Las mujeres vendedoras son dobles víctimas del régimen de excepción, según algunas organizaciones, ya que mientras son víctimas de la arbitrariedad del régimen en sus comunidades, también han sido amenazadas con esta medida para ser desalojadas del centro. Las mujeres vendedoras expresaron temor para organizarse y pronunciarse en contra del gobierno debido al Régimen de excepción.
Por: Ana Gómez
Candelaria trabaja como vendedora ambulante. En su carreta ofrecía café caliente con pan en las plazas del centro histórico. Ahora, como parte de la recuperación de este lugar, no se permite la venta en las plazas.
Ella explica que siente temor de no vender libremente y que la traten como delincuente. En una ocasión, la policía quiso quitarle su producto por venderlo a escondidas en la plaza. Candelaria ha tenido que buscar opciones para seguir trabajando, llegando al punto de la clandestinidad, como si vender fuera un crimen.
Este temor se siente y se refleja en los comentarios de Gloria, ya que esta vez no pudieron oponerse a los desalojos, “da miedo que no se puede renegar ni decir nada porque el régimen se lo lleva”.
Las mujeres se han visto gravemente impactadas por el régimen de excepción, experimentando desde capturas arbitrarias sin pruebas ni debido proceso, hasta quedar como únicas cuidadoras, lo que las obliga a buscar un ingreso económico extra para asegurar alimento, agua y cuido a su familias.
Hasta el 6 de junio de 2024, se registran 80,500 personas privadas de libertad en el régimen de excepción, según informe de Cristosal. Por otro lado, se contabilizan 3,643 denuncias por actos que afectan a 3,789 personas que ha atendido la organización defensora de derechos humanos.
Las mujeres vendedoras son dobles víctimas del régimen de excepción, afirmó Ingrid Escobar, representante de Socorro Jurídico. “Al mismo tiempo de ser víctimas de la arbitrariedad del régimen de excepción, también han sido víctimas en cuanto se utiliza el régimen para quitar los demás puestos de trabajo donde ellas tienen sus negocios, sin dar mayor opción” señaló.
Las mujeres vendedoras expresaron temor para organizarse y pronunciarse en contra del gobierno debido al Régimen de excepción. “Hay un enorme amedrentamiento, prefieren quizás vivir en una gran pobreza a que lo metan preso, entonces no dice nada. En el caso de las mujeres es más complicado porque tenemos una cultura de miedo hacia el uniforme, a los hombres y a la seguridad pública”, comentó Ingrid Escobar.
A pesar del temor, existe la mirada hacia el futuro para que el sector informal, específicamente las mujeres vendedoras, se organicen desde espacios de organizaciones feministas o sindicatos. “La libertad de asociación es constitucional, ahí dice todavía que tenemos libertad de pensamiento, de expresión y de organización”, afirmó Ingrid.
Resistir y avanzar es lo que queda en este momento hasta que la mayoría entienda cómo el régimen y la pobreza afecta a mujeres, adolescentes y niñez. El gobierno debe promover los programas integrales que atiendan a las necesidades de este sector, así como un plan urbano que involucre a las mujeres vendedoras y se priorice sus demandas.
Gloria, Cristina, Esperanza y Martha son nombres ficticios.