiones más relevantes se mantuvieron el hostigamiento y vigilancia sistemática contra defensoras de derechos humanos y sus familias (31%), la represión contra defensoras criminalizadas y presas políticas (6%), así como los procesos de cierre ilegal de organizaciones feministas o que defienden los derechos de las mujeres (35%), cerrando el año con 212 organizaciones cerradas”.
Esta hipervigilancia estatal ha impactado en la libertad de crear y convocar espacios que fomenten el pensamiento crítico, el autocuidado, la creatividad y la risa utilizando la palabra “feminista” o derechos humanos, porque corren el riesgo de ser asediados, perseguidos o clausurados.
Sin embargo, la autonomía y la libertad como valores que se reivindican desde los feminismos, tienen muchas maneras de expresarse y Margarita como psicóloga-educadora, recuerda que el cuerpo es el primer territorio donde se puede trabajar el bienestar, la esperanza y la alegría y en la cotidianidad, resistir a las violencias estatales.
“La prioridad es el cuerpo, porque es el lugar donde se vive diariamente y para todas las personas es válido sentirnos bien, ellos (refiriéndose al gobierno Ortega-Murillo) no nos pueden arrebatar sentirnos bien y lo puedo lograr con algo simple, cotidiano o con algo más elaborado, es decir, como una sujeta de derecho puedo permitirme esa búsqueda constante de bienestar integral”.
Viajera, como artista y comediante le resulta crucial la dimensión del cuidado de sí misma y de los espacios donde comparte con la gente, desde lo íntimo como la familia hasta lo público de un espectáculo, porque valora el significado de juntarse en este país y la fuerza que ofrece la colectividad.
“En contextos hostiles hay que empezar desde lo más pequeño, desde un punto A bien concreto como lo es la persona que teje relaciones o reflexiones con lo que hace, dentro de ese espacio individual cuidar de la salud integral, física y espiritual, poder nutrirnos de todo aquello que esté a nuestro alcance y nos haga sentir bien”.
Margarita enfatiza que si bien la autonomía y lo personal es primordial para cultivar la esperanza, la integralidad y la interconexión de las acciones esperanzadoras y de bienestar se sostienen en el “nos”, en los vínculos y las redes de apoyo para dar vida a las ideas que incentivan los cambios, que visualizan a Nicaragua con otros liderazgos y como una sociedad más justa y diversa.
En un contexto como el de Nicaragua, “en la medida de lo posible es importante crear o participar en espacios seguros que promuevan el autoconocimiento, protejan nuestra identidad y nos ayuden a pensar en nuestra calidad de vida”, reflexiona Margarita.
La esperanza y la alegría como derechos de las mujeres
En situaciones de crisis sociopolíticas donde los derechos humanos particularmente el de las mujeres y niñas son violentados como es el caso de Nicaragua, la esperanza y la alegría cobra otros significados, más allá de ser estados de ánimos y experiencias de vida.
“Históricamente las niñas y las mujeres en Nicaragua hemos sido vulneradas de nuestros derechos y nuestro bienestar integral, y sin la esperanza y la alegría es muy difícil construir bases sostenibles para nuestras vidas. No me imagino que otra cosa sino es la esperanza, la que nos puede hacer pensar que algo puede ser distinto, que se puede cambiar y no hablo de una esperanza vacía o romantizada, sino una consciente de la importancia que tiene para seguir trabajando y sin duda, cultivar esto entre las mujeres es fundamental”, señala Margarita.
Lorena Cabnal, quien desde su activismo feminista reivindica sanar las violencias, potenciar la alegría y el placer en los cuerpos de las mujeres, especialmente en las que lideran las acciones para enfrentar las múltiples violencias machistas “Recupero la alegría sin perder la indignación, como un acto emancipatorio y vital […] sanar es una responsabilidad a la vez personal y colectiva. Sanamos para nosotras mismas y para las generaciones que están por venir”, afirma.
En ese sentido Viajera, encuentra en el humor y la risa instrumentos para conectar con otras mujeres desde una lógica lúdica, divertida y graciosa. Considera al humor uno de los puntos de partida para transformar una situación incómoda, triste e incluso dolorosa en comedia.
“Tenemos derecho a vivir la alegría y la esperanza de muchas formas que cuiden nuestro cuerpo, ser, soberanía, que no traspasen nuestros límites, son fundamentos, una parte esencial, un motor y tiene que haber un poquito de ellas en los diferentes escenarios de la vida. Son un vehículo que permite imaginar cosas, crear, soltar, hablar de un tema y darle la vuelta, incluso y permite activar en el cuerpo algo diferente al miedo y al dolor. Al compartir el humor, hay una risa colectiva, un humor colectivo, se contagia esa alegría y se forma una cadena de risas, ayuda a reivindicar esos derechos que tenemos las mujeres a una vida digna con goce”, afirma Viajera.
Prácticas esperanzadoras
Hay acciones simples que son muy vitales e importantes y que permiten construir diversidad, justicia, respeto y seguridad desde lo “micro” como es el propio cuerpo, la familia, las amistades y los espacios donde las mujeres lideran o aportan desde sus saberes.
Margarita invita en principio a que las mujeres puedan soltar la culpa de sentirse bien y que desarrollen la actitud de celebrar sus logros.
“Es común la culpa por la manera en que nos han criado y cómo hemos procesado los problemas sociales, pero somos capaces de recordarnos que somos merecedoras de esperanza, de la posibilidad de envisionar cambios, de sentir alegría porque obtuve un nuevo trabajo, la alegría porque logré juntarme con todas mis amigas, incluso ver a mis amigas exiliadas por videollamadas, de saber que están bien. La esperanza y la alegría son nuestros derechos, tenemos la posibilidad de crear maneras de mantenernos a flote, íntegras y vivas”.
Viajera comparte que la risa y la alegría de las mujeres en los espacios personales o públicos es un discurso en sí mismo disruptivo y de resistencia en un contexto atravesado por el dolor, la tristeza, la culpa y la necesidad de justicia.
“Me parece importante incluso nombrar para mí misma que no soy culpable de tener una alegría, esperanza, de ser puente para que otras rían, de poder disfrutar de esas energías que nos ponen en contacto con lo vivo, con la conciencia de aspectos que nos son importantes para seguir viviendo, son ese motor, ese movimiento hacia la evolución”.
Margarita añade que los espacios creados para mujeres y niñas, metodológicamente diseñados para que sean seguros y que revitalizan a las participantes son necesarios.
“Construir espacios extracurriculares con niñas y mujeres los vuelve de confianza, son narrativas distintas porque ellas son protagonistas con sus historias, pueden compartir su opinión sabiendo que no se les va a juzgar. Es importante que existan esos espacios donde puedan aprender sobre ellas mismas, donde se sientan seguras, escuchadas, valiosas, unidas, donde se reconozcan como amigas y en sí mismas, eso les ayuda al bienestar integral”.
Viajera y Margarita invitan a desarrollar una mirada empática para entender y conectar con quienes se comparten en los diferentes espacios, y a tener presente que se pueden diseñar iniciativas creativas que cultiven la esperanza y reduzcan los riesgos de sus impulsoras.
“Es importante ese recordatorio de que soy merecedora de la alegría y la esperanza sin importar el contexto donde esté, es decir, si opto por una postura de sufrir y no celebrar, no va a cambiar el contexto que estamos transitando, incluso nos podría limitar a ver otras formas de aportar al país”.
Margarita