Por Fidelina Martínez Castro
(Homenaje a las mujeres en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer).
Los siguientes casos que menciono en este texto son breves reflejos de cómo el patriarcado a través de la historia ha tratado y trata a las mujeres, pero además proyecta la tenacidad que ellas han tenido para desarrollarse.
Muchas mujeres en el pasado se resistieron al sometimiento del dominio patriarcal en casi todos los ámbitos de sus vidas; por su osadía fueron sacrificadas, ignoradas, vilipendiadas y en muchos casos hasta asesinadas, ejemplo de ello son las mujeres denominadas brujas, que por sus valientes posturas y conocimientos herbolarios las asociaban con alguna creación maligna, y que el santo oficio creado en 1478 por los reyes católicos las condenó a la hoguera. Muchas mujeres fueron torturadas y sacrificadas por no acatar los mandatos patriarcales que la religión católica les imponía.
Otro caso relevante fue el de la filósofa Hipatia, asesinada en Alejandría en 1945 por un clérigo católico, por considerar que su pensamiento científico y filosófico era peligroso para los designios religiosos.
La francesa Olimpia de Gouges, autora de la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” en 1791, lamentablemente, es poco mencionada por los historiadores del siglo XVIII, quienes generalmente relatan sobre los principios de la Revolución francesa (Libertad, Igualdad y Fraternidad), pero omiten mencionar que fue Olimpia quien abogó porque también se reconociera a las mujeres como sujetas de esos derechos, éste y otros razonamientos fueron justificante para asesinarla en la guillotina en 1793.
El sistema patriarcal ha sometido a las mujeres mediante la fuerza y para nada ha utilizado la razón para valorarlas como iguales. En todas las ideologías políticas, sean de izquierda o de derecha, a las mujeres no se consideran equivalentes a los hombres, y mucho menos en las concepciones y prácticas religiosas, en los discursos que hablan de derechos y teóricamente hablan de libertad, respeto e igualdad, pero si son atributos reconocidos en el trato entre ellos.
A las mujeres se nos niega la libertad individual, incluso a decidir sobre nosotras mismas, y en muchos lugares del mundo también la libertad social se inmiscuye hasta en la forma de vestir, cuando y con quien deben tener descendencia. A las mujeres se les ve como objeto y no como personas, y los hombres creen que ellas son de su propiedad, por lo que aprovechando su fuerza física las maltratan e incluso llegan a asesinarlas, en nuestro país se dan muchos de esos casos.
Nadie puede negar que nos costó mucho acceder a la educación, al trabajo remunerado, a los derechos políticos y a todo lo que signifique y dignifique nuestra indiscutible calidad humana.
Las mujeres no debemos permitir que todo el esfuerzo realizado por nuestras ancestras quede borrado, olvidado o distorsionado y solo quieran vernos en los papeles tradicionales, que no son malos, cuando nosotras los elegimos, de madres, esposas y comparsas en los tinglados para los hombres, sin mayor protagonismo sobre todo cuando se trata de tomar decisiones importantes.
Tampoco debemos permitir que se nos utilice en controversias que nada tienen que ver con nuestros genuinos intereses, por el contrario, debemos abogar por demandas salidas y trabajadas por nosotras como las que presentan organizaciones autónomas feministas y de mujeres. Sabemos que no es, ni será fácil pero no debemos perder la constancia demostrada por mujeres valientes, porque nuestra lucha debe continuar.